Pasaron ya cuatro décadas y la misma Policía todavía no puede ponerse de acuerdo acerca de la detención que Mercedes Sosa padeció la madrugada el 21 de octubre de 1978 en La Plata. Un episodio crucial en la vida de la artista tucumana, ya que la motivó a tomar la decisión que venía evitando desde las amenazas que había recibido de la Triple A: abandonar el país y exiliarse en Europa. Recién volvería a la Argentina definitivamente una vez que acabó la última dictadura.
Esta contradicción añeja pero a la vez novedosa surge de contrastar los distintos legajos de espionaje que en su momento generó la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires y que ahora coteja PáginaI12 gracias a la cesión de la Comisión Provincial por la Memoria, organismo encargado de custodiar esos documentos.
Todo sucedió a partir de un show que Sosa había ofrecido en El Almacén, un local folklórico ubicado en Diagonal 74 y esquina 3. La noche primaveral había arrimado a mucha gente, al punto que la misma cantante solicitó que abrieran las ventanas del lugar para que pudiesen escuchar quienes no lograban ingresar.
“Mercedes cantó todos temas que no eran comprometidos, porque en esa época había gran cantidad de canciones prohibidas”, explicó en su momento Cristina Dorato, una de las dueñas de El Almacén. “Pero al final del espectáculo el público comenzó a pedir ‘Cuando tenga la tierra’. Ella interpretó ese tema y también ‘Canción con todos’. Entraron fuerzas policiales, tiraron a la gente contra las paredes y detuvieron a Mercedes, músicos, gente que la acompañaba y a mí también.”
Uno de los documentos generados por los espías de la Policía bonaerense aseguraba que los efectivos se hicieron presentes en el lugar “ante un llamado telefónico anónimo” en donde se alertaba que Mercedes Sosa “entonaba canciones de protesta”. Una de las habituales coartadas a las que las fuerzas de espionaje echan mano para legitimar su accionar, pero que increíblemente se contradice con otro documento que la misma agencia generó ese mismo día, el 23 de octubre de 1978, es decir 48 horas después de la detención: “Personal de la Delegación La Plata de la Dirección General de Informaciones de la Provincia de Buenos Aires actuó en el control encubierto de la actuación de la cancionista folklórica Mercedes Sosa”. En este texto estaban reconociendo que hubo personal infiltrado operando en el lugar.
“Ese viernes llegaron temprano seis personas de la policía vestidas de civil, que aseguraron que venían a garantizar el espectáculo”, comentó Cristina Dorato. Por lo visto el operativo tenía de todo, menos de secreto.
“Bajo la apariencia de festivales folklóricos-artísticos, se ha constatado la difusión de ideología marxista”, detalla el documento en otro tramo, a pesar de que la propia Mercedes declaraba que “decían que era trotskista, aunque yo no lo era, no tenía conocimiento del trotskismo”.
Evidentemente la artista tucumana ya estaba “marcada” y los espías buscaban acorralarla. Algo que aquella noche los “servicios” lograron con relativa facilidad, de acuerdo a lo que se apunta en el legajo: “La folclorista cantó canciones que se hallan prohibidas, y ante la materialización de este acto las fuerzas de la Comisaría 2ª procedieron a la inmediata interrupción del espectáculo”.
“Se hace resaltar que cada canción entonada despertaba en los espectadores gran entusiasmo y fervor, siendo festejada y premiada su actuación con toda clase de exteriorizaciones”, describió el espía encargado de dejar todo asentado. Entre los puntos a destacar subraya que la actuación de Mercedes Sosa generaba “muchos aplausos”.
Este estado de comunión y celebración entre la artista y su público ubicó a ambas partes en un grado de complicidad merecedora de pena y sospecha: por eso no solo fueron detenidos Sosa, su guitarrista Nicolás Colacho Brizuela y los dos propietarios del lugar, sino también “todos los expectadores (sic), que sumaban en aquel momento 119 personas”. La precisión contrasta con los horrores de ortografía que suman los documentos.
En la requisa la policía aseguraba haber secuestrado “un álbum (sic) que contiene el texto de las antes referidas canciones y dos cassettes conteniendo la grabación de éstas”. Además la carpeta adjunta las letras de 19 canciones, entre ellas “Cuando tenga la tierra”, “Plegaria a un labrador”, “Duerme negrito” y “Como la cigarra”. El propósito de la transcripción es que los superiores tomaran cuenta del carácter “subversivo de las canciones”.
Todos fueron trasladados a la Comisaría 2ª y liberados a las pocas horas. Salvo Sosa, quien fue obligada a escuchar una por una las canciones que le cuestionaban haber cantado. Un extraño sometimiento psicológico coronado con la noticia de que no iba a poder seguir tocando por tiempo indeterminado. Debió entonces suspender la doble función anunciada para fines de octubre en el Teatro Lasalle de Buenos Aires.
1978 venía siendo un año raro para el folklore con la extraña muerte de Jorge Cafrune, quien había sido arrollado por un auto el 1º de febrero mientras intentaba ir a caballo desde Buenos Aires hasta Yapeyú, la ciudad correntina donde había nacido José de San Martín. Mercedes leyó todas esas señales y entendió que era hora de marcharse, tal como terminaría haciendo justamente un año después de la muerte de Cafrune, el 1º de febrero de 1979, con el incierto y angustiante destino del exilio.