La bomba de las Lebac fue una de las pesadas herencias del ex presidente del BCRA Federico Sturzenegger. El stock de Letras del Banco Central (Lebac) creció de 345.124 millones de pesos (10/12/2015) a 1,2 billones de pesos (mayo de 2018). De esa manera, los vencimientos mensuales de esos títulos se convirtieron en una potencial fuente de inestabilidad macroeconómica. La renovación de las Lebac sobrevino en una cuestión de vida o muerte para las autoridades monetarias.
La corrida cambiaria desnudó ese problema ignorado/minimizado por los funcionarios. A mediados de abril, los del Banco Central habían pronosticado que el “nivel relativamente elevado que alcanzó el tipo de cambio real y la propia acción del BCRA llevan a no prever en los próximos meses depreciaciones significativas del peso”.
La crisis estalló pocos días más tarde. El 3 de mayo, la revista Forbes sentenció “puede que sea momento de salir de la Argentina”. La economía ingresó en un túnel oscuro. En mayo, el tipo de cambio aumentó 22,1 por ciento (porcentaje similar a todo el 2017), las reservas cayeron drásticamente y el desesperado/desorientado gobierno recurrió al FMI. El 14 de junio, el dólar escaló 6,4 por ciento y Sturzenegger fue reemplazado por Luis Caputo.
A partir de allí, el Fondo manejó la economía argentina sin intermediarios. El desarme de las Lebac fue uno de los reclamos del organismo internacional. El gobierno utilizó cuatro títulos distintos (Letes, Lebac, Lecap, Leliq) para aspirar el circulante. Las Letras de Liquidez (Leliq) fueron la herramienta principal de esa ingeniería financiera. El stock actual ya superó el billón de pesos.
El interrogante es si la bomba de las Lebac fue reemplazada por otro explosivo similar. Los que responden que no es así, argumentan que las Leliq sólo pueden ser suscriptas por las entidades bancarias. Eso supone una importante diferencia con el esquema anterior.
Los inversores particulares de Lebac podían transformar los pesos en dólares sin ningún inconveniente. En cambio, las regulaciones del Banco Central limitan la dolarización de carteras de las entidades. El argumento es razonable pero incompleto. La contracara de los fondos invertidos en Leliq son los depósitos bancarios. En otras palabras, las suscripciones de Letras son financiadas con dinero de los ahorristas.
En el informe “El combustible del dólar”, los economistas del Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala explican que “cuando a mediados del año pasado el BCRA dejó de renovar las Lebac en manos de todos aquellos que no eran bancos, el efecto de primera vuelta en el balance de estos últimos fue un aumento de los depósitos a la vista (un pasivo para los bancos). Esto produjo dos efectos que no pueden separarse uno del otro: por un lado, se generó el suficiente “fondeo” para que los bancos pudiesen comprar Leliq; por el otro, todos aquellos depositantes que no dolarizaron sus ahorros pasaron los saldos de sus cuentas a la vista a plazo fijo”
¿Qué pasaría si los ahorristas comenzaran a dolarizar su cartera? En ese caso, los bancos estarían obligados a desarmar su cartera de Leliq para enfrentar el retiro de depósitos. La desregulación cambiaria/financiera convierte a este festival de bonos en una verdadera amenaza para la economía local.
@diegorubinzal