La violencia institucional llega a juicio oral y público en Tribunales, por la muerte de un joven de 19 años, en Pueblo Esther. Desde hoy, el ex jefe de logística de la Policía de Acción Táctica (PAT), Mario Gabriel Urquiza, estará sentado en el banquillo de acusado por haber matado por la espalda a un chico que le pidió diez pesos a un panadero, en 2011, y fue acusado de robo. En esa época, Urquiza trabajaba en la subcomisaría 15º de esa localidad. El fiscal Carlos Covani llega a juicio con una de las causas que le quedaron pendientes del sistema de conclusión penal, y adelantó a este diario que pedirá la pena de prisión perpetua para el sindicado, por los delitos de "homicidio calificado por abuso de su función policial, en concurso real con incumplimiento de deberes, falsedad de documento público y portación de arma de fuego de uso civil". Es que el acusado intentó desvincularse: falseó el acta, habló de un enfrentamiento y le plantó un arma al pibe muerto por una bala de su 9 milímetros.
El hecho ocurrió alrededor de las 20 del 1º de diciembre de 2011, cuando el oficial realizaba tareas como auxiliar en la subcomisaría 15ª de esa localidad. Ante un llamado a la seccional salió en patrullaje a la intersección de las calles Valenzuela y Juan Domingo Perón, de la ciudad ubicada a unos 20 kilómetros de Rosario. La comunicación advertía sobre un presunto "apriete" a un panadero, con intenciones de robo. Según la versión policial, hubo un enfrentamiento a tiros con Sergio Ezequiel Luján y otro joven que logró profugarse. En ese momento, el policía labró un acta en la que apuntó el secuestro de un arma en poder de Luján: un revólver calibre 22, que no tenía siquiera huellas dactilares.
Sin embargo, la Justicia determinó que la versión policial no coincidía con el relato de los testigos, quienes contaron que dos policías perseguían a dos pibes aunque no se pudo establecer que hubieran cometido un robo. El fiscal, por pedido del querellante Oscar Pandiani, ordenó una rueda de reconocimiento y cuatro testigos señalaron a Urquiza como el tirador que terminó con la vida de Luján. "Fue impresionante y emotiva la medida, porque el policía fue señalado por cuatro personas pese a que ya no usaba el mismo uniforme, sino el de la PAT, que es totalmente diferente e incluye boinas. Fue contundente", dijo Pandiani.
Es que la versión de los vecinos da cuenta de que la patrulla acudió al lugar de los hechos y el oficial Urquiza arrestó a Luján y lo metió dentro del patrullero, pese a que varios testimonios coinciden en que no existió robo. Tras ello, cerró la puerta de la chata y fue a darle apoyo a su compañero que estaba tras el segundo joven al que buscaban, sin datos precisos sobre la denuncia. En eso, Luján aprovechó que quedó abierta la puerta de la camioneta policial, e intentó alejarse, pero antes de hacer cinco metros el policía desenfundó su arma y lo ejecutó con un balazo en la espalda. "Ni siquiera dio la voz de alto", dijo el querellante a Rosario/12. Luego le dijo a su compañero que volviera adonde estaba la chata porque se le había "complicado".
Urquiza es acusado de homicidio calificado por abuso de función policial, en concurso real con tres delitos.
Luján cayó a pocos metros del móvil policial. Desde allí fue arrastrado por los policías al patrullero y trasladado al Hospital Gamen, de Villa Gobernador Gálvez, donde llegó muerto. Su familia quedó destruida. "El chico estudiaba de noche, porque estaba terminando la primaria; y trabajaba en albañilería. Cuando lo mataron, hacía pocos días que le habían dado el boletín de promoción al 7º grado", lamentó el abogado de los padres del muchacho.
La investigación avanzó durante tres años en lograr reunir pruebas para terminar con la detención del acusado, cuando ya era jefe de logística de la PAT, en su estreno, allá por 2015. Tanto Covani, como el juez que instruyó la causa en el último tramo, Juan Andrés Dónnola, establecieron en su momento que "en este tema, todos los testigos presenciales cuentan de la misma manera las circunstancias".
El querellante recordó que el llamado de una vecina alertó a la Comisaría 15ª. "La madre de la mujer denunciante, la llama y le avisa que estaban apretando al panadero (que todos conocen en el pueblo). Esta chica, sin saber nada, llamó a la seccional y ahí empezó la persecusión. Pero lo importante es que el panadero, que está citado al juicio, declaró que los chicos nunca lo apretaron, que no estaban armados y que lo único que hicieron fue pedirle diez pesos para comprar una cerveza".
Además, los peritajes determinaron que el arma que apareció al lado del cuerpo de Luján no tenía rastros ni huella dactilares. Sí hay un dermotest "falso" contra Luján, que será motivo de debate en las audiencias.
Para la Fiscalía, la situación es clara: Urquiza plantó el arma y luego acomodó una versión de los hechos ajustada a su favor; incluso, con una confección falsa del acta.
Aunque estuvo preso casi un año, el policía pidió en enero de 2016 una revisión de su detención, e insistió con una domiciliaria en la Cámara Penal en feria. La Alzada le dio el beneficio y así llegará hoy a juicio, ante los jueces María Isabel Más Varela, Edgardo Fertitta y Julio Kesuani.