El ex ministro de Economía y candidato a las elecciones presidenciales francesas Emmanuel Macron hizo una demostración de fuerza con un acto masivo en Lyon. Allí intentó convencer de que puede reunir a los franceses alrededor a su proyecto político y acabar con la tradicional división entre izquierda y derecha. Más de 10.000 personas en el Palacio de Deportes de la ciudad del este de Francia respaldaron al aspirante a los comicios de abril y mayo (primera vuelta y ballottage). En una hora y cuarenta minutos, Macron no ahorró en críticas a sus rivales y reveló que el lema de su candidatura será el mismo que el de su movimiento político: en marcha.”Algunos no hablan para el pueblo, sino entre sí mismos, de padre a hija y de hija a sobrina”, dijo en referencia al clan ultraderechista Le Pen, mientras que criticó al aspirante conservador, François Fillon, y lo convidó a que denuncie un complot en su contra en lugar de dar muestras de transparencia. La polémica que rodea a Fillon por los empleos supuestamente ficticios de su mujer y dos de sus cinco hijos impulsaron a Macron a subir su popularidad en los sondeos, algunos de los cuales lo dan como ganador en la segunda ronda ante la líder del Frente Nacional (FN), Marine Le Pen.
Criticado por no tener programa electoral, que se espera para principios de marzo, Macron se presentó como defensor de los intereses y valores de los franceses “frente a la brutalidad estúpida y las reglas caducas de la vida política”. La periodista Laurence Haïm, su vocera, compara su campaña a la de Barack Obama en 2006: “El entusiasmo, el deseo de renovar la vida política, de algo diferente, de gente entusiasta. Y la democracia participativa. Esa es la novedad y lo que Macron impulsa”, aseguró Haïm. Sus críticos lo acusan de jugar a dos bandas sin definirse claramente a la izquierda ni a la derecha.