La ciudad de El Alto, levantada sobre las laderas cordilleranas que rodean el valle paceño, es una suerte de conurbano bonaerense de intensa actividad comercial y alejado del epicentro capitalino donde tienen lugar la mayor parte de las actividades artísticas y culturales. Allí, en ese cordón periférico, funciona Radio Líder, la emisora que, cuando ninguna lo hacía, se animó a poner al aire el programa Nación Marica. Los días de fiesta nacional, en El alto salen multitud de comparsas a la calle, haciendo un despliegue impresionante de trajes, sombreros y polleras dobles o triples, que realzan su brillo y su vivacidad sobre las pieles morenas de sus danzantes, casi todxs, obviamente, indígenas. Aunque esta población constituye una aplastante mayoría -el 62%- que muchxs celebran con orgullo, otrxs, al momento de interactuar en una red de contactos, reproducen la misma racialización que padecen. Es, por ejemplo, esa parte de la población marica que, aunque asuma su disidencia sexual, intenta ocultar cualquier otra: “En Grindr, de Bolivia, se ve claramente la gordofobia, xenofobia, gerontofobia. Nosotras pensamos que es una aplicación que ha empezado a banalizar el tema de la homosexualidad. Hay perfiles que dicen: no locas por favor, no gordos, etc. Hay diferentes mecanismos de discriminación en esta aplicación en la que todos son blanquitos, por ejemplo, muchos se blanquean la foto. Las personas diferentes a este modelo, para tener cabida en la aplicación lo hacen de una forma muy camuflada. En Grindr no existen las locas ni las plumas ni el maricón afeminado. Algunas compañeras lo disimulan para poder entrar”, cuenta Roberto Condori a Soy. Roberto es, junto con Edgar Solís, uno de los conductores de Nación Marica. Desde hace siete años, ambos le ponen voz a un activismo que lleva adelante una doble batalla: la que va, por un lado hacia el afuera, y por el otro, la que enfrentan en el interior del mundo marica. “Este programa es parte del movimiento marica en Bolivia- dice-. Nació en 2010, como programa de radio antes de ser movimiento, en la radio de la agrupación feminista Mujeres creando. La idea era tomar la palabra, que ya no fueran los medios de comunicación quienes hablaran por nosotras, hasta ahora lo siguen haciendo desde una perspectiva sensacionalista y muchas veces criminalizadora. Por otro lado, las organizaciones no veían las temáticas que nos estaban tocando, por ejemplo, el acceso a la vivienda, o el bullying por homofobia; ni siquiera se hablaba el tema de homosexualidad e indigenismo. Sólo se abordaban los temas institucionales: prevención de VIH o shows de transformismo. Y nosotras, con esa necesidad de contar esas historias completamente invisibilizadas, en el tintero de la marginalidad periodística, y en primera persona, para que los maricones hablemos por nosotras mismas. Nuestro primer programa fue sobre la homosexualidad y la religión católica. Entrevistamos a un cura homosexual que actualmente está dando misas en la ciudad de El alto, pero claro, en ese momento lo hicimos desde una discreción total, para evitar que sea identificado por las autoridades de la religión. Que nos metamos con la Iglesia, a denunciar su doble moral, aquí en La paz ha llamado la atención de los medios de comunicación.
Esta etapa fue en Radio Deseo, arrancaron con toda la impronta combativa de Mujeres creando…
-Sí, estuvimos cinco años trabajando en esa radio, y en ese tiempo pensamos mucho. Entre otras cosas, hicimos una pequeña investigación que se llama Diccionario marica, donde resignificamos todos los insultos que se manejan aquí en el contexto local de Bolivia. Después de esos años, quisimos continuar con el programa pero muchos medios de comunicación nos cerraron las puertas, nos decían que no podíamos hablar de ser maricas. Finalmente llegamos a Radio líder, tras un peregrinaje de casi dos años.
El nombre Nación Marica es el mismo que el del libro del chileno Juan Pablo Sutherland…
-Sí, le hemos pedido permiso y él aceptó. La idea es crear ese proyecto de nación del que siempre hemos estado al margen, crear nuestra propia nación que finalmente es una no nación. Lo que caracteriza este nuevo ciclo en radio Líder, precisamente va en la línea de profundizar la investigación periodística.
Ustedes no sólo se identifican como maricas, sino que además se apartan de la palabra gay, porque es una palabra blanca…
-En esa diferenciación comenzó todo, desde que empezamos a cuestionar el tema de lo gay, que actualmente sigue manejándose bajo los mismos parámetros: un estereotipo occidental, rubio y con dinero. Para ser gay habría que cumplir con ciertos requisitos estéticos. En las ferias de prevención de VIH ponen un afiche con una foto de un chico bien musculoso y bien parecido, cosa que tú como indígena te mires al espejo y veas las enormes diferencias. Si eso es un gay, entonces, te preguntas, ¿nosotros qué demonios somos? La respuesta es: marica. Lo marica tiene que ver con la antítesis de lo gay: ser pobre y ser indígena, tiene que ver con lo periférico, con el no privilegio de clases. En este camino, de todos modos, hemos tenido que conversar con estas otras personas que se identifican como gays y lo hacen con la banderita en la marcha del orgullo. Esta identificación incomodó a mucha gente que, también fuera del gueto, nos pregunta: ¿por qué se insultan entre ustedes, por qué se nombran como maricas, si ustedes son gays o son personas finalmente? Este debate es necesario. Saliendo de lo gay, termina siendo otro flanco de lucha afirmarse como maricas. La idea principal es resignificar ese insulto y quitarle la carga peyorativa para que cuando en la calle nos gritan maricones, nosotros no nos paralicemos como antes lo hacíamos. Es una palabra que nos ha dolido muchísimo y nos ha marcado a lo largo de nuestra infancia y juventud, pero si lo resignificas finalmente como insulto te resbala. Esto es un proceso político. En el gueto no te discriminan porque eres gay, obviamente, sino porque eres indígena, moreno y pobre o vives en El alto. Identificar esta forma de doble o triple discriminación es importante para poder dar una respuesta política en relación a la lucha antirracista.
En otras ciudades de Latinoamérica se están generando importantes focos de lucha desde la interseccionalidad. ¿En qué se asemeja o se diferencia su activismo de otros de esta parte del continente?
-Enunciarse desde lo marica, es plantear una enorme diferencia. Nosotras, en Bolivia, somos las únicas que nos denominamos así. Aquí todo es gay y es institucional; hay una corriente de obtención de derechos legales financiada por la cooperación internacional donde te norman el discurso. Nosotras no congeniamos con esto. Es un activismo que le hace favor al poder y eso creemos que es perverso porque te quita la capacidad de cuestionarlo. Hablo de la cooperación internacional entendida como forma de financiar el activismo LGBTI en Bolivia. El gobierno de Evo Morales ha sido bien gay friendly y por eso muchas organizaciones han transado para que salgan algunas normativas en defensa de la población LGBTI. Pero en cuanto una es independiente de la izquierda o de la derecha tienes la capacidad de cuestionar. De lo poco que conocemos del activismo de Latinoamérica creemos que el activismo gay está muy penetrado por la cooperación internacional. A nivel Latinoamérica, creo que no hay una especie de red marica, estamos haciendo nuestras luchas desde diferentes contextos y para ser alianza sería necesario conocernos. El activismo en Latinoamérica parece tan sólo centrarse en la homofobia. Si aquí se acaba la homofobia apagamos la luz y nos vamos. Pero nosotras nos preguntamos: ¿y qué de la explotación infantil, y qué de la pobreza? Esta lucha tiene que ser transversal. Esta es una lucha todavía muy dispersa.
Para terminar, ¿qué relación mantienen actualmente con Mujeres creando?
-Hemos nacido en Mujeres creando, tenemos esa escuela feminista. Nuestras principales armas de lucha y resistencia las hemos aprendido ahí. Debemos mucho a este movimiento. Actualmente la relación con ellas está distanciada. No sé cuál será el concepto que mujeres creando tendrá de nosotras, pero nosotras seguimos alimentándonos de su teoría feminista.