En el año de su centenario, el Conservatorio Superior de Música Manuel de Falla, que depende del Ministerio de Cultura porteño, está en conflicto. El miércoles por la tarde, y tras varios meses de reclamos previos, la comunidad educativa del instituto de formación musical más antiguo de la Argentina marchó hacia la Dirección General de Enseñanza Artística (DGEart) de la cual depende para pedir por el “cese del ajuste y la precarización laboral”. Una delegación de los docentes, estudiantes, miembros del consejo directivo y representantes gremiales presentes fueron recibidos por el director de una sub área, que se comprometió a transmitir el reclamo al director de la DGEart. Prometió una respuesta “inmediata”, aunque al final de la reunión los docentes presentes desconfiaban de que sus demandas pudieran tener soluciones en el corto plazo.
Los reclamos de la comunidad que compone el instituto terciario son varios: por un lado, hace años que exige concursos regulares para los cargos de base, un proceso de titularización docente y la aplicación de las normativas vigentes, que incluye el cobro en tiempo y forma de los sueldos; por otro, a las demandas laborales se suman las de infraestructura, ya que el conservatorio se encuentra en una situación de pérdida constante de espacios físicos (está repartido en seis sedes, varias de las cuales comparte con otros institutos), que dificultan y hasta impiden el normal funcionamiento de las clases. Una realidad que no coincide con la descripción que del conservatorio hace la propia página web de la DGEart, que lo define como una “casa de estudios que ha trascendido los límites de la Ciudad de Buenos Aires para proyectarse en el ámbito nacional e internacional en razón de la excelencia de la enseñanza que imparte”.
“El Falla es una institución muy grande que requiere presupuesto y atención. No creo que haya una política de vaciamiento específica, pero sí que es una variable rápida de ajuste”, contó a Página/12 Lautaro Soria, docente, egresado y delegado del conservatorio, que recordó la conflictiva relación que tiene la DGEart con las distintas instituciones artísticas, como en su momento la Sala Alberdi. “Hay carreras con pocos alumnos porque son carreras específicas, y puede pasar que haya clases con un alumno y un profesor. Los directivos ven eso en su planilla de Excel y preguntan para qué se da ese curso”, agregó.
Con 500 docentes y 2 mil alumnos, el “Falla” cumple seis años con problemas de gestión. “Hay una cantidad grande de alumnos que arrancaron sus carreras esta semana y no tienen profesores designados y por ende no pueden cursar”, especificó Soledad Venegas, también docente y delegada de UTE en el terciario, además de coordinadora de la carrera de Etnomusicología, la única disponible en la oferta académica del país. “Es importante defender al conservatorio porque hay carreras que sólo pueden estudiarse allí”, cerró.