La Legislatura porteña aprobó por unanimidad la creación de un Sistema de Vigilancia del Desarrollo Infantil para la Detección temprana de condiciones relacionadas con el Trastorno del Espectro Autista (TEA). Consultada por PáginaI12, Corina Morillo, de la Fundación Brincar por un autismo feliz, consideró que es “un paso muy positivo porque incorpora vigilancia a la primera infancia sobre aspectos que van más allá del peso y la talla, porque incorpora vigilancia en la primera infancia respecto del desarrollo socioemocional para saber cómo se comunica el niño, cómo socializa y cómo interactúa”. De esa forma se evita que “llegue tarde el diagnóstico de TEA, como ocurre con muchos chicos”, porque la norma dispone “una pesquisa para averiguar cómo está un chico respecto de ciertas pautas de desarrollo y si no las alcanzó darle la estimulación que necesita”. Morillo afirmó que se trata de “un primer paso muy importante, pero se necesitan políticas de Estado” para la atención y para la formación de profesionales en los servicios públicos de salud de todo el país, no sólo en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires.
La iniciativa prevé agregar, al control de niños, en ocasión de las vacunas obligatorias, a los 12 meses, la obligación del pediatra de utilizar las herramientas de pesquisa a disposición “para evaluar la posibilidad de riesgos y/o desafíos en el desarrollo sociocomunicativo de los pacientes”. De haber un resultado resultado positivo, el médico derivará a los niñxs “a una Evaluación Diagnóstica Integral”. Si se confirma el diagnóstico de TEA, el Ministerio de Salud porteño deberá intervenir “con dispositivos de contención, apoyo y capacitación a padres o tutores con el objetivo de mejorar al máximo las posibilidades de desarrollo de los pacientes”.
Morillo, madre de un chico con autismo que hoy tiene 18 años, sostuvo que esta decisión “es lo que hacía falta”, al tiempo que recordó que la entidad a la que pertenece agrupa a quinientas familias que vienen trabajando juntos desde hace muchos años. “Tenemos las redes sociales a favor, como forma de comunicarnos, pero a pesar de eso llegamos tarde al diagnóstico”, como indica una encuesta en la que se señaló que “en Latinoamérica las familias tardan 22,2 meses para llegar al momento de la sospecha (de autismo) hasta que reciben el diagnóstico” que lo confirma, situación que demora la decisión familiar de “estimular al chico en forma correcta”.
“Lo que ocurre –puntualizó Morillo– es que no tenemos ni idea de cómo es la comunicación con el chico, porque no sabemos que antes de hablar debe señalar con el dedo si quiere que le den algo, un auto, un osito, para poder establecer una triangulación necesaria” entre los padres, la criatura y el objeto que está señalando. Ese es “uno de los puntos de desarrollo” que debe darse a edad temprana y es “un hito muy poderoso del desarrollo, la conexión con la mirada, el ‘yo quiero eso’, sin decirlo en palabras”.
Morillo sostuvo que existe “un agujero a nivel de la detección temprana, aunque hay algunos equipos especializados en pediatría de desarrollo TEA, los turnos para consulta en esos hospitales conforman listas de espera muy largas”. Por eso señaló que es necesario tener “un primer eslabón anterior, en las salas de salud, para realizar la pesquisa previa” ahora establecida en la ley que tendrá vigencia en la Ciudad de Buenos Aires, pero que es “necesario llevarla a todo el país”.
Dijo que es necesario que haya “más pediatras especializados para tener más alarmas tempranas, de sospecha, porque de esa manera, vamos a trabajar más rápido en la estimulación, en la socialización y en la integración social que estaba faltando”. Recordó que Brincar realizó la Campaña Mirame “por una infancia plena y feliz” realizada en los meses de marzo, abril y mayo de 2015, con otras organizaciones. Allí se señalaba que “la falta de contacto visual es una de las señales del autismo”.
En ese momento “logramos instalar el tema porque cuando se adelanta el diagnóstico esto sirve para mejorar la inserción escolar y el tratamiento que necesita impacta en la familia y es muy importante que los padres se sientan empoderados para enfrentar el problema y para obtener el certificado de discapacidad”. Morillo subrayó, de todos modos, que además de la ley aprobada en la Legislatura porteña “se necesita una política publica a nivel de los centros de salud y de los hospitales públicos, para que puedan hacer la pesquisa y para que tengan lugares donde derivar a los pacientes y sus familias”. Para lograrlo, insistió, “se necesita un compromiso del gobierno y del Estado para la formación de más profesionales preparados para esta tarea”.
Por eso ratificó que la iniciativa es “un excelente primer paso, pero faltan las políticas acordes para acompañar este avance y que se extienda a nivel país, porque es una primera pata importante, pero se necesitan otras y que llegue a todos”.