Cambiemos afiló el discurso descalificador contra los organismos. El encargado de dejar la marca en este 24 de marzo fue el secretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de la Nación, Claudio Avruj, que declaró que los referentes de Abuelas y de Hijos están “molestos” porque el gobierno no los considera centrales “sino un actor más” en el extenso campo de los derechos humanos.
El funcionario sostuvo que la gestión macrista tiene “una agenda ampliada en derechos humanos”, que avanzó “como nunca se había hecho en la Argentina”, que hay “miles de otras organizaciones” con las que está trabajando y que la gestión en derechos humanos está siendo reconocida internacionalmente.
“Durante el kirchnerismo, los organismos estaban en la centralidad de la agenda de derechos humanos y eran consultados de manera permanente; hoy no es así (...) Para nosotros son un actor más”, señaló Avruj. Para reforzar la idea agregó: “Ampliamos la agenda de DD.HH., y dejaron de ser sólo Abuelas o HIJOS. Hoy las mujeres, el medio ambiente, los pueblos originarios, ocupan un lugar importante”.
Avruj habló por radio antes de la marcha a Plaza de Mayo. Otro de los ejes de la descalificación fue atribuir un interés partidario a las organizaciones. “Los organismos en su mayoría fueron cruzados por un discurso ideológico que es de oposición a este gobierno. Recordemos que tomaron partido en la campaña de 2015, y esto los tiñó... cada uno se hace responsable de sus dichos y reacciones. Una organización debe privilegiar su rasgo apartidario, pero ellos en la campaña tomaron partido”.
El secretario reconoció tener con los organismos posturas opuestas en temas como la aplicación del 2x1 a los procesados por delitos de lesa humanidad (“yo no lo defendí, sino que dije que tenía que haber un respeto al fallo de la Corte Suprema”, aclaró), en el caso Maldonado (“tuvimos diferencias enormes”) y en el otorgamiento del beneficio de la prisión domiciliaria a los genocidas (“una potestad de los jueces y no de las querellas”), pero a continuación consideró que “en los temas importantes estamos de acuerdo”.
En el esfuerzo por instalar la idea de una suerte de despecho por no sentirse “prioritarios”, su discurso terminó sonando distanciado de la realidad. Avruj se preguntó, por ejemplo, “cómo en un país con un 30 por ciento de pobreza se podría no darle prioridad, o la misma importancia que a la búsqueda de los nietos, o a los juicios de lesa humanidad” a “educar a toda la población para que no haya más chicos analfabetos” o “al tema del trabajo”, como si esto hubiera constituido un esfuerzo del gobierno de los CEO.