Pedro Barragán vive con su mujer y su hijo en el barrio de Constitución, sobre la calle Presidente Luis Sáenz Peña al 1200, a sólo 30 metros de la autopista 25 de Mayo. En 2001 presentó una denuncia ante la justicia porteña por la contaminación sonora que produce la autopista por la que circulan 100 mil autos todos los días. “Estamos afectados físicamente, psíquicamente y patrimonialmente”, contó a PáginaI12.
–¿Cómo es vivir tan cerca de la autopista?
–Estamos sometidos a un impío acoso de la contaminación sonora proveniente de la autopista 25 de Mayo. La Organización Mundial de la Salud señala que a partir de los 60 o 65 decibeles ya se produce daño; nosotros estamos permanentemente expuestos a 90 decibeles.
–¿Y cómo los afecta esto en su vida cotidiana?
–Nos afecta muchísimo. Tenemos permanentemente dolores de cabeza, problemas auditivos y de equilibrio, hipertensión e irritabilidad. De noche no podemos dormir, porque es cuando más camiones circulan. Tenemos el sueño totalmente alterado. Estamos afectados físicamente, psíquicamente y patrimonialmente. Físicamente por el daño que genera en nuestra salud; psíquicamente porque realmente a veces no podemos ni mantener una conversación entre la familia; y patrimonialmente porque esta situación le bajó el valor a nuestra propiedad.
–Usted llevó adelante una denuncia, ¿en qué situación está esa causa?
–La denuncia la inicié en 2001 y se sumaron 500 vecinos a ese reclamo, además de escuelas y salas primeros auxilios, aunque seguramente los afectados seamos muchos más. Nos basamos en la Constitución Nacional que establece que todos los habitantes gozamos del derecho a un ambiente sano, el artículo 26 de la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que también reconoce ese derecho y en la Ley 25.675 que no solo protege el medio ambiente sino que también obliga a su cuidado y a controlar el daño ambiental. En 2003 la justicia nos dio la razón y obligó a AUSA y al gobierno porteño a realizar obras para reducir el ruido, pero nunca hicieron nada. Hace años vienen presentando argumentos oportunistas y usando chicanas jurídicas para no respetar la sentencia judicial, a pesar de que el fallo está confirmado en varias instancias. En agosto de 2018, la Sala 1 de la Cámara de Apelaciones del Fuero Contencioso Administrativo y Tributario dictó una resolución confirmando el fallo de primera instancia pero siguen sin hacer nada.
—¿Entonces no hicieron ninguna de las obras del plan de mitigación?
–Lo único que hicieron fue cambiar la capa asfáltica de la autopista, creyendo que con eso iban a reducir el ruido. También pusieron unas chapas que, según ellos, son pantallas acústicas pero no son del material adecuado así que no sirven para nada. También rechazaron el proyecto para que no pasen camiones y tránsito pesado por la autopista, que es lo que más ruido genera, y presentaron un proyecto para reducir la velocidad máxima. Algo totalmente ridículo. ¿Vos te imaginas que la gente que paga un peaje y toma la autopista para ir más rápido, va a ir a 60 kilómetros por hora para bajar el ruido?
–Además de la vía judicial, ¿pudo hablar en algún momento con las autoridades de AUSA o del gobierno porteño?
–No, no les importa nuestra calidad de vida. Se llenan la boca hablando de que están pensando una ciudad para que vivamos mejor pero no es cierto. Y esto no me afecta solo a mí ni a mi familia. En la vera de la autopista hay escuelas e instituciones sanitarias a las que el ruido las afecta muchísimo. He hablado con docentes de la escuela que está sobre la calle Cochabamba y me dicen que tienen que forzar la voz todo el tiempo para que los chicos los puedan escuchar. Nosotros somos ciudadanos, contribuyentes y vecinos afectados por esta situación y nos encontramos sin ningún tipo de respuesta. Somos el hazmerreír de ellos. No estamos pidiendo más que el cumplimiento de nuestros derechos y de la justicia. ¿Cómo puede ser que AUSA y el gobierno de la Ciudad incumplan un fallo judicial y que no pase nada?