Sin nada que envidiarle a los mejores guionistas de Netflix, el testimonio de otra de las víctimas de Marcelo D’Alessio parece sacado de una serie. Pero, lejos de la ficción, la persecución, los aprietes y el  hostigamiento que relató el empresario Mario Cifuentes ante el juez Alejo Ramos Padilla, revela los aspectos más oscuros de la banda dedicada al espionaje ilegal

Cifuentes es el dueño de la empresa petrolera OPS. Durante más de ocho horas prestó declaración ante el juez de Dolores, en el marco de la causa por presunta asociación ilícita y extorsión. PáginaI12 accedió al testimonio del empresario que relató haber vivido una pesadilla. 

La compañía de Cifuentes comenzó a complicarse económicamente a partir de la caída de contratos con YPF –su principal cliente–, tras el cambio de gobierno. A raíz de la mala situación, OPS se presentó en concurso preventivo. La justicia le intervino la empresa y nombró como interventores “al contador Villoldo y el doctor Sicardi”, como los identificó. Según el testimonio de Cifuentes en ese momento empezó el apriete para sacarle la firma: “Cifuentes, entregue OPS. Esta empresa ya la perdió”, le dijo Sicardi en una reunión. En ese momento comenzó el raid extorsivo. El objetivo de la banda era sacarle plata pero, sobre todo, quedarse con OPS a cambio de monedas. 

De la mano de los interventores aparecieron en escena varios hombres, quienes iniciaron conversaciones para “salvar” la empresa que, entre otras cosas, tenía una deuda con la AFIP por 400 millones de pesos. El 28 de febrero de 2018 llevaron a Cifuentes a una reunión con un “abogado”, el hoy detenido Marcelo D’Alessio. “Fuimos hasta el country Saint Thomas, llegamos a la casa y nos atendió D’Alessio y otra persona que lo acompañaba. D’Alessio me trató con muchísima confianza ni bien llegamos. Ahí, afuera de la casa, nos mostró un Audi oscuro que tenía estacionado, nos abrió la puerta del auto, nos decía cosas como que era blindado y no sé qué más, noté que dentro del auto tenía armas y también él consigo en su cintura, pero él decía cosas como que ‘no se preocupen, soy delegado de la DEA en Argentina’”. 

Cifuentes detalló que D’Alessio le habló “sobre las causas penales tributarias derivadas de la deuda que tenía la empresa con la AFIP, donde él me decía que se encargaría de ponerme abogados y lograr arreglos económicos con los jueces, a lo que inmediatamente le dije que no, que no me interesaba. Él me decía que todo se manejaba así, que él coordinaba todo, que cobraba el 10 por ciento en concepto de honorarios”. A partir de ese día, D’Alessio acosó sistemáticamente al empresario. Llamados telefónicos, whatsapps y hasta la amenaza de plantarle droga a uno de sus hijos si no accedía a pagarle. La cifra llegó a elevarse a 1.200.000 dólares. Una de las reuniones en la que la extorsión llegó al punto máximo fue en el hotel Emperador. En ese encuentro el falso abogado le mostró a Cifuentes documentos desde una computadora, que hoy están en manos de Ramos Padilla. Con membrete de la DEA, los textos incluían datos personales de Cifuentes: “mi pasaporte, mi DNI, los datos de mi mujer, de mi hijo, mis llamadas telefónicas, los datos dónde vivía, mis ingresos migratorios, alquileres de aviones, etc”. D’Alessio le dijo que podían armarle una causa judicial mientras en paralelo lo estaban investigando. Si no les pagaba lo que le pedían esa causa iba a avanzar y esa información iba a ser usada para procesarlo y detenerlo. 

Cifuentes no aceptó y cuando quiso tomarse un taxi D´Alessio insistió para llevarlo a su casa: “subimos al auto y vi que tenía armas ahí adentro –era un arma larga entre los asientos–, además del arma que pude ver que tenía en la cintura. Arrancó el auto y desde que salió del estacionamiento prendió unas sirenas tipo policía y condujo muy rápido, pasando los semáforos en rojo”. Cifuentes pudo filmar un momento del paseo. Esas grabaciones están en manos del juez de Dolores, también un pendrive con las capturas de pantalla de los whatsapps que muestran que fue otra víctima más del espionaje ilegal.

 

La extorsión de D’Alessio incluyó un mensaje televisivo. “El 04/04 me llamó y me dijo ‘mirá esta noche Animales Sueltos’. Esa noche lo miré y en un momento Daniel Santoro, cuando hablaba del caso de corrupción de una empresa constructora de Brasil (OAS), en vez de decir la empresa de Brasil dijo el nombre de mi empresa, OPS”. “Era evidente que eso era un mensaje para mí”, concluyó. Como no cedía, otro día lo volvió a llamar y le advirtió: “último aviso, mira el programa de esta noche, si no reaccionas mañana, esto es una guerra, te sacan en Clarín y ahí empieza”. “Después de esto el diario Clarín publicó un artículo sobre mi persona donde me trató como ‘el nuevo Lázaro’ o algo así, eso lo firmó Santoro”, declaró.