La última vez que Pablo Bernaba --creador, director y bandoneonista del Quinteto Negro La Boca-- vio a Osvaldo Bayer fue diecisiete días antes de que éste partiera al infinito. “Lo llamé especialmente para decirle que su querido Rosario Central había ganando la Copa Argentina”, evoca. Sabido fana del canalla, el anarcoescritor argentino tardó lo que la luz en ponerse contento, y le prometió al músico festejarlo con un ´wiskicito´. “Pero lamentablemente no se dio... él ya casi no salía”, refleja Bernaba, sobre un instante entre últimos del hombre en quien él y sus músicos se habían inspirado para concretar Tangos Libertarios. El disco fue un fresco de doce piezas que, bajo la pluma del escritor y la música de Bernaba & compañía, significó una reivindicación en clave de tango, milonga, rap y vals de los mártires de la Patagonia, de facón grande, de Simón Radowitzky, de Severino Di Giovanni. Del panteón, o sea, de luchadores obreros por cuyo legado Bayer se la jugó en tiempo, espacio y forma.
La noticia es que el QNLB preparó un concierto especial para reponer la obra, a cinco años de su publicación, y a tres meses de ese aciago 24 de diciembre que se llevó a Bayer y, de paso cañazo --para colmo-- a Jaime Torres. “Tenemos un gran afecto y un agradecimiento muy grande por el maestro, y no podíamos evitar este homenaje en el que pensamos revivir cada uno de los momentos en los que Osvaldo subió a escena con nosotros. Desde el 2010 hasta el 2018 lo hizo de diferentes maneras, y en este recital llevaremos con orgullo su legado”, relata Bernaba, en la previa del concierto que se llevará a cabo este sábado 30 a las 21 en el CAFF (Sánchez de Bustamante 772), con el aporte de las voces de Hernán Fernández, Brisa Videla, Natalí Di Vincenzo y Pablo Platini, más la batería de Ernesto Zeppa, el rap de Malena D´Alessio, los visuales de César De Carli, y la participación de Ana Bayer (hija de Osvaldo), a través de un video realizado por ella sobre una de las canciones del disco, “A don Osvaldo”.
“El quinteto estuvo presente, aunque en formación reducida, aquel 28 de diciembre en que se produjo la emocionante despedida de Osvaldo en la plaza Alberti, a metros de su casa. En ese mismo momento sentimos la necesidad de hacer nuestro propio homenaje ya que Osvaldo era casi como un integrante más del grupo, además de ser nuestro padrino espiritual”, cuenta el bandoneonista. “Desde ´Severino´, el primer trabajo conjunto que hicimos, él se puso al hombro actividades autogestionadas como los festivales de tango de la Boca, la Escuela Popular de Tango, apadrinada por Nelly Omar y Leopoldo Federico, y todas las participaciones en los conciertos de Tangos Libertarios. En fin, recuerdo que cuando se fue Galeano, Bayer había dicho ´se nos fue el mejor de todos´. Con enorme tristeza, nosotros decimos lo mismo de él”.
-¿Qué resignificación han tomado los tangos libertarios tras la muerte de Osvaldo?
--Quizás falte correr agua bajo el puente para responder esta pregunta. Creo que este disco, además de ser parte de la historia del tango, es uno de las obras imprescindibles no sólo del género sino del arte conceptual argentino. Digo conceptual, porque se anexa a los grandes trabajos que hizo Osvaldo: sus libros, sus grandes investigaciones, sus guiones de cine, etc. Es un trabajo en el que “cobran vida” tanto Severino como América Scarfó o el gran Facón Grande y ahora también Bayer mismo. Recuerdo que años atrás, cuando estábamos terminando el disco, me dijo que era uno de los trabajos que más le interesaba terminar “sí o sí” antes de partir. El trabajo lo presentamos por primera vez en el 2015, así que le sobró cuerda.
El contrabajista Oscar Pittana, que completa el QNLB junto a Martín Quintana (bandoneón), Sebastián Colavecchia (guitarra) y Guillermo Borghi (piano), aporta lo suyo acerca de la simbiosis entre grupo y escritor. “Cuando hacíamos los recitales junto a Osvaldo, se entrecruzaban muchas sensaciones: la admiración por la persona y esa obra que uno había comenzado a conocer en la adolescencia y que, aún con el paso del tiempo, sigue despertando el mismo entusiasmo. El fervor, la fidelidad y el respeto del público hacia él, y el hecho de saber que un grande de verdad, alguien tan importante y trascendente, hacía innumerables esfuerzos para llevar adelante su palabra y sus convicciones enorgullece, realmente”, cierra.