El dúo integrado por el fiscal Eduardo Taiano y el diario Clarín se despachó ayer con una insólita serie de supuestas pruebas contra Diego Lagomarsino, tratando de vincular al técnico informático con la muerte de Alberto Nisman. Se le cuestiona a Lagomarsino que no aparecen los testigos que bajaron con él en el ascensor de Le Parc, el sábado 17 de enero de 2015, a las 20.30, cuando dejó el departamento de Nisman. Sin embargo, las cámaras de entrada del edificio, las cámaras de afuera, las de la autopista y hasta las del complejo en el que vive Lagomarsino registran su salida de Le Parc y su trayecto en auto hasta Martínez. De manera que está más que probado que se fue de Le Parc a las 20.30. A esa hora, Nisman estaba vivo. Se le cuestiona a Lagomarsino si era técnico informático o no, cuando el contrato fue pedido por Nisman. Se menciona que tenía en su casa CD con escuchas telefónicas, cuando lo que se encontró fue un solo CD, con entrecruzamientos telefónicos, no escuchas, que Nisman le pidió que analizara. La ofensiva contra el técnico encaja con la política de instalar que Nisman fue asesinado y que existió un comando –que supuestamente Lagomarsino integraba– apoyado o con participación de Irán, Venezuela y el kirchnerismo. El problema de esa hipótesis es que no cuentan con ninguna evidencia. Como ya señaló la fiscal Viviana Fein, “no hay una sola prueba que indique que hubo homicidio en el caso Nisman”.
Horarios
En la ofensiva de Taiano-Clarín de ayer, pero en general en la causa, la cuestión de las dos visitas de Lagomarsino a Nisman, el sábado 17 de enero a la tarde-noche, es clave. La jueza Sandra Arroyo Salgado, en representación de las dos hijas que tuvo con Nisman, viene insistiendo con que Lagomarsino participó del supuesto homicidio del fiscal y que ese asesinato se produjo el sábado cuando el técnico estaba en Le Parc.
Trece de los quince forenses que intervinieron desmintieron su hipótesis sosteniendo que el fiscal murió en la mañana del domingo, cuando Lagomarsino estaba en su casa, no en Le Parc. La misma data de muerte fue señalada en la autopsia y por la médica legista que revisó el cuerpo en el baño del departamento de Puerto Madero.
Taiano está tratando de derribar esa prueba, convocando a una junta multidisciplinaria en la que intervendrá la Gendarmería. Lo curioso es que entre los 27 especialistas convocados no hay ningún tanatólogo, es decir especialista en autopsias.
Hoy por hoy, está totalmente probado que la muerte se produjo en la mañana del domingo 18 de enero, minutos después de que Nisman revisara su correo electrónico y entrara a varios sitios de internet, incluyendo un post sobre el regreso de la muerte.
Ascensor
Taiano-Clarín tratan de cuestionar la salida de Lagomarsino de Le Parc porque el técnico informático dijo que bajó por el ascensor principal con otras personas. Lo que se señala ahora es que no aparece ningún testigo que confirme que haya bajado en el ascensor con Lagomarsino. El problema es que podrían ser personas que no lo recuerdan o que ya no viven en Le Parc.
Sin embargo, para la fiscal Viviana Fein el tema pasó a ser intrascendente porque las pruebas de que Lagomarsino se fue del departamento y del edificio son categóricas. El informático aparece en las imágenes de las cámaras tomadas en la puerta de Le Parc, saliendo a las 20.31, también aparece en cámaras del lado de afuera de Le Parc, en las cámaras de la autopista y en las cámaras del complejo en el que vive, en Martínez. De manera que no hace falta ningún testimonio. La evidencia es contundente.
Hay que agregar un elemento. En ningún momento Lagomarsino llamó a Nisman, sino que fue el fiscal el que llamó a Lagomarsino. Es que quería el arma que el informático terminó prestándole. Nisman llamó temprano a la tarde y luego lo hizo nuevamente porque Lagomarsino se demoraba. Y eso demuestra que no hubo un interés del informático en concurrir a Le Parc, sino del fiscal.
Pero, además, hay una llamada de un custodio a Nisman después de las 20.30, es decir después de que Lagomarsino dejara Le Parc. El fiscal envió al custodio Néstor Oscar Durán a entregarle, en Olivos, un sobre a un periodista de Infobae, Toti Pérez Izquierdo. Durán declaró que una vez hecha la entrega, llamó a Nisman, le dijo que había cumplido con el pedido, y Nisman le ordenó guardar el auto en la fiscalía hasta el día siguiente. Según el entrecruzamiento de llamadas, esa comunicación se produjo casi a las 21. Es decir que Nisman estaba vivo cuando Lagomarsino ya se había ido.
Discos
El dúo Taiano-Clarín se despachó ayer con un dato que consta desde hace rato en la causa. Cuando allanaron el domicilio de Lagomarsino se llevaron varios CD. Todos eran películas salvo uno. En ese CD estaba grabada lo que en el argot se llama una sábana, es decir un registro de llamadas entrantes y salientes de personas investigadas. En ese caso, todos los que tenían que ver con el espía Ciro James. Como se sabe, Nisman acusó a James, a Mauricio Macri, al comisario Jorge “Fino” Palacios y a otros integrantes de la estructura de la Ciudad de Buenos Aires por las escuchas ilegales realizadas, entre otros, a Jorge Burstein, familiar de una víctima de la AMIA. Según señaló Lagomarsino, Nisman le había dado el CD para que hiciera un entrecruzamiento de las llamadas, una especie de contraprueba de lo que mandaba a hacer a las fuerzas de seguridad.
O sea que Lagomarsino no tenía decenas de CD con escuchas telefónicas, sino un único CD, en el que no había ninguna escucha, sino un listado de llamadas para que hiciera un análisis.
Informático
Uno de los elementos más insólitos es que Taiano-Clarín afirman que muy pocos en la fiscalía conocían que Lagomarsino trabajaba como informático, ya que no lo vieron en las oficinas de la Unidad. Y cuando estuvo, no pudo arreglar un problema existente.
En 2007, Nisman envió un escrito al procurador Esteban Righi pidiéndole la designación de Lagomarsino como su asesor informático. También pidió un contrato para Claudio Rabinovich, un amigo suyo, supuestamente un asesor en temas periodísticos. Ninguno de los dos trabajó en las oficinas de la Unidad, pero están las constancias del pedido de Nisman de que se los contratara. Por otro lado, la fiscal Fein citó a los dueños o gerentes de otras empresas para las que trabaja Lagomarsino y todos confirmaron su vínculo con el informático.
Por supuesto que están las dudas sobre si Lagomarsino reportaba o no a algún servicio de inteligencia. Es que suena difícil que Nisman, íntimamente ligado a Antonio “Jaime” Stiuso, tuviera una persona ajena cuidando sus computadoras. La AFI, ex SIDE, dice que en sus registros no figura. Se dice que, no obstante, Stiuso tenía un ejército paralelo, lo que surgiría de los más de 600 celulares que tenía a su nombre. Según el periodista Sergio Farella, de TN, en la causa declaró un individuo, Silvio Gusso, que dijo que Lagomarsino trabajó en la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA). Las autoridades de la PSA lo negaron. El ex interventor de la fuerza, Marcelo Saín, sostuvo que en algún momento le ofrecieron a Lagomarsino, pero que no lo aceptó.
Claro que Lagomarsino niega cualquier vínculo con servicios de inteligencia, dice que no conoce a Stiuso y Stiuso afirmó que no conoce a Lagomarsino.
Nada de esto tiene relevancia respecto de la muerte de Nisman. Lo concreto es que el técnico informático no estaba en el departamento de Le Parc cuando el fiscal murió. Y más relevante aún es la lógica. Si Lagomarsino fue parte de un plan criminal, no tiene ninguna lógica que haya dejado en la escena una pistola que estaba registrada a su nombre. Es obvio que se la hubiera llevado.
La alianza judicial-política-mediática, con fuerte sintonía internacional con la derecha norteamericana e israelí, quiere hacer creer a la gente que un comando ultrasofisticado iraní-venezolano, con apoyo kirchnerista, hizo una espectacular operación para matar a Nisman. El problema es que no tienen ni una sola prueba. Es más, hasta ahora las pericias –forense, criminalística y balística– indican que Nisman se quitó la vida. Pero parece que Comodoro Py está listo para inventar lo que se necesite. Aunque sea descabellado.