Scott Walker tiene muchos fans entre los músicos, pero entre los más famosos y entusiastas están David Bowie y Jarvis Cocker. Con los dos tuvo una relación cercana: en 2001, Walker produjo el último album de Pulp, We Love Life. Poco después, en 2006, Jarvis charló con Walker para la revista Q. Aquí reproducimos algunos fragmentos de esa rara –porque Walker daba pocas entrevistas– conversación. 

Jarvis Cocker Hace unos años leí una cita tuya en la que decías que querías purgar a tu voz de toda emoción. Eso me confundió un poco, porque tu voz es muy emocional. ¿Por qué neutralizarla? 

Scott Walker Quería hacerlo porque la mayoría de mis primeros discos son demasiado dramáticos. En la continuidad de mi trabajo, quiero que todo sea claro y que se escuche sin la distracción emocional. Un montón de emoción puede ser absolutamente falsa; también puede ser una mentira para uno mismo. Ahora voy a sonar pretencioso, pero no es a primera vez, así que no importa. ¿Viste películas de Robert Bresson?

JC No. Pero nombrame algunas películas, a lo mejor las conozco.

SW Es un director francés famoso, ya fallecido. Tiene películas como Mouchette o Un condenado a muerte se escapa. Programé algunas en Meltdown. Cuando veo sus películas, es una versión en filme de lo que quiero conseguir. Nunca usa actores reales. Si una persona está tendiendo la mano, quiere que sepas que es un ser humano tendiendo la mano. Es el fenómeno de ser humano. Me acordé, ¿Cuándo sale tu disco? 

JC Pronto. Es difícil hablar del disco, porque falta un tiempo hasta que exista. Me mudé a París y pensé que me iba a retirar de la música. Pero estoy en un grupo desde los 16, nunca supe hacr nada por fuera de eso, y me di cuenta de que no tenía otras habilidades. 

Ustedes son fueron increíblemente famosos en un momento: ¿qué se siente dejar de serlo?

JC Fue muy interesante experimentarlo. Nuestra cultura es ampliamente una cultura de la celebridad, así que es como haber estado en las fauces de la bestia. Pero no querés seguir ahí. Te das cuenta que no tenés lo que hace falta para vivir así. Yo lo hice, de todos modos. Me siento estúpido porque luché para ser famoso durante años, fueron 13 años en la oscuridad indie, así que me sentí un imbécil diciendo “ah, ahora lo detesto”. Pero es bueno saberlo. Te pone a prueba. 

SW No se puede comprar la fama. Se puede comprar un poco más hoy en día, pero esencialmente, no se puede comprar algo genuino como eso. Así que la gente que tiene mucho dinero siente envidia de ese factor porque es una experiencia que nunca van a tener y no pueden comprar. Es una experiencia enorme y muy difícil de explicar, porque cuando estás de gira, por ejemplo, cuando estás en el momento más álgido, al mismo tiempo no te enterás de nada. Así que es una pesadilla doblemente enorme, o una secuencia onírica, o el nombre que quieras darle. Pero me alegra haberla tenido, porque después sabés lo que es, y todo cambia. Y cuando se sale de una experiencia como esa... Bueno, todos somos muchas personas, todos tenemos personalidades múltiples y nunca se sabe qué persona va a salir del otro lado. A veces sale un desastre, pero también puede cambiar, y convertirse en alguien con el que podés convivir. 

¿Extrañaron la fama cuando dejaron de tenerla?

JC Bueno, fui a una ceremonia de premios anoche y la atención me encantó. Tengo un aspecto bastante presumido en mi personalidad.

SC Para mi no hubo opción. Firmé con un sello que quería que hiciera un cierto tipo de discos. En los 70, hice cinco discos antes de reformar The Walker Brothers y lograr un disco que me gusta, como Nite Flights. Y actué de mala fe durante esos cinco discos y me persiguió tanto que, al final, no pude hacerlo más. Literalmente me destruyó. Entré en un muy mal periodo personal, tuve problemas con el alcohol y otras cosas. Tuve que volver adonde había sido detenido, que fue muy cuarto album, Scott 4. Ahora se lo considera mi mejor álbum de ese periodo.  

¿Cuáles son los mejores mitos que escucharon sobre sí mismos? 

SW Una vez le hice un chiste a un periodista. Me preguntó en qué andaba y le dije: “Estuve sentado en pubs, mirando a la gente tirar dardos”. Y ahí se empezó a decir que yo era un experto tirador de dardos. Pero si hay un mito sobre mi viene de los días de ser un borracho, de mis primeros años. Ahora no me dejo ver por la gente, me quedo en casa, estoy recluído. Soy perfil bajo. Aunque escuché que la gente reclusa nunca admite serlo. Es como la gente que loca que no admite ser demente.