Desde Verona
Qué tremendo atrevimiento, en la ciudad de Romeo y Julieta, que de pronto se cante a los gritos y amplificado por las voces de más de cien mil personas que no, “no es amor, lo que sentís es opresión”. Vaya irreverencia que Verona, una de las joyas de la región del Veneto, en el norte de Italia, ciudad declarada pro vida el año pasado por el intendente Federico Sboarina, se haya llenado de brujas aborteras que prometieron en pancartas y a viva voz que “un orgasmo los enterrará”. ¿A quiénes? A los ministros, religiosos, legisladores y legisladores del gobierno nacional y de otros países de Europa reunidos en el XIII Congreso Mundial de la Familia (CMF), el primero que se realiza en Europa occidental, el primero que se topa con una movilización transfeminista que también convocó a activistas de todo el continente y más allá del Océano y que colapsó a esta ciudad más acostumbrada a las promesas de amor eterno hechas con candados colgados de los puentes y las fotos con marco de corazón en la ventana de Julieta. Es que “nuestra vida es demasiado bella para perderla esperando colgada de un balcón”, como decía uno de los cantos de la impresionante manifestación que encabezaba la bandera de Non Una di Meno con una consigna intraducible, Rovinafamiglie, aunque es posible acercarse a su sentido con un argentinismo indeletreable: ¡va fangulo!
“Despreciamos la familia heteropatriarcal obligatoria, rechazamos la prohibición del aborto que está en el programa del CMF como una meta global y la intromisión de la religión católica en todos los niveles de la educación. A los fundamentalismos y al fascismo les oponemos movilización feminista internacional”, explicó Francesca Milan, de Non Una Ni Meno Verona, organización que nació inspirada en el Paro Nacional Feminista que el Colectivo Ni Una Menos convocó en Argentina el 19 de octubre de 2016. Non Una di Meno tiene sedes en Roma, Milán, Turín, Boloña, Venecia, Nápoles, y esta vez convocó a una marea feminista que llegó desde Polonia, Irlanda, España, Alemania, Reino Unido, Andorra, de las montañas del Kurdistán y unas pocas de América latina –la mayoría viviendo en Europa– para enfrentar a los integristas y trazar estrategias comunes y vínculos políticos más fuertes que puedan hablarse en distintas lenguas pero con los mismos sentidos de revuelta feminista. Y el derecho al aborto está en el centro de estas estrategias comunes, al igual que los conflictos en torno del trabajo y las tareas de cuidado y reproducción de la vida, que ni siquiera son consideradas trabajo y que se hacen visibles con la herramienta de la huelga feminista cada 8 de marzo desde 2017. Non Una di Meno ha sido un motor fundamental en la organización de Paro Internacional Feminista y es esa experiencia la que convirtió en masiva esta apuesta a convertir Verona en una ciudad Transfeminista, apuesta que se cumplió en la manifestación de ayer.
La noticia de que el CMF se reuniría en Verona fue una alerta que se conoció en enero, poco después de que esta ciudad fuera declarada pro vida y se anunciaran subsidios para las organizaciones pro vida y para quienes opten por “adoptar” fetos de las mujeres que quieren abortar. Estas maravillosas ideas surgen en la “ciudad del amor”, la misma que aloja por lo menos dos locales Christus Rex Traditio, un grupo neonazi ligado con el Partido Forza Nuova, la ciudad de donde es oriundo Lorenzo Fontana, ministro de Familia, quien manifestó públicamente que la única familia que existe es “la de mamá y papá” y niega el derecho a adoptar a las parejas de gays, lesbianas o trans. En Italia no hay matrimonio igualitario, sólo existe el reconocimiento de la unión civil.
“El viento del cambio” fue el lema con el que empezó a sesionar el viernes pasado el Congreso Mundial de la Familia después de la bendición del obispo de Verona, Giusepe Zenti. Tres ministros llegaron a Verona para este acontecimiento, dejando bien en claro que éste no es un evento más sino un diálogo con un grupo con poder de lobby internacional con el que el principal partido de gobierno, La Liga, tiene afinada sintonía. Lorenzo Fontana, ministro de Familia; Marco Bussetti, ministro de Educación, y el ministro de interior y vice primer ministro, Mateo Salvini; los tres de La Liga y en tres puestos estratégicos para los deseos del CMF que fueron presentados en sociedad con alguna elipsis poética. Por ejemplo, para hablar de la prohibición del aborto eligen convocar a pensar sobre “ecología humana” y para insistir con que la única familia posible es la que tiene mamá y papá, hablan de “la belleza del matrimonio natural”, oxímoron desde su enunciación. Estas presencias oficiales son las que hacen de este Congreso Mundial de la Familia, organización que está nomenclada entre las que promocionan el odio a las personas lgbtiq en el mundo, algo distinto. Nunca hubo tanto compromiso de un gobierno de Europa occidental con los debates y los compromisos que proponen. Ni siquiera el Vaticano fue tan lejos como La Liga en su alianza con estos fundamentalistas. No porque no compartan objetivos, ya que el año pasado el cardenal Pietro Parolini asistió a su edición anterior en Moldavia en su calidad de secretario de Estado del Vaticano. De fondo está la disputa entre el papa Francisco y el gobierno de Salvini y Luigi Di Maio –del M5S– por la política migratoria cada vez más expulsiva; algo que no disgusta para nada al CMF, que se refiere ¿metafóricamente? a las migraciones hablando de la crisis demográfica de la “población europea” para no decir directamente blanca.
¿Quiénes están reunidos en Verona, en el palacio de Gran Guardia? La enorme mayoría son varones blancos y cristianos, de la iglesia ortodoxa rusa, mormones, evangélicos y cristianos; el presidente de Moldavia; Ignacio Arsuaga, del grupo de lobby español CitizenGo. Pero también la ministra de Desarrollo Social de Uganda, que impulsó y consiguió la ley para que se pene con la muerte la “homosexualidad explícita”, Lucy Akello, y la ministra de Familia de Hungría. Lo cierto es que el CMF está en cada país donde se restringen derechos, ya que los úteros son su campo de batalla privilegiado y les niñes sus rehenes. Para la representante de Planned Parenthood en Europa, Irene Donadio, la educación está en el centro de las preocupaciones del CMF, del mismo modo que sucede con los grupos antiderechos que operan en Argentina y que ahora insisten con su campaña #ConMisHijosNOTeMetas. La eliminación del divorcio, la restricción de derechos de lgbtiq y la prohibición del aborto están en su agenda, en la “que hemos visto cómo invierten enormes cantidades de dinero y también hemos visto que en algunos países han tenido resultado”, dice Neil Datta, activista gay de Bruselas.
Un destacado de la reunión del CMF que causó enorme indignación es el uso de fetitos de goma. “Dicen que defienden la vida y la cosifican, es ridículo”, dijo Giulia Sudano, de la Casa Delle Donne de Bologna. Lo cierto es que el fetito llegó a Europa aunque haya causado poca ternura.
Hoy el programa de la Ciudad Transfeminista, que opone fiesta y debate al Congreso de la Familia que debate a puertas cerradas y bloqueado por policías y carros de asalto junto a la arena romana de Verona, sigue con una asamblea en la que se pondrán en común estrategias e ideas para seguir aumentando la marea que no se detiene. Para que se entienda de una vez, también, que lo de Romeo y Julieta no es una hermosa historia de amor sino una tragedia. Y la culpa la tuvo la familia.