Un hombre con cabeza de pájaro corretea a un niño entre las pancartas; un colectivo de comparsas nucleadas en Los tambores no se callan concentra toda la atención en la esquina de Roque Sáenz Peña y Esmeralda, y genera un círculo de baile familiar; Murgas por la Identidad hace sonar sus redoblantes entre la multitud; el Colectivo de Danza Afro integrada por decenas de bailarinas vestidas de naranja y blanco avanza por el medio de la calle a fuerza de emotivos movimientos que aluden al terrorismo de Estado. Algunas de esas escenas fueron protagonizadas por los más de 60 colectivos artísticos que nutrían la columna de cultura durante la marcha por el Día Nacional de la Memoria, la Verdad y la Justicia.
Bajo la consigna “Cultura es trabajo, cultura es memoria, Macri no es cultura”, organizaciones, artistas y trabajadores y trabajadoras de la cultura marcharon en conjunto por cuarto año consecutivo. “Nos juntamos el 24 de marzo porque es la madre de todas las batallas político-culturales; es una colectora de reclamos”, sostiene el dramaturgo y director teatral Juan Pablo Gómez, integrante de la Asamblea de Trabajadores y Trabajadoras de la Cultura.
Alrededor de dos mil artistas provenientes del cine, el teatro, la música, la literatura y otras expresiones culturales aprovechan la jornada para visibilizar sus demandas y preocupaciones. Plantean que en estos cuatro años hubo un fuerte retroceso en materia de políticas culturales y derechos humanos. Allí están Cultura Unida, Abogades Culturales, Merda en acción, MECA, Asociación de Organizadores de Milongas, Escena, Escena Política, Frente de Artistas y Trabajadores de las Cultura, la Unión de Escritoras y Escritores, Unión de Músicos Independientes, Circo Abierto, el Centro Cultural de la Cooperación, Colectivo Cultural de San Martín, Colectivo de Cineastras, DOCA, Frente Audiovisual Feminista, Foro de Danza, Payasos con Memoria, entre otras organizaciones. “Esta juntada comenzó hace cuatro o cinco años cuando nos empezamos a reunir para pedir la renuncia de Darío Lopérfido (ex ministro de Cultura porteño), un funcionario negacionista. Y a partir de esa marcha se empezaron a establecer ciertos puntos en común en toda la cultura independiente de la Ciudad: el anti-negacionista, la idea de rescatar la cultura como trabajo y denunciar el carácter anticultural y antitrabajo del macrismo”, explica Gómez a PáginaI12.
De este modo, la denuncias a las políticas culturales regresivas del macrismo se hicieron notar en carteles, remeras y pancartas. “Cultura libre de negacionismo”, “Vaciamiento cultural / Desguace nacional”, “Sin memoria no hay cultura”, “Domiciliaria = Impunidad” y “La cultura es un derecho humano”, eran algunas de las consignas que circulaban entre las cuerdas de candombe, ensambles de bombos legüeros, artistas callejeros y payasos.
“Nos mueve la danza para dar un mensaje que tiene que ver con reivindicar la memoria transfeminista. Y poder hablar desde una construcción de memoria vinculada al feminismo, que fue lo que nos unió”, apunta Gimena Luccardi, referente de Mujeres del Folklore, que nuclea a bailarinas, artesanas y músicas. “Más allá de que abrazamos todas las luchas y consignas (que se manifiestan), entendemos también que tenemos que tener una consigna propia que tiene que ver con nuestra esencia: somos una colectiva artivista que nacimos al calor de la lucha por la legalización del aborto”, resalta Luccardi.
En la actualidad, una de las preocupaciones principales del sector es el desfinanciamiento del Centro Cultural Haroldo Conti, ubicado en la ex ESMA. El centro cultural –que depende de la Secretaría de Derechos Humanos– adeuda pagos al 80 por ciento de los artistas y talleristas que trabajaron durante 2018, y tampoco están garantizados los fondos presupuestarios necesarios para el sostenimiento de las actividades de este año. Y, claro, el cambio de rango del Ministerio de Cultura a Secretaría fue uno los puntos negativos que destacaron. “En el último año, la Cultura dejó de tener un ministerio y los presupuestos de los distintos entes autárquicos han confluido en la timba financiera”, detallan en un comunicado los y las trabajadores de la Cultura e invitan a “reivindicar el ejercicio de la memoria colectiva”.
La columna cultural se concentró al mediodía en Diagonal Norte y Carabelas y a partir de ahí empezó a marchar por la avenida hasta confluir en la Plaza de Mayo con el resto de las organizaciones. “El macrismo se revela como el hijo dilecto de la dictadura, en estos términos. Está fuera de discusión que es un gobierno elegido democráticamente, pero los postulados que reafirma el macrismo son los mismos que se trataron de instalar durante la dictadura, como la instalación de un modelo neoliberal, la violencia del Estado y la no independencia de los poderes judiciales”, detalla Gómez. En relación al teatro, las preocupaciones son el desfinanciamiento de toda el área, la subejecución en el Fondo Nacional de las Artes (FNA) y en el Instituto Nacional del Teatro (INT). Además, denuncian las inspecciones abusivas en los centros culturales, la desarticulación de la ley de mecenazgo y la ley que prohíbe el arte callejero.
“En el cine, por orden del ministro (Pablo) Avelluto, también hay subejecución de todos los presupuestos para hacer inversiones especulativas con esos fondos”, remata. Según Juan Aranovich, referente de Club Cultural Matienzo, el aumento desmedido de la tarifas perjudicó gravemente al sector: “Para la mayoría de los espacios culturales, en los últimos tres años llega a más del dos mil o dos mil quinientos por ciento. Y año a año se nota mucho la reducción de gente que viene a los espacios o los artistas que no llegan a producir a los shows – sostiene Aranovich–. Hay un deterioro profundo en el acceso al consumo cultural y necesitamos que el Estado entienda que la cultura es un derecho humano.”