El programa Buenos Aires Presente es un termómetro de las políticas sociales del gobierno porteño: dedicado a la atención de las personas en situación de calle, en estos momentos está en crisis: sus trabajadores denuncian explotación y maltrato de parte de las autoridades y escaso interés por hacer uso del programa según sus fines, una herramienta social, en lugar de una plantilla repartidora de frazadas livianas.
En otra sintonía, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, al abrir las sesiones legislativas el 1º de marzo, incluyó en su discurso leído al BAP: “Quisiera destacar también –leyó– el enorme trabajo que hace el equipo del BAP, presente las 24 horas, 365 días del año, yo algunas veces los acompaño, la verdad que le ponen el hombro para atender, acompañar a la gente en situación de calle, la verdad que hoy se responde en poquitos minutos los llamados del 108, se los contiene, siempre hay lugar en los paradores de la Ciudad, paradores de hombres, de mujeres, realmente hace una tarea de acompañamiento enorme, con muchísima sensibilidad y compromiso”.
La realidad indica otra cosa: desde hace unos meses, con la gestión a cargo de Fabián Boninsegna, buena parte de los trabajadores del BAP empezaron a trabajar turnos de 12 horas.
“El BAP, es cierto, es un dispositivo de atención inmediata que forma parte del Plan de Emergencia del Gobierno de la Ciudad. Estamos las 24 horas los 365 días del año”, explicó a PáginaI12 Laura Fusca, psicóloga en el equipo interdisciplinario del BAP. “Pero, de por sí, la tarea que hacemos implica un riesgo para la salud. Y no está contemplado como trabajo insalubre. Las 12 horas se nos impusieron a los franqueros de fin de semana.”
El BAP está compuesto por tres tipos de trabajadores, diferenciados por su tipo de vínculo laboral (planta permanente, transitoria o con contrato de locación), según el período en que trabajan (semana o fin de semana). Durante el fin de semana trabajan los franqueros. En el BAP, aunque las estadísticas forman parte del agujero negro del estado porteño, hay 194 trabajadores, que se dividen de la siguiente manera: en la semana trabajan 38 de planta permanente, 46 de la transitoria, y 25 con contrato; y los fines de semana trabajan 12 franqueros de planta permanente, 65 de transitoria, y 8 con contrato. Trabajan en el BAP choferes, operadores y profesionales (psicólogos entre otros).
Los franqueros trabajan en tres turnos de ocho horas, “pero hace dos meses, con la gestión de Boninsegna, empezamos a trabajar doce horas. Se nos impone ese horario”, señaló Fusca. Si los franqueros trabajaban en tres turnos y ahora en dos, hay una superposición de grupos, ya que tres grupos ahora trabajan en dos turnos, y una extensión del 50 por ciento en las tareas de cada grupo. Extensión de horario de trabajo y superposición que deja la riesgosa pero falsa imagen de que sobran empleados, cuando lo que se organiza es la duplicación de esfuerzo que lleva a la reducción de brazos.
“El turno madrugada va sin dormir, contraría las leyes laborales”, sostuvo Fusca. En los últimos días, los empleados denunciaron que tres de ellos habían recibido llamadas intimidatorias y que se les exigía la renuncia por ausencias injustificadas, aunque los intimidados negaran que existieran las ausencias.
Otro empleado, que prefirió no dar su nombre por temor a represalias del Gobierno, dijo a este diario que “como nunca se consideró insalubre el trabajo, y que tenga la carga horaria estaba dentro del decreto de creación del programa, el fin de semana se pactó como una consideración de que la tarea es insalubre y durante cuatro gestiones se mantuvo ese acuerdo”. En pocas palabras, las autoridades reconocían que el decreto de creación legitimaba las características de explotación, por lo que sin modificarlo en la letra, adecuaban la situación y hacían más habitable un trabajo de riesgo.
Ahora, la nueva gestión, Boninsegna, “se toma del decreto y no respeta el acuerdo interno que se sostuvo durante 4 gestiones”, sostuvo la misma fuente. “Esta gestión está excusándose con que desde Modernización les bajaron que el horario de trabajo es de 12 horas. Pero no es un trabajo cualquiera como para que se plantee esa carga horaria”.
Los empleados que ya llevan años trabajando para el BAP en la calle sostienen las dificultades y riesgos que deben asumir cotidianamente. “La población sobre la que trabaja el programa impone acciones muy complejas porque las personas en situación de calle, en primer lugar, es posible que sean portadoras de enfermedades que no saben que tienen”.
También describen que “abordar una ranchada (donde se reúnen a comer las personas en situación de calle) implica lidiar con situaciones de violencia”. Además, en el programa se incluye a “personas de hogares y paradores, y tiene su propia complejidad, hay que mediar para la convivencia, analizar la posibilidad de epidemias –sostiene otra fuente que recuerda una epidemia de varicela–, podés hacer el traslado de una persona patológicamente compensada y que en el móvil se pueda descompensar”.
También citaron la complejidad que se plantea cuando se trata de un caso de abuso en una familia, “intervenimos con la policía para llevar a una mujer a un refugio, pero el hombre vuelve y se genera una situación de violencia”, señaló la misma fuente. “Y eso es todos los días”.
El mismo empleado recordó que “el año pasado tomaron pibes que no habían terminado el secundario. Eso pasa porque lo piensan como un trabajo que puede hacer cualquiera, como entregar frazadas. Y no. Los pibes se encontraron con que eran situaciones muy complejas. Improvisamos reuniones con ellos para que no quedaran expuestos ni tampoco la gente en situacion de calle.”
El BAP, como lo señalan en el muro sus trabajadores, es la sigla de Buenos Aires Precario.