Era noche cerrada cuando los aplausos terminaron una asamblea en la que más de 200 mujeres, auto convocadas unas y organizadas otras en fuerzas políticas, sindicales, movimientos sociales y estudiantiles, produjeron un hecho político muchas veces enunciado y pocas concretado. De manera unitaria, reuniendo voluntades que abarcan el más amplio arco opositor, se redactó un fuerte pedido a las centrales de trabajadores y trabajadoras para que apoyen el paro de mujeres del 8 de marzo que fue convocado internacionalmente.
La declaración pide el compromiso de las dirigencias sindicales de manera contundente para la medida, que busca denunciar las diferentes violencias machistas y la falta de atención del Estado pero también las inequidades económicas, la carga de las tareas domésticas y de cuidado no remuneradas, el rechazo al aumento de la edad jubilatoria, entre otros reclamos concretos. Explícitamente, se suma a las trabajadoras informales y a las que trabajan dentro de sus casas con modalidades que están todavía por definirse.
Altas, flacas, rubias, morochas, con el pelo fucsia y azul, gordas, lesbianas, heterosexuales, trans, del conurbano, de la capital, de la villa, sindicalistas, militantes de barrio, abogadas, estudiantes, autoconvocadas, con pollera, vestido, pantalón, con pañuelo verde en el cuello, con pañuelo de colores en la cabeza, rapadas, con hijos, sin hijos, jóvenes, viejas, casadas, viudas, solteras, peronistas, kirchneristas, trotskistas y de izquierda. Todas. Todas son más de doscientas mujeres. Fueron llegando para pensar juntas, debatir y consensuar de qué manera se encara el primer paro internacional de mujeres de la historia, el próximo 8 de marzo. La medida se replicará en treinta países del mundo y tuvo como primera medida unánime pedirle a los sindicatos que garanticen el derecho a huelga.
La decisión de la asamblea difundida a través de un comunicado ya tiene una respuesta institucional. Estela Díaz, Secretaria de Género de la CTA de los Argentinos, anticipó a PáginaI12 que esta semana planteará en la reunión de la mesa nacional de la central que el paro nacional de mujeres debe ser parte de la acción de lucha. “Desde la CTA venimos conversando, incluso con sindicatos a nivel internacional, de qué manera llevar a cabo esta medida de fuerza. Creemos que es una oportunidad propicia dentro del sindicalismo. Nosotros adherimos al paro del 19 de octubre y creemos que hay que darle modalidades múltiples al próximo 8 de marzo. Hay que favorecer modalidades que ayuden a que las compañeras participen”.
También lo hizo la dirigente del PTS y ex diputada nacional Myriam Bregman: “Nuestra exigencia a las centrales sindicales para que garanticen un paro efectivo de toda la clase trabajadora, con el destacado protagonismo de las mujeres, tiene el objetivo de que ese día verdaderamente sea una jornada de lucha masiva en la que se pueda expresar la fuerza de millones de trabajadoras y trabajadores reclamando por nuestros derechos, los derechos de las mujeres que somos también las que más sufrimos las consecuencias del ajuste, las más precarizadas, las primeras en ser despedidas, las que ganamos menos, las que padecemos la violencia machista y pagamos con más de trescientas muertes por año la negativa al derecho al aborto seguro y gratuito”.
La convocatoria se vio atravesada por un debate obligado. “Llamativamente la CGT después de un letargo decidió convocar a una movilización para el 7 de marzo cuando es de público conocimiento que estamos aquí y ahora planeando el paro del 8 de marzo. Esto no es para pasarlo desapercibido. Ayer un periodista le preguntó a los sindicalistas qué iban a hacer frente al paro de mujeres. Y lo que hicieron fue poner cara de ¿existen las mujeres?”, dijo una de las integrantes del Colectivo Ni Una Menos al inicio de la asamblea.
Una de las primeras en hablar fue Natalia Fontana, secretaria de Comunicación de la Asociación Argentina de Aeronavegantes, gremio que está nucleado dentro de la CGT: “Esta semana sentimos que hay un vacío muy importante por parte de los varones al recibir la propuesta. No responden, no nos atienden y se hacen los boludos. Además, hemos visto a varios de nuestros compañeros con un volante bastante llamativo”. Parada en el centro de la ronda, Natalia mostró un papel en el que se podían ver a dos mujeres con dos leyendas diferentes. La primera con la frase “Las mujeres fuertes toman las riendas de sus vidas”, la otra con la consigna “las débiles culpan de su problema al patriarcado”. Arriba había una mujer sonriente con uniforme de trabajo, abajo un grupo de manifestantes con carteles mostrando las tetas.
Todas saben de lo que hablan, porque para todas el 19 de octubre de 2016 se convirtió en un hito para el movimiento de mujeres en Argentina y el mundo. Las mujeres vestidas de negro y bajo la consigna “Ni Una menos, vivas nos queremos” reaccionaron con ceses de actividades de una hora y una masiva e inconmensurable marcha en respuesta a la crueldad del femicidio de Lucía Pérez en Mar del Plata, y la brutal represión en el 31 Encuentro Nacional de Mujeres.
En esa historia reciente de movilizaciones –masivas el 3 de junio de 2015 y 2016, con réplicas en España, Perú, Chile, México, entre otros países– se inscribe la primera marcha contra el presidente de Estados Unidos Donald Trump, protagonizada por más de tres millones de mujeres en Washington. Este hecho político y social terminó de consolidar la idea: el movimiento de mujeres marca agenda en el mundo.
Así lo entendió la diputada nacional por el Movimiento Evita, Araceli Ferreyra: “Cuando pedimos por cargos nos dicen liberales, cuando pedimos por ejercer nuestra sexualidad como queremos, nos dicen putas. Nos van a decir cualquier cosa y nos hacen cualquier cosa. Quieren tapar nuestra movilización que sin dudas va a ser contundente y que marcamos antecedente. Porque la marcha de Estados Unidos contra Trump se basó en nuestro movimiento”.
De la misma manera quedó plasmado en un documento reciente que publicaron un grupo de profesoras y activistas de Estados Unidos entre las que se destacan Nancy Fraser, Cinzia Arruzza, Keeanga-Yamahtta Taylor, quienes llaman a construir un feminismo de base y anticapitalista y convocan al paro internacional de mujeres. “Nos inspiramos en la coalición argentina Ni Una Menos. La violencia contra las mujeres, como ellas la definen, tiene muchas facetas: es doméstica, pero también del mercado, de las relaciones de propiedad capitalista, y del Estado”, refleja el escrito.
Varias mujeres sindicalistas contaron sus experiencias en sus lugares laborales y fueron las que hicieron visible la necesidad del apoyo de las centrales de trabajadores y trabajadoras, como el en caso de Lucila, miembro de la lista bordó del Ferrocarril Sarmiento: “El 19 de octubre no pudimos parar, porque para nosotras implica parar una línea de ferrocarril y no es sencillo. Por eso vamos a juntarnos con las mujeres del tren para ver cómo hacemos porque hay muchas ganas de que se sienta fuerte la medida”.
Las lista de oradoras seguía completándose. Ninguna se quería quedar afuera. Pero el turno de Ninfa cambió el eje de los discursos y generó un aplauso cerrado: “Mi nombre es Ninfa y soy paraguaya. En 2014 fui brutalmente violada por mi ex marido. En 2016 mi hija fue brutalmente violada por el mismo padre. Entonces yo voy a luchar por mis hijos y por todas, el 8 de marzo, gracias”. Así también lo hicieron las compañeras de los trabajadores de AGR, quienes se acercaron a la asamblea para contar la situación que tiene a los trabajadores gráficos ocupando la planta hace ya más de dos semanas. “Nosotras les dijimos a nuestros maridos que si vuelven a casa es con el puesto, que sino no vuelvan, nosotras los bancamos”.
A ninguna le quedan dudas: el camino hasta el 8 de marzo será arduo y sinuoso. Pero saben que son muchas, que están haciendo historia, que el camino que comenzó con el grito de Ni Una Menos hizo eco en el mundo entero. “El 8 de marzo la tierra tiembla”, auguran las mujeres, aunque ellas ya sepan, que el sismo comenzó.