La primera ministra británica, Theresa May, jugó ayer su última carta en una partida desesperada por salvar su impopular acuerdo de Brexit: prometió a sus diputados dejar el cargo cuando se ponga en marcha la segunda fase de la negociación sobre el Brexit con la Unión Europea. “Estoy preparada para dejar este trabajo antes de lo que pretendía para de este modo hacer lo que es correcto para nuestro país y nuestro partido”, afirmó la premier en un comunicado de prensa de su oficina de Downing Street.
Luego, durante una reunión con los diputados de su Partido Conservador prometió: “Sé que a algunos de ustedes les preocupa que si votan a favor del Tratado de Retirada, lo tomaré como un mandato para pasar rápidamente a la segunda fase de negociación (...) No lo haré. Sé que existe el deseo de un nuevo enfoque –y un nuevo liderazgo– en la segunda fase de las negociaciones de Brexit, y no me opondré a ello”, agregó con la esperanza de dar un vuelco a la situación en un momento decisivo para el inconcluso proceso de salida de la Unión Europea (UE).
Luego de acordar con Londres un corto aplazamiento en la fecha del Brexit, inicialmente prevista para mañana 29 de marzo, la UE advirtió que si Reino Unido no adopta el acuerdo esta semana deberá presentar un plan B antes del 12 de abril. Ante esta perspectiva, y después de haber rechazado dos veces el texto cerrado por May con Bruselas, los diputados tomaron el control de la agenda de debates y ayer trataron posibles alternativas que van desde negociar una unión aduanera con la UE hasta convocar un segundo referéndum, pasando por la anulación pura y dura de todo el proceso.
Ninguna de las ocho propuestas alternativas para desbloquear el Brexit logró ayer la mayoría en una votación en el Parlamento británico. Las opciones con más apoyos fueron la convocatoria a un referéndum para ratificar un eventual acuerdo, que obtuvo 295 votos en contra y 268 a favor, y negociar una unión aduanera con la Unión Europea (UE), con 272 votos en contra y 264 a favor.
Ante el Parlamento Europeo en Estrasburgo, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, pidió ayer a los eurodiputados que estén abiertos a una larga prórroga si Reino Unido desea repensar su estrategia sobre el Brexit. Además, en una referencia a las casi seis millones de personas que firmaron una petición para revocar el Brexit, Tusk advirtió al Parlamento que no pueden traicionar a la mayoría de británicos que quieren permanecer en la UE. “Ellos pueden sentirse insuficientemente representados por el Parlamento británico, pero deben sentir que están representados por ustedes en esta cámara. Porque ellos son europeos”, sostuvo.
En su reunión de la semana pasada, los países que pertenecen al club comunitario concedieron una prórroga del Brexit que contempla un retraso hasta el 22 de mayo si la Cámara de los Comunes ratifica esta semana el acuerdo de retirada pactado entre Londres y Bruselas. Sin embargo, si el pacto no se aprueba, los Veintisiete otorgaron una prórroga hasta el 12 de abril donde Londres deberá indicar, antes de esa fecha, a la UE cómo desea proceder. Si opta por una extensión larga, el Reino Unido estará obligado a convocar elecciones al Parlamento Europeo, que en el resto de estados miembros tendrán lugar entre el 23 y el 26 de mayo. “Como dije tras la cumbre europea, el 12 de abril es una fecha clave con respecto a si el Reino Unido decide convocar elecciones europeas. Antes de esa fecha, el Reino Unido todavía tiene la opción de una salida con acuerdo, sin acuerdo, una extensión larga o revocar el artículo 50”, dijo Tusk y agregó que es bastante probable que organice una nueva cumbre de líderes europeos el próximo mes.
Con la oferta de dimisión, destinada a aplacar al sector más euroescéptico, May confía en que su tratado pueda ser finalmente aprobado quizás esta misma semana. En esta línea el ministro para el Brexit, Stephen Barclay, reservó una sesión parlamentaria para mañana, lo que sugiere que el gobierno podría presentar por tercera vez su pacto. “Nos enfrentamos a una elección muy desagradable. Creo que hemos llegado al punto en que es mejor marcharse legalmente que no marcharse en absoluto”, dijo a la radio BBC 4 el conservador Jacob Rees-Mogg, líder del principal grupo euroescéptico. Sin embargo para que el texto pueda ser aprobado en una tercera votación May necesita convencer al menos a 75 de sus propios legisladores. Varios de ellos habían pedido a cambio que May abandonase la dirección del partido y del gobierno.
Con todo, una encuesta difundida ayer muestra que el 57 por ciento de los británicos creen que May no tiene la capacidad que se necesita para ser primera ministra del Reino Unido. El sondeo, realizado del 15 al 19 de marzo entre más de un millar de personas, sitúa a May en su peor nivel de aceptación por parte de los ciudadanos. Aún así, los encuestados la laborista, Jeremy Corbyn, del que un 67 por ciento opina que no tiene las cualidades necesarias para liderar el Reino Unido.