El año pasado la cantidad de pobres creció en 6,3 puntos porcentuales para pasar a representar al cierre del segundo semestre el 32 por ciento de la población, según confirman los números que difundió ayer el Indec. Este dato es el promedio de esos seis meses. El Instituto elabora un informe interno con la evolución de la pobreza por trimestre, y en el último del año pasado ese indicador fue de 36 por ciento (ver aparte). Como la tendencia fue al alza, los últimos tres meses del año registró una cifra más elevada que la media. En un año se sumaron 2,9 millones de pobres. En tanto, la indigencia en la segunda parte del año se ubicó en el 6,7 por ciento, 1,9 puntos por encima de igual período del año pasado.
Si se compara estos resultados con la primera mitad del año pasado, cuando todavía no había impactado la escapada del dólar, que se desató entre fines de abril y mediados de junio, en los precios internos, el aumento en la cantidad de pobres creció en 4,7 puntos porcentuales y el número de indigentes 1,8 puntos porcentuales, de acuerdo con la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que publica el órgano estadístico oficial.
“Durante el segundo semestre de 2018 se encuentran por debajo de la línea de pobreza 2.142.945 hogares, los cuales incluyen 8.926.592 personas. En ese conjunto, 442.859 hogares se encuentran, a su vez, bajo la línea de indigencia, e incluyen a 1.865.867 personas”, comunicó el Indec. Con la proyección al total de la población de los centros urbanos, el total de pobres suma 12,9 millones de personas.
Ajuste
A la pérdida de poder adquisitivo provocada por la inflación, que el año pasado fue de 47,6 por ciento –con paritarias bastante por debajo de esa cifra– se suma la pérdida de unos 200 mil empleos registrados en el sector formal. Tras la difusión de la medición pasada, del primer semestre del año (27,3 por ciento de pobres y 4,9 por ciento de indigentes), el presidente Mauricio Macri había asegurado que la suba en las cifras de pobreza, sobre las cuales pidió que se juzgue a su gobierno, era resultado de turbulencias que en la segunda parte del año se revertirían. Sin embargo, el programa de mega ajuste que obliga el Fondo Monetario Internacional derivó en una parálisis de la actividad económica, que repercutió en la destrucción de puestos de trabajo registrado y un mayor traspaso del empleo a la informalidad.
El programa ultraortodoxo del Fondo se refuerza con un programa de quita de subsidios a la electricidad, el gas, el agua y el servicio de transporte público, el cual se combina con la dolarización del precio del combustible. El resultado es un crecimiento muy importante en la participación de esos servicios sobre el ingreso de los hogares, en particular en los de menores ingresos.
El propio Indec dio cuenta de que el año pasado, los alimentos y servicios esenciales vinculados al hogar y la salud subieron en su mayoría por encima de la inflación del período (47,6 por ciento). El alza en alimentos en 2018 fue de 51,2 por ciento, en tanto que el promedio de agua, luz y gas en hogares aumentó 41,4 por ciento. El transporte se encareció 67,7 por ciento y los servicios de Salud crecieron en un 49,8 por ciento.
Peor
“Con el impacto de la inflación y medidas económicas, puede ser que el índice de pobreza sea peor”, adelantaba semanas atrás la ministra de Desarrollo, Carolina Stanley. El pronóstico fue acertado y el impacto de la inflación hizo crecer la pobreza y la indigencia en los hogares, muchos de los cuales cuentan cada con vez menos red de contención para afrontar el vendaval macrista. “Hoy es un día triste”, aseguró ayer Stanley, quien junto al ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, estuvieron a cargo del anuncio, evitándoles esa responsabilidad al Presidente. “El gobierno nacional trabaja el tema de la pobreza desde cada ministerio y considera la pobreza en todas sus dimensiones. Pobreza cero, más allá de haberlo mencionado en la campaña, tiene que ver con un objetivo, un horizonte, una forma trabajar”, dijo la funcionaria que suena como compañera de fórmula de Macri en las próximas elecciones.
La situación es realmente muy preocupante, ya que el 46,8 por ciento de los chicos menores de 14 años son pobres y uno de cada 10 (10,9 por ciento) no tiene siquiera cómo alimentarse y son indigentes. Entre los jóvenes de 15 a 29 años, la pobreza alcanza a 38,6 por ciento y la indigencia al 8,4 por ciento. Los mayores de 30 en edad activa (hasta los 64 años, la pobreza los alcanza en el 27,6 por ciento y la indigencia en 5,4 por ciento. Entre los mayores de 65 años, la pobreza cubre al 9 por ciento, donde el alza de los medicamentos hace la diferencia.
El 32 por ciento de personas pobres se traduce en un 23,4 por ciento de los hogares en esa condición, con un aumento de 5,5 puntos con respecto de un año antes. Los hogares indigentes representaron un 4,8 por ciento del total, con un aumento de 1,3 puntos. Medido en personas, la mayor pobreza se registró en el Noreste, con el 40,4 por ciento, seguida por el Noroeste (34,5 por ciento), región Pampeana (32,1 por ciento), Cuyo (31,5 por ciento), el Gran Buenos Aires (31,3 por ciento) y Patagonia (29,4 por ciento), según el informe del Indec.
Medición
Las cifras coinciden con la medición de pobreza del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica (UCA), que, en un análisis que considera una evaluación multidimensional, registró un 31,3 por ciento de pobreza para el cierre de 2018. “En 2018 tuvo lugar un importante incremento de la pobreza en un contexto inflacionario y de estancamiento económico. Tras el descenso observado en 2017, el año pasado asume el valor más alto de la serie, afectando la pobreza al 23 por ciento de los hogares y al 31,3 por ciento de la población”, sostiene el documento de los investigadores Agustín Salvia y Juan Bonfiglio.