Una nueva disparada del dólar, que volvió a superar los 43 pesos al público, se explica en un contexto global de apreciación de la divisa, amplificada en el mercado local por la falta de herramientas oficiales para contener una corrida cambiaria. La detención del ex presidente brasileño Michel Temer, por un caso vinculado con la investigación del Lava Jato, inició el despegue de la divisa a nivel regional, con un alza de 2,5 por ciento. Pero en la Argentina, la escalada superó el 2,8 por ciento durante el mediodía, ante la incertidumbre que genera el escaso margen de acción que le permite el Fondo Monetario al Banco Central para intervenir. La constante suba de tasas de interés ya no está teniendo el efecto deseado en las expectativas, mientras que el sector agroexportador continúa sin liquidar divisas. El ingreso del sector en el primer trimestre es el más bajo desde 2015, previo a las elecciones presidenciales, cuando los dirigentes ruralistas comenzaron la pulseada para imponer al macrismo en el gobierno nacional, tal como reconoció Hugo Biolcati, ex titular de Sociedad Rural, esta semana.
“Las pantallas están hablando claro. Es una rueda compleja a nivel internacional, donde el dólar se está fortaleciendo a nivel global y en emergentes la tendencia es más definida. Esto también puede observarse con los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense, que actualmente se ubican en 2,45 puntos, un nivel muy bajo que da cuenta del aumento de la demanda”, señaló a este diario Leandro Ziccarelli, coordinador del Observatorio Monetario-Financiero del Centro de Economía Política Argentina (CEPA). “La Fed le dice al mundo que no va a subir más la tasa y nuestro Banco Central la pone por los aires. Además, los operadores entendieron que 60 millones de dólares diarios de intervención que le permite el FMI es nada para un mercado convulsionado”, explicó Emmanuel Alvarez Agis, ex viceministro de Economía y titular de la consultora PxQ. “El Gobierno se confía en el impacto de la liquidación de la cosecha, pero este primer trimestre –cuando resta apenas una semana para cerrarlo– ya es el más bajo desde 2015. Y cuanto más suban las expectativas de devaluación, menos van a liquidar”, agregó el ex secretario de Política Económica.
La economista Julia Strada explicó que “el esquema de tasas altas para frenar el dólar dejó de ser efectivo. El Banco Central sube la tasa pero ahora sube el dólar. El anunció de poder subastar dólares del préstamo del Fondo pareció traer algo de calma pero se licuó rápido. Y ahora se agrega el avance del riesgo país que genera incertidumbre”. La investigadora del CEPA señaló que “el Gobierno niega el problema. Los problemas estructurales del tipo de cambio no cambiaron. La suba del dólar es resultado de los desequilibrios macro y de la brecha externa”. Para concluir que “estamos en tiempo de descuento porque en algún momento se van a acabar los dólares del FMI. La moneda argentina, más allá de lo que ocurra con las monedas de otros países de la región, termina siempre siendo la que más pierde”.
La limitación en el uso de los dólares que impone el Fondo es central en esta discusión, porque es el propio organismo que conduce Christine Lagarde el que no confía en la posibilidad de frenar una corrida. “La discusión es cómo los venden. ¿Por qué? Porque quieren que suba. Además, si le permite al Central utilizar todo el poder de fuego y la corrida se come los 9000 millones que le presta el Fondo, éste va a tener que poner otros 9000 millones más. La apuesta del FMI es que el precio sea el que ponga el límite”, detalló Alvarez Agis. Frente a esta situación, la tasa es la única herramienta que tiene el Central, pero ya no hace efecto. “No hay economía que se banque un 5 por ciento de suba de tasa semanal. Si pudiera usar los dólares de otra manera, la historia sería distinta”, concluyó.
El ex titular del Banco Central y fundador de la consultora Synthesis, Alejandro Vanoli, suma un componente a la ecuación: los importadores. “Con una expectativa de devaluación de la moneda, los importadores comienzan a apurar la presentación de sus declaraciones juradas para anticiparse al aumento, lo que deteriora la balanza comercial. A esto se suma una fuga de capitales que se acentúa en períodos preelectorales”, agregó el ex funcionario. La expectativa se sustenta también, desde lo técnico, en el acompañamiento del tipo de cambio a la inflación, lo que se traduce en los corrimientos de las bandas de no intervención cambiaria que aplica Guido Sandleris en el BCRA. “La inflación va a seguir muy alta. Entonces, aun en una situación donde puedan mantenerse estables las variables financieras, la devaluación va a seguir el aumento proyectado de los precios, de 45 por ciento, de mínima”, agregó Vanoli.
Nuevamente el contexto internacional no augura vientos favorables. “Las expectativas de crecimiento global son a la baja y eso afecta los precios de los commodities”, explica el ex banquero central. Esto tiene dos efectos claros. A nivel global potencia la huida al dólar y, en el plano local, la especulación. “Es probable una resistencia de los agroexportadores a liquidar su cosecha, dado que se desmantelaron todas las herramientas legales para obligarlas, con el objetivo de compensar la pérdida de precio con más devaluación. El menor consenso político del gobierno con el sector empresario también juega en contra”, apuntó.