Con Mariano Chiacchiarini como director invitado, la Orquesta Sinfónica Nacional comenzará su temporada en el Centro Cultural Kirchner. Este viernes a las 20, en la Sala Sinfónica del complejo de Sarmiento 151, interpretará la Sinfonía Nº6 en La menor de Gustav Mahler, uno de los monumentos musicales del Romanticismo tardío. Las entradas gratuitas pueden retirarse de 12 a 19 en el CCK, hasta dos por persona, o se pueden reservar a través de su página web. El mismo viernes, a las 18, el crítico musical Pablo Kohan ofrecerá en una charla algunas de las claves para aproximarse a una obra considerada entre las más arduas del repertorio sinfónico.
Para la OSN esta apertura de temporada encierra un desafío importante. Afligida por viejos y nuevos problemas (ver nota aparte), desde el punto de vista artístico no renuncia a la búsqueda de la excelencia y al deber de ser intérprete de las grandes muestras del ingenio humano. “Este es un comienzo de temporada muy esperado para la Sinfónica Nacional”, asegura Chiacchiarini. El director radicado en Alemania, pero que con frecuencia regresa a Argentina para dirigir la OSN, señala que este es el momento para hacer una sinfonía complicada y exigente, para los músicos, para el director y para el público. “En particular por su longitud, su densidad expresiva y por la cantidad de músicos que se necesitan para interpretarla”, detalla.
Entre las tentaciones del mito y las conjeturas autobiográficas, la “Sexta” de Mahler es el prodigioso reflejo de un compositor maduro en la Viena de inicios del Siglo XX. Compuesta entre 1903 y 1904 y revisada posteriormente, esta sinfonía marca cambios en las estrategias expresivas del compositor. No utiliza la voz humana, como había hecho en varias de las sinfonías precedentes; renuncia a un final pomposo y refleja un clima denso, que poco después le valió el ya entonces trillado apelativo de “trágica”. “Es la más pesimista de las sinfonías de Mahler, seguramente. Entre otras cosas por sus momentos de sugestiva oscuridad y además porque no tiene esos finales bombásticos que utiliza en las otras”, sostiene Chiacchiarini. “Decir que es la mejor sinfonía de Mahler es una cuestión subjetiva, pero lo que es indiscutible es que se trata de una de sus sinfonías más importantes. La escribió en un momento de felicidad y para él fue un punto de inflexión en su vida”, agrega el director.
Como toda obra cardinal, también la Sexta de Mahler destila discusiones. Una de ellas tiene que ver con el final. El último movimiento es un camino que desemboca en la extinción del sonido, marcado por furiosos “golpes del destino”, que en la partitura fueron varias veces revisados por el compositor. “Originalmente Mahler compuso cinco golpes con esas características para el final. Luego los redujo a tres y más tarde sacó el tercero, porque era un tipo supersticioso. El tercer golpe era el más potente, la idea de la ‘caída del gigante’, y cuando lo sacó cambió la orquestación de esa parte. Es decir, no se trata de un martillazo más o menos sino de un cambio profundo en la estética del final, que se va diluyendo”, explica Chiacchiarini. “De todas maneras, por lo que expresa, esta sinfonía será premonitoria. Después de ella llegarán momentos difíciles en la vida del compositor. Tiene que renunciar a la Opera de Viena, se quiebra su relación con Alma, muere una de sus hijas y descubre la enfermedad cardíaca por la que morirá años más tarde”.
El programa de este concierto guarda una atractiva relación de contraste con el que el mismo Chiacchiarini ofrecerá el viernes 5 de abril en el CCK, siempre al frente de la OSN, con la Sinfonía nº8 en Fa mayor Op. 93 de Ludwig Van Beethoven como obra central. “Así como Mahler escribió su sinfonía más oscura en un momento de plenitud, Beethoven escribió su sinfonía más divertida y optimista en el peor momento de su vida, en el más solitario, cuando no escuchaba nada y terminaba su relación con la ‘amada inmortal’”, explica el director. En esa presentación se cumplirá con uno de los objetivos que la orquesta como institución se ha planteado, la promoción de nuevos talentos. Por eso invitarán a Victoria Warzyca, violinista argentina de 18 años, para que sea solista en el Concierto para violín y orquesta Nº 2 en Re menor Op.22, de Enrik Wieniawski.
Sobre las capacidades de la orquesta, Chiacchiarini no tiene dudas. “Tengo una relación fuerte con esta orquesta, que dirijo con frecuencia desde hace años. Sé que puede tocar todo el repertorio de la mejor manera. Pero es necesario resolver los temas que la afligen. Hay que evitar que los mejores la abandonen tentados por ofertas superiores. Y también terminar de definir que su sede natural es el CCK. Por eso es importante que el público siga acompañando”, concluye el director.