El modelo argentino de verdad, memoria y justicia es observado como un ejemplo en el mundo entero, reflexiona Patricia Tappatá Valdez, directora del Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos de la UNESCO. “A los 13 días de recuperada la democracia argentina, el ex presidente Alfonsín creó la Comisión Nacional para la Desaparición de Personas (Conadep), lo que hoy se conoce en todo el mundo como comisiones de la verdad”, sostiene en conversación con PáginaI12, a 43 años del último golpe militar en el país. Para Valdez, la Conadep fue un trabajo de enorme eficacia y seriedad que explicó la metodología que usó el terrorismo de Estado para desaparecer, eliminar y perseguir a los opositores. Y a la vez, dice, el informe de la Comisión fue el que permitió llevar adelante el juicio a las juntas militares, desarrollar una política de reparación a las víctimas y posteriormente reabrir las causas judiciales.
Además de ex directora de la alianza de organizaciones de derechos humanos, Memoria Abierta, Valdez también fue directora ejecutiva de la Comisión de la Verdad para El Salvador de las Naciones Unidas y directora del departamento de Derechos Humanos para la Conferencia Nacional de Obispos en Perú. “La Conadep no solo es un modelo observado por el mundo, sino que inmediatamente después de su institución, Chile creó su propia comisión de la verdad y reconciliación, y posteriormente El Salvador continuó el mismo camino, al que le siguieron también un montón de comisiones en Sudáfrica, Perú y Guatemala”, dice la experta en derechos humanos.
Si bien las comisiones pudieron cumplir en muchos casos de manera muy profunda y con textos muy esclarecedores su tarea, reflexiona, nunca alcanzaron el nivel de difusión que tuvo el informe Nunca Más. “El informe Nunca Más fue durante muchísimos años el libro más vendido en Argentina porque no solo tiene un relato pormenorizado de cómo actuó el terrorismo de Estado, quiénes eran sus víctimas, cómo eligieron sus objetivos, etcétera, sino que además lo hace con un estilo literario que hace muy sencilla e impactante su lectura”, considera. Otra diferencia que marca Valdez es que en otros países no se dio tan rápido como en Argentina el enjuiciamiento de los victimarios. “Tanto Chile como El Salvador, Sudáfrica y Perú consiguieron hacer los juicios pero varios años después. Sobre Perú diría que, luego de Argentina y Chile, es uno de los países que pudo juzgar de manera más clara a los autores de crímenes de lesa humanidad. En el caso de Chile juzgaron ampliamente no obstante las condenas que impusieron fueron más breves”, explica. La especialista subraya que Perú tuvo la valentía de poner preso al ex presidente como Alberto Fujimori. Un mandatario que fue electo democráticamente y que sin embargo llevó adelante un gobierno autoritario con participación de grupos paramilitares. “Fujimori está preso pero además hay muchos otros miembros de las fuerzas armadas. Entonces Perú pudo usar el estado de derecho para cerrarlo de esa forma, sobre todo después de haber tenido una comisión de la verdad ejemplar”, afirma Valdez.
En los últimos años, y luego de mucho tiempo de conflicto armado, Colombia también tuvo su proceso de paz. Para Valdez fue un despliegue ejemplar donde tuvo mucha importancia la mediación internacional, sin embargo alerta que con la nueva gestión del presidente Iván Duque Colombia está desandando sus pasos. “Esto también muestra que las fuerzas políticas y económicas contrarias a la paz han logrado prevalecer”, sentencia.
Entrevista: Sofía Solari.