PáginaI12 en Venezuela
Desde Caracas
Otra vez sin electricidad. Nos sentamos en la terraza, vimos algunas luces prenderse en los edificios, velas, linternas, unas cacerolas por unos minutos, luego el silencio, el gran silencio de Caracas, de su valle, sus cerros y barriadas. Eran las 19.10, el tercer apagón de la semana, aunque la cuenta es difusa, la luz a veces se va, regresa, vuelve a irse. No importan los números, sino lo que mucha gente siente: cansancio, desgaste, el efecto encadenado de falta de metro, de agua, de comunicaciones, la incertidumbre.
La respuesta volvió a ser la misma en los barrios: gente en las veredas, carros con las luces prendidas para iluminar una partida de dominó, algunas cervezas donde las había, la calma, la espera de que regrese la luz, los mensajes, los wifis. Las zonas de clases medias caceroleraon durante un tiempo, luego el silencio. Nada revienta, contra el pronóstico de muchos. Dos más dos no dan cuatro en Venezuela, o sí, cuando se lo mira desde las profundidades populares.
Volvió a las 22.15, y una hora después se fue nuevamente. En total fueron cerca de veinte estados afectados, y la casi totalidad de la capital. Impresiona ver a Caracas detenida, sobre todo desde lo alto de un cerro. Luego de tres semanas de iniciada la guerra de la electricidad el chavismo sostiene, con pruebas, que se trata de una estrategia de desgaste implementada en el marco del intento de golpe de Estado. La derecha afirma que todo es responsabilidad del gobierno, la corrupción y la ineficiencia. La mayoría está convencida de que habrá más apagones.
Los sábados se han convertido en día de movilización del chavismo, y, a veces, de la derecha. La dificultad mayor es lograrlo cuando, como este sábado, la ciudad se encontró nuevamente sin metro debido al apagón. Se trató de la segunda jornada en que el chavismo se encontró frente al desafío de una movilización sin servicio de metro, y, como la vez anterior, logró una demostración de fuerzas.
Volvió a ratificar, como desde el inicio de año, que es una fuerza popular que no ha perdido la calle. También, contra todo pronóstico de la derecha.
Juan Guaidó, por su parte, había convocado a una jornada de protesta por los cortes de luz. Su acto logró una convocatoria pequeña, preocupantemente pequeña para sus necesidades. El efecto Guaidó viene en proceso de desinfle. Sus dos principales problemas son haber prometido lo que no podía hacer, y parecerse cada vez más a un típico dirigente de la derecha, de esos mismos que rechaza su misma base social por sus fraudes.
¿Qué sigue? Guaidó anunció que el 6 de abril hará un “primer simulacro de la operación libertad”. No ha explicado aún en qué consiste la operación, en cuanto a su dimensión de simulacro, solo ha generado más decepción en quienes creen en la salida inmediata de Nicolás Maduro. Luego de dos meses las imágenes son nítidas: el chavismo ha mantenido su capacidad de movilización, mientras la derecha está en proceso de perder lo que había logrado volver a movilizar el 23 de enero.
En las calles de Caracas se vive tranquilidad de costumbre pero la confrontación internacional viene en escalada. Primero fue Donald Trump, quien, en el acto en el cual recibió a la esposa de Guaidó, Fabiana Rosales, afirmó que “Rusia debe irse de Venezuela”. Sus dichos fueron en referencia a la llegada de dos aviones rusos al aeropuerto de Caracas el 23 de marzo, con equipos y funcionarios para llevar adelante contratos de carácter técnico-militares entre ambos países.
La respuesta vino por parte de la portavoz de la Cancillería rusa, María Zajárova, quien afirmó que “ni Venezuela ni Rusia son provincias de Estados Unidos”. Y, añadió: “Antes de sugerir a alguien irse de algún lugar, Estados Unidos debe implementar su propio concepto de salida, en particular de Siria (…) ha pasado un mes y me gustaría aclarar, ¿salieron o no?”.
Poco antes de la declaración de Rusia, China había emitido una declaración de respaldo al gobierno de Venezuela en boca del Geng Shuang, portavoz de la Cancillería: “América Latina no es propiedad de ningún país, ni tampoco es patio trasero de ningún Estado”.
Venezuela se ha transformado en el punto de condensación de disputas geopolíticas, en particular entre EE.UU. y Rusia. El agravante para la política de Donald Trump y del Estado profundo norteamericano es que esa pulseada es ahora en un territorio que debería ser de control exclusivo de los EE.UU.
La evolución de la dimensión internacional tuvo otro elemento: el anuncio de la Cruz Roja, que afirmó que distribuirá ayuda humanitaria en Venezuela dentro de dos semanas. Aún no ha dicho cómo la harán ingresar y si hablaron con el gobierno. Resaltaron el carácter “apolítico” de la ayuda humanitaria, aunque la derecha se haya atribuido como logro propio el anuncio, y la política se corresponda exactamente con la que ha planteado Estados Unidos. La evolución de los acontecimientos dará más indicios sobre los objetivos de la Cruz Roja. Por el momento el cuadro en Venezuela continúa en una inestabilidad estable.