“Es la segunda vez que hago esto”, cuenta –casi confiesa– Natalia Lagos, mientras busca las perillas para prender las luces del Club Atlético Fernández Fierro, su flamante espacio de pertenencia. Cantante y pianista, Lagos se incoporó hace poco a la Fernández Fierro tomando el lugar de Julieta Laso. Debutó algunas semanas atrás y cada recital que pasa la encuentra más asentada en su rol como vocalista de una orquesta fundamental del tango contemporáneo. Ahora que la Fierro retomó su ciclo de los miércoles a las 22 en el CAFF (Sánchez de Bustamante 772), la cantante ya está lanzada a la vorágine del grupo.

“Fue tremendo que me llamaran porque, igual que muchos de mi generación, me hice tanguera escuchando a la Fierro y Altertango”, recuerda. “Fueron los primeros grupos que se identificaban con mi forma de hacer música y cierta idea de hacer tango que traía”, reconoce. A fines del año pasado planeaba una gira por Europa y cavilaba qué rumbo tomar tras Alto Bondi. Así que cuando abrió su casilla de correo y se encontró con un mensaje de Yuri Venturín, director de la orquesta, pidiéndole hablar, no lo dudó. Se aprendió quince temas en un mes, y al terminar volvió para incorporarse a los ensayos.

–¿Cuál era esa idea que encontraste en la Fierro?

–Yo fui cantante de blues durante muchos años. Simpatizaba con el tango, cantaba un poco, pero en un lugar me seguía pareciendo música de viejos. Me embolaba escuchar mil versiones. No lo ponía en mi casa. Pensaba hacer tango pero no lo podía bajar a tierra. De repente pensaba que era muy rockera para cantar tango. Me lo decían también, a veces. 

–Por tu edad supongo que cuando eras adolescente todavía primaba la idea de que la mujer que cantaba tangos tenía que tener la voz rasposa y eso.

–Sí, totalmente. Yo iba a cantar a bares con el guitarrista de Alto Bondi, en formato de dúo, teníamos 25 años y siempre venía algún viejo cascarrabias a decirme “sos afinada pero tenés mucha voz de nena”. O “te faltan yeites”, cosas así. Por eso me acuerdo que cuando escuché a la Fierro en Costanera Sur, de verdad me emocioné. Estaba la síntesis ahí. Alguien lo había hecho, ¿viste? Así que fue un honorazo que me llamaran.

-.En todo sentido, la Fierro es una máquina y cada integrante un engranaje. ¿Cómo te sentís ahí?

–Todavía estoy encontrándome. Hice recién cuatro conciertos, me aprendí mucho en poco tiempo, pero lo que sí me encanta es laburar en grupo. Me parece que el destino me volvió a poner en ese lugar. Y es un grupo más grande. La música es más violenta, más aguerrida. Es indudablemente tanguero, hay algo ahí que es claro en el concepto, de hace tantos años que están juntos. La fusión está, pero lo novedoso está hecho y como cantante el tango se percibe todo el tiempo. Hoy hay muchos grupos de tango nuevo que son tango, pero en la Fierro hay una cosa de concepto claro. Está buenísimo. El formato también es más punk, cosa que me copa y me identifica. 

–Pero Alto Bondi tenía (tiene) un costado rockero fuerte.

–Sí, claro. Pero Alto Bondi lo armamos como un mix de las influencias de todos y no sé si estaba tanto el punk ahí. Iban dentro del rock, pero en otras corrientes: el funk, el rock nacional, los Redondos y la música clásica también. 

–Decías recién que todavía te estás encontrando. En muchos temas se nota que ya le estás encontrando la vuelta. ¿Cómo encarás esa búsqueda?

–Va rápido porque la Fierro tiene una actividad intensa. El desafío más importante es que aparezca mi personalidad. Que es la Natalia de ahora, no la de Alto Bondi. Que son otras letras, otras melodías, con otra maquinaria. No es el mismo personaje. Estoy laburando mucho. Y también voy permitiéndome cosas. Al principio uno cae en un nuevo espacio, un nuevo grupo humano, gente que vos respetás y no sabés hasta qué punto hacer. Además la Fierro ya tuvo dos tremendos cantantes (Walter “Chino” Laborde y Julieta Laso) y por ahí al principio estás muy pendiente de no ser muy diferente, porque hay una estética ya definida.

–Pero tu registro ya te separa del Chino y de Julieta.

–Sí, pero aún no están todos los temas pasados a mi registro. De hecho la idea es incorporar repertorio nuevo, más acorde, y empezar a sacar lo viejo. Algunos temas me quedan bastante graves, pero es un lindo desafío.