Desde Córdoba

La diversidad se proclama en el VIII Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), como un mantra un tanto desgastado. Pero lo que impera en los discursos es una peligrosa uniformidad política, una cerrada defensa de España, una rendición cultural sin críticas, sin cuestionamientos ni disidencias. Las palabras del premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, en el Teatro del Libertador General San Martín, encenderán la polémica. Nadie puede resultar indiferente a la interpretación que hace de la historia. El escritor peruano aseguró que los historiadores, los lingüistas, los sociólogos, no se ponen de acuerdo sobre cuántas lenguas existían en América a la llegada de los españoles y portugueses. Los números oscilan entre 1500 a 3000 lenguas. “Los americanos no se entendían y por eso mismo se mataban. América era una torre de Babel cuando llegaron los europeos y estaba literalmente bañada en sangre”, dijo Vargas Llosa durante la apertura del CILE, en la que estuvieron el rey Felipe VI, el presidente Mauricio Macri y el gobernador de la provincia de Córdoba, Juan Schiaretti. “Las controversias que ha generado la conquista desaparecen cuando se trata de la lengua. Nadie discute la importancia que significó el unir en una sola lengua la extraordinaria diversidad que caracterizaba a este continente”, añadió el autor de Conversación en la Catedral, que hoy cumple 83 años, y anunció que el próximo Congreso –el noveno– se realizará en su ciudad natal, Arequipa, en 2022.

A diferencia de Macri, que últimamente grita y pierde esa especie de falsa calma que lo caracterizaba, el escritor peruano habla con una cordialidad excepcional y decide intervenir en la controversia que generó el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, por la carta que les envió al rey de España y al Papa. En esa carta le sugiere al monarca pedir perdón por “las violencias que se cometieron en aquellos años que sor Juana Inés llamaba ‘rudos’”, recordó Vargas Llosa el calificativo de la gran poeta del Siglo de Oro de la literatura en español. “El mandatario mexicano se equivocó de destinatario; la carta se la debía mandar a sí mismo y responder a la pregunta por qué México, que hace cinco siglos se incorporó al mundo occidental gracias a España y hace 200 años es independiente y soberana, tiene tantos indios marginados, pobres, explotados. Es una pregunta que se pueden hacer todos los presidentes latinoamericanos, porque ningún país ha resuelto las injusticias cometidas contra los indios en América”, advirtió el escritor peruano. “Ese problema no está en el pasado, está aquí vivo; hoy nos golpea la conciencia a noso- tros, los latinoamericanos, que no hemos sido capaces de resolverlo”, admitió Vargas Llosa. “Ojalá cuando termine el mandato de López Obrador los indios mexicanos tengan mejores condiciones de vida y más oportunidades para que puedan sacarse esa losa que los ha tenido discriminados y explotados durante tantos siglos”. 

El escritor peruano arremetió contra el presidente mexicano. “El señor López Obrador no parece estar informado que las grandes matanzas de indios no fueron solo en los años coloniales; países independientes como éste o Chile cometieron matanzas contra los indios. Ese problema no está en el pasado, no es un problema de los españoles de hoy, es un problema que afecta fundamentalmente a los españoles que vinieron aquí, a los abuelos y bisabuelos del señor López Obrador y a los millones de latinoamericanos que nos sentimos orgullosos de tener ancestros españoles. Esa conciencia moral la trajo la lengua española, que nos hizo ciudadanos de una cultura que introdujo la democracia, la libertad, la idea de una cultura contradictoria que discutiera, que se pusiera a prueba con los hechos históricos; una cultura capaz de criticarse a sí misma”, ponderó Vargas Llosa y destacó que la vitalidad indiscutible de la lengua española no es producto de las academias. “Las academias no crean la lengua; la lengua la crean los hablantes y escribientes”, aclaró y contó la anécdota de lo que le pasó a Ricardo Palma, filólogo peruano que viajó a España con la esperanza de que la Real Academia Española (RAE) incorporara algunos peruanismos al diccionario. Pero regresó frustrado porque la Academia no aceptó ninguno. “Eso hoy no ocurriría. Hoy la Academia es tan susceptible de ser acusada de imperialista que los americanismos los introduce al diccionario aun antes de que nazcan o que pasen la prueba de la academidad”, opinó el escritor peruano.

El rey de la obsecuencia –palabra que la RAE define como “sumisión, amabilidad, condescendencia”– fue el presidente Macri. “No queremos que se vayan”, les dijo a los reyes de España, Felipe VI y Letizia Ortiz. “Queremos que vuelvan pronto, los vamos a extrañar.” La incultura no se puede disimular. “Imaginemos si acá los argentinos hablásemos argentino y los peruanos, peruano, y los bolivianos, boliviano, y necesitásemos traductores para hablar con los uruguayos”, propuso Macri en una intervención errática y salpicada de furcios. “No nos olvidemos de la primer (SIC) gran vuelta al mundo. Una de las grandes gestas de la humanidad fue una hazaña española. Ya que la expedición por Juan Sebastián Elcano por la muerte de Fernando de Magallanes fue financiada por la corona española. Esta expedición marcó un antes y un después en las comunicaciones y el comercio y tal vez fue el inicio de lo que hoy conocemos como la globalización”, interpretó el Presidente sin darse cuenta de su problema con la concordancia lingüística entre el sustantivo y el adjetivo. Hacia el final se refirió al potencial transformador de la lengua. “Nuestra lengua está viva, cambia como cambiamos nosotros. La lengua ahora wasapea, tuitea, chatea, se viraliza, se mueve en todas las direcciones en las que se mueve nuestra sociedad y nuestra cultura”, aseguró Macri y celebró que este octavo encuentro sea “una gran oportunidad para debatir y seguir pensando cómo aprovechar todo el potencial que compartimos, para mejorar el mundo en que vivimos y la vida de nuestra gente”.

Felipe VI, en tanto, leyó su discurso y le cambió el nombre a Borges. “Vuestro José (SIC) Luis Borges, nuestro, también, por universal, dejó escrito que ‘el idioma no es solo un instrumento de expresión y comunicación sino una tradición y un destino’.” El rey de España precisó que 480 millones de personas tienen el español como lengua materna. “Conocemos su larga historia, uno de cuyos momentos más delicados fue, sin duda, el de la independencia de los territorios ultramarinos. No faltaron entonces voces que demandaron también independencia en el ámbito de la lengua. Bastó la voz de don Andrés Bello, a quien José Martí calificaba como ‘el mejor de los nuestros’, para recordar que esa lengua era tan propia de América como de España”, recordó Felipe VI quien añadió que paradójicamente el español tuvo su mayor expansión “con el nacimiento y la consolidación de las jóvenes repúblicas americanas”. 

Carme Riera, académica que ocupa el sillón N de la RAE, subrayó que es “la primera vez que una escritora es invitada a hablar en la magna ceremonia de inauguración” y compartió un texto donde puso el énfasis en la importancia de la traducción. “Los cronistas y los religiosos que vinieron al nuevo mundo con el ánimo de evangelizar se refirieron con frecuencia a la imposibilidad de no entenderse; sabemos que fueron los frailes los más interesados en aprender las lenguas autóctonas. La introducción de la lengua castellana fue lenta, lentísima, y de ahí la importancia de los traductores. La lengua de Castilla no se impone hasta el siglo XVIII”, repasó Riera y comentó que a partir de la independencia de las distintas naciones americanas el castellano se convirtió en hegemónico. “Las lenguas para mí son cristales a través de los que contemplamos el mundo: el mundo es hoy cada vez más global. Tal vez por eso es importante conservar características que nos identifiquen. Pese a la variedad de las diferentes naciones que ya hablan español, el cristal del español nos trasparenta de un modo particular”, precisó la primera escritora en inaugurar un Congreso de la Lengua. “No hablamos una lengua sino que la lengua habla por nosotros”, expresó Octavio Paz. Riera llevó esa frase del escritor mexicano a su molino: “Las mujeres, en todas las lenguas, hemos sido habladas en vez de hablar, con excepciones como la de Sor Juana, pero eso está cambiando a marchas forzadas y de manera imparable”.

EFE
En el Congreso, Macri tuvo problemas con la lengua.

Desde las instituciones españolas que organizan el CILE, Santiago Muñoz Machado, director de la RAE y presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española, afirmó que el Congreso –que terminará el próximo sábado con el discurso de la escritora cordobesa María Teresa Andruetto– se propone “poner en valor al español como lengua americana”. En sus palabras inaugurales comentó que han procurado “ser inclusivos para atender sensibilidades diferentes y abordar situaciones específicas que evoquen las problemáticas de nuestra sociedad”, y precisó que el objetivo fue “dar voz y presencia a las lenguas originarias de América que conviven en armonía con el español”. Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, sostuvo que “los retos del idioma tienen que ver con los retos de la convivencia democrática”. El poeta señaló que el Congreso Internacional de la Lengua “lleva organizándose más de mil años, pero nuestro compromiso verdadero son los próximos mil”. “Nos reunimos acá para hablar del futuro como una apuesta compartida. La cultura y la educación parten su pan con la tecnología y la ciencia sobre un horizonte en que la lengua tendrá sin duda un papel decisivo.” El director del Instituto Cervantes apeló a sus recuerdos. “Al preparar estas palabras me emocionó el recuerdo de unas palabras de Julio Cortázar, publicadas por el periódico El País el 25 de julio de 1978. Decía el autor de Rayuela: ‘Como tantos latinoamericanos que escribieron y escriben en español a miles de kilómetros de su patria mantengo el contacto con mis hermanos prisioneros, escribo para ellos porque escribo en su idioma que siempre será el mío’. El estudiante de Filología que cortó y guardó este artículo en los meses finales de su propia dictadura no sabía que estas palabras afirmativas estaban esperando la inauguración de un Congreso en Córdoba más de cuarenta años después. Sí era consciente ya que la poesía y la lengua materna son el sedimento de la experiencia donde los seres humanos pueden reconciliar sus mentiras con la palabra verdad”, reconoció García Montero y repitió unos versos del poeta cordobés Arturo Capdevilla: “Habla por mí lengua de mis abuelos, no me dejes faltarte, no me dejes mentir, no me dejes caer, no me dejes, no”.