El corazón del animal son esos tambores. La multitud se mueve como un enorme animal que late con los tambores. Desde el palco los organismos de derechos humanos reclaman que se continúe con las políticas de memoria. Si alguien pregunta qué es la memoria encontrará una respuesta posible en estas multitudes que se citan todos los años el 24 de marzo: la memoria es presente, es identidad y es política.

El reclamo por las políticas de memoria no se refiere al pasado sino que cuestiona al gobierno de Mauricio Macri. Viene del pasado, pero se asienta en el presente, echa raíces, se convierte en presente y apunta al futuro. Muchas de las personas que se mueven en esa inmensa marea humana llevan un cartelito hecho de cartón y un palo con la fotografía y el nombre de su familiar o amigo o compañero desaparecido.

Se podría pensar que así como hay una memoria individual, la memoria colectiva sería una suma de esas otras memorias individuales. Pero ese reclamo de uno en uno no se convierte en la conciencia de una sociedad, es nada más que muchos reclamos.

Hay un cartel que atraviesa la Avenida de Mayo debajo del cual desfilan todos los manifestantes. Dice: “La juventud sigue luchando por los sueños de los 30 mil”. Se puede deducir, entonces, que la memoria sería equivalente al recuerdo. Pero repetir ese recuerdo puede generar la consecuencia patética de una patrulla perdida en el tiempo. El cartel no está hablando de eso. Es tan obvio que ni siquiera hace falta explicarlo.

La memoria es como un hilo invisible que une a esa multitud. Una columna de veteranos ex trabajadores de la Ford festeja que hayan condenado a dos ex directivos de esa empresa por los secuestros de 26 de sus compañeros de fábrica. Marchan entre columnas del Smata, la UOM, Camioneros, ATE, Calzado, la Corriente Federal de Trabajadores, Suteba y Sadop y otros. La memoria se expresa también como experiencia de lucha. Hechos que aportan a un acervo común.

Marcha con un grupo de familiares de japoneses desaparecidos. Se separa del grupo, quiere hablar porque hizo un seguimiento y tiene más información. Dice que hubo 170 desaparecidos más. Son denuncias que se fueron sumando en este tiempo, dice que la información está en el sitio web del Congreso Nacional de Familiares de Rugbiers Desaparecidos. Bueno, eso que se llama “recuerdo” se amplía con otros aportes del colectivo.

Viene por el medio de la avenida. Tiene diez u once años y se puso a modo de sombrero un gran helicóptero o avión amarillo de gomaespuma que dice: “Macri, Flybondiate”. El padre, que viene atrás, se divierte y la piba también, hay una complicidad implícita entre padre e hija. La memoria se ha transformado en esa piba pero se integra sin resonancias: le dice “Flybondiate” al que se le reclama por el bloqueo de las políticas de memoria y derechos humanos como lo demuestra claramente otro grupo que desfila bajo el cartel: “Comité ‘No hay democracia con presos políticos’”.

Hay otro reclamo de política económica: “Nunca Más caigamos en el FMI”. Está muy cerca del cartel sobre lo que soñaban los 30 mil. En realidad es un juego. Hay que hacer equilibro por un tirante de madera, mientras los demás le tiran pelotitas. Y se cae sobre una lona en el piso que dice FMI.

Pasan las personas con sus carteles: “Sin memoria no hay verdad ni justicia”, “Siempre seremos poesía”, y alguien que se queja por los apretujones “Es imposible pasar...” y otra voz que le responde: “por suerte es imposible, porque si no...” Si no, ya se sabe lo que pasa, por eso se queda en los puntos suspensivos: se viene la noche. Y pasan los veteranos de Malvinas del Cecim y es la memoria la que va tomando cuerpo, entrelaza historias, suma recuerdos, forma experiencia y se transforma en identidad.

Si hoy le preguntan a ellos cual es su nombre. Su nombre es el de los 30 mil, aunque mantengan el suyo. Porque la memoria colectiva es más que la suma de las memorias individuales. Es historia y es recuerdo, pero es más que eso. La memoria no es pasado sino lo que hacemos ahora con lo que hicimos en el pasado. Lo que hacemos ahora para enfocarnos en el futuro. La memoria es una construcción colectiva y por lo tanto es territorio en permanente disputa política.

Cada generación es un momento de esa historia. Tiene que saber qué hubo antes y que no se detendrá después. Eso es noción del momento que le toca vivir. Y es identidad, como cuando Néstor Kirchner dijo “somos todos hijos de las Madres de Plaza de Mayo”. Un momento de la historia argentina donde esa identidad define acciones y actitudes en los que siempre fueron a estas marchas, a los que se sumaron ahora y a los que las respaldan aunque no participan.

Para que haya una pugna tiene que haber más de uno. Como lo demuestra el informe de la Procuraduría sobre la disminución de juicios a los represores y el desfinanciamiento de los centros de la Memoria, el gobierno de Mauricio Macri ha mostrado su rechazo por el movimiento de derechos humanos.

Son identidades que se han construido desde la salida de la dictadura: la que surge de las Madres, y la del autoritarismo que se continúa. La memoria es lo que se hace ahora con lo que se hizo en el pasado. El macrismo recrea una identidad autoritaria y elitista. La masa que se representa en las grandes movilizaciones del 24 recrea una identidad popular. Hay una frase muy clara en el documento: “Es mucho lo logrado en nuestras décadas de democracia a fuerza de luchas del pueblo: ese es el camino, con memoria y unidad”.