Al artista estadounidense John Donohue, de 50 años, no le escapa la desmesura de pretender ilustrar todas y cada una de las fachadas de los restaurantes de su ciudad, Nueva York. Él mismo, de hecho, llama a su proyecto “intencionalmente hiperbólico” y se encarga de dar las razones: solo en Manhattan se estima que existen a razón de 24 mil establecimientos culinarios, y el escenario muta con regularidad (muchos cierran, otros abren). De hecho, si algo golpeó al varón al embarcarse inicialmente en la descomunal tarea (“por razones terapéuticas, casi como una meditación”) fue “la naturaleza efímera de los restaurantes”. “He visto cómo sitios que durante décadas estuvieron en el centro de la ciudad cerraban de un día para otro. La estabilidad que suponía para esta industria era mera ilusión”, esgrime. Lo cual hace pensar que el hombre –que lleva varios años dedicado a realizar este “compendio visual en curso”– acaso nunca termine, aunque dedique apenas 20 minutos a cada sketch (raudamente realizado sobre papel con bolígrafo; más tarde, en su hogar, le agrega al dibujo un único color). La rapidez trae imperfecciones: los edificios devienen lo que él percibe, no necesariamente lo que son en realidad. “Es como una ficción”, asegura el hombre, y se alegra buenamente de que “el resultado sea atractivo para otras personas”. Tan atractivo, de hecho, que solo registra más y más visitas en su web All the Restaurants in New York: anuncia John, otrora editor de The New Yorker, que en mayo lanzará un libro homónimo con más de 100 dibujos de su interminable exploración por los restaurantes de Nueva York. Restaurantes que, valga la ironía, rara vez pisa: no es especialmente adepto a comer afuera.