Gracias al programa Raíces, impulsado por los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, entre 2003 y mediados de 2016 fueron repatriados 1299 científicos, que se distribuyeron en dependencias públicas y privadas. Hubo entonces un promedio de 102 investigadores que volvían por año. Desde la asunción de Mauricio Macri, la caída fue abrupta. Las cifras muestran el lugar residual en que fue colocado ese plan durante la gestión Cambiemos. En 2017, los repatriados fueron dos y en 2018, cuatro. Ahora, los científicos que están afuera extienden sus estadías por tiempo indeterminado, algunos de los que retornaron al país ya volvieron a emigrar y los jóvenes que no tienen oportunidades aquí evalúan marcharse.
A fines de 2001, la situación parecía irreversible. El país estaba quebrado y los horizontes de progreso se difuminaban. El 25 por ciento de los argentinos no tenía empleo y, aproximadamente, un millón de personas compró pasajes al exterior en busca de salidas de emergencia. Muchos de ellos eran científicos, como Rolando González-José. Aunque hoy es investigador principal del Conicet y director del Instituto Patagónico de Ciencias Sociales y Humanas, se fue a fines de los ‘90 para seguir su profesión en Europa. “En 2003 me enteré de Raíces porque un colega estaba haciendo los trámites para volver. Regresé porque se abría un proceso político más interesante del que se venía experimentando. Néstor Kirchner reconocía a los científicos como nunca lo había hecho nadie; aparecían figuras como Adrián Paenza que nos motivaban mucho a los que estábamos afuera”, comenta el experto en biología, diversidad y evolución en Latinoamérica.
Una experiencia similar afrontó Leticia Bentancor, que en 2012, luego de vivir en Boston (EE.UU.) y trabajar en la Universidad de Harvard, regresó a Argentina con el programa de repatriación e ingresó al Conicet como investigadora adjunta. “Volví porque quería hacer ciencia en el país y estaban dadas las condiciones. No buscaba trabajar afuera, me parecía injusto; debía devolver al Estado tantos años de educación pública brindada. Raíces, en aquel entonces, facilitaba los pasajes en avión y los costos de la mudanza”, explica la especialista del Laboratorio de Ingeniería Genética y Biología Celular y Molecular de la Universidad Nacional de Quilmes.
Durante la gestión anterior, se advertía una recomposición del sector que se reafirmaría con la creación del Ministerio (diciembre de 2007) y todas las políticas públicas que robustecieron el área. De hecho, fue tal la impronta de Raíces que el 2 de diciembre de 2008 fue declarado política de Estado y se convirtió en ley. No obstante, como plantea González-José lo que en el pasado era un “efecto llamada”, hoy se constituye en “efecto expulsión”. “La mística laboral que para nosotros es muy importante se cortó: a ningún joven investigador lo vas a convencer de que se va a llenar de guita con la ciencia porque eso no existe. Sin embargo, es muy distinto tener salarios de hambre como tenemos: hay mucho temor de que los pibes se vayan porque en estas condiciones no hay manera de retenerlos. Hoy existe el mismo escenario expulsivo que existía a fines de los ‘90”, apunta. En este sentido coincide Bentancor cuando plantea: “Los que más sufren esta situación son los becarios que recién comienzan a investigar. Con los subsidios congelados, las posibilidades de mejorar los CV desaparecen por completo. Algunos cuentan con diez años de formación, pero este gobierno no les brinda ninguna oportunidad y nosotros vemos cómo se marchan a otros países donde son bien recibidos y aprovechados”.
Agueda Menvielle fue la mentora principal del programa Raíces. Y aporta un dato que grafica el lugar donde el macrismo puso a la ciencia: “Lo que la gente quizás no sabe es que el Estado no necesita mucho dinero para dinamizar el sector; de hecho, el presupuesto total del Programa en comparación con cualquier otra partida representa apenas unas monedas”.
–Según el sitio oficial, hasta la fecha son 1323 los científicos repatriados. A simple vista es posible advertir una caída abrupta desde 2016, cuando a partir de la gestión de Mauricio Macri comenzó a desmantelarse el sector de CyT.
–Nosotros repatriábamos un promedio de 100 científicos por año. Las redes de vinculación con países como Alemania o Francia (fundamentales en el pasado reciente) están sin respuesta. Existe un desfinanciamiento absoluto. Se advierte en el humor cotidiano de los científicos que al no ser valorados, nuevamente, comienzan a marcharse.