La marcha por la unidad, la producción y el trabajo que la CGT realizará el próximo jueves 4 de abril será razonablemente numerosa. Los motivos para la queja y la protesta sobran. Sin embargo, el hecho de que no esté previsto un escenario, un discurso y mucho menos llegar a Plaza de Mayo –finaliza en avenida de Mayo y la 9 de Julio– da cuenta de los “temores” que suelen expresar algunos de los máximos dirigentes de la central obrera como es el no querer ser los que enciendan la mecha de una revuelta social y por eso le rehúyen a la convocatoria de un paro nacional. La ausencia de escenario y discurso está en línea con ese miedo ante la posibilidad de que se repita aquel momento aciago que vivió el entonces triunvirato cuando el 7 de marzo de 2017 los manifestantes le exigían que ponga la fecha de una huelga nacional. Sin embargo, y más allá de esta precaución que tomaron los organizadores de la movilización, es más que probable que sectores sindicales no solo reclamen la elaboración de un plan de lucha, sino también el llamado a un paro y hasta se desprendan de la movilización para continuar hasta Plaza de Mayo.
La movilización del próximo jueves nació como una necesidad de los gremios de la industria que ven cómo con el gobierno de Mauricio Macri las empresas relacionada con la industria se fueron destruyendo con la consecuente pérdida de puestos de trabajo. La opción del gobierno por favorecer la especulación financiera, la apertura desmesurada de importaciones y promover la producción de productos primarios colocó a estos gremios en un escenario de crisis similar a los años del gobierno de la Alianza.
La marcha está convocada para las 14 en Plaza Once y recorrerá la avenida Rivadavia en dirección hacia el Congreso donde realizará una escala para entregar un proyecto de ley de defensa de las Pymes industriales para continuar hasta la intersección de avenida de Mayo y 9 de Julio. La intención es desconcentrar en ese punto de la ciudad pero no todos los gremios que participarán finalizarán allí su recorrido. Los que están aglutinados en el Frente Sindical para el Modelo Nacional (FSMN) planean proponer allí la convocatoria a un Comité Central Confederal para elabore el plan de lucha que consideran imprescindible para estos tiempos que corren y no se descarta que reclamen un paro nacional.
La situación de la industria es dramática. Ayer, el titular del gremio de los mecánicos (Smata), Ricardo Pignanelli dijo en el programa Toma y Daca que se transmite por la AM 750 que en lo que va de este año “perdimos 8 mil puestos de trabajo y en riesgo hay otros 13 mil”.
Para ese día, los organizadores de la marcha publicarán una solicitada donde reclamarán “más producción nacional” y “por un país que priorice el desarrollo industrial en las relaciones comerciales internacionales” y, sobre todo, que “se priorice el desarrollo productivo y se castigue la especulación financiera”. No termina allí el reclamo de los gremios de la industria porque piden “una política fiscal y monetaria definida para incentivar la producción, el trabajo y el crecimiento del mercado interno”. Todas razones absolutamente válidas y que cualquier lector, aún el más distraído, pensaría que son motivos más que suficientes como para convocar también a una medida de acción directa.
Es por eso que es más que probable que la ausencia de escenario y de micrófono no impida que desde las columnas de los sindicatos, incluso aquellos que organizan la marcha, surjan gritos por un paro nacional.
Uno de los máximos referentes de la actual conducción cegetista suele plantear que no quiere que las medidas de acción directa de la central obrera enciendan la mecha de una revuelta popular. Esgrime que no existe espacio político ya definido que pueda conducir o encauzar esa posible protesta. Desde el sector el FSMN se plantea algo diferente. Algunos de sus integrantes dicen que debe ser el movimiento obrero organizado, esto es la CGT, la organización que lidere esa protesta sin esperar que la rama política, el peronismo, finalice su tiempo de reorganización. Aseguran que no son hechos contradictorios. A pesar de todo y de la paradoja en la que está envuelta la CGT la movilización del próximo jueves es útil y necesaria de por sí. El sacudirse la modorra en la que quedó sumergida la central obrera desde el último paro de 2018 es un dato positivo.