Haciendo propia la frase de uno de sus entrevistados –“Las cosas que te hicieron distinto hay que homenajearlas”–, el periodista, conductor radial y realizador cinematográfico Luis Hitoshi Díaz empujó la idea de armar un documental sobre Invasión 88 no sólo porque se acaban de cumplir 30 años de su edición sino principalmente porque es el disco que le cambió la vida. El resultado es Héroes del 88 y será estrenado en el inminente Bafici, con cinco funciones en espacios rotativos: el viernes a las 17.15 en el Mutiplex Belgrano (la del jueves en esa sala ya está agotada), el sábado a las 20.30 en el anfiteatro del Parque Centenario, el domingo a las 17.10 en la Maratón de Juramento y Obligado, y el jueves de la semana próxima a las 21.30 en el Cultural Morán de Agronomía.
Conviven en el proceso revisionista de Héroes del 88 dos pulsiones tempo-espaciales: por un lado, el tributo personal al material que le permitió a Hitoshi descubrir “un mundo que desconocía que existía en Argentina, como el del punk y el de la autogestión”, y a la vez la confirmación de que “si escuchás el disco hoy y lo extrapolás al presente… sigue pareciendo actual”.
Como todo proceso documental sobre una obra preexistente, Díaz comenzó por quienes habían sido los creadores. Un rastreo interesante que lo llevó a comprobar que Walter Kolm, uno de los productores de Invasión 88, vivía en Miami relacionado a la música, pero no del modo que imaginarían. Si el punk era el no-future, su presente es trabajando con artistas que van desde Maluma hasta Carlos Vives.
Y luego, sí, comenzó el trabajo de entrevistas con los protagonistas principales: la decena de bandas que grabaron cada una un par de canciones para ese compilado que marcó un quiebre en la cultura punk argentina. Desde los sobrevivientes Attaque 77 y Flema (aunque ambos, curiosamente y por diversos motivos, sin sus cantantes originales), los Comando Suicida y su filtreo skinhead, los Baraja (integrados por Marcelo Montolivo, acusado de violación y a la fecha prófugo) o las Exeroica, banda totalmente formada por mujeres punk que ofrecían el carbónico negativo de Viuda e Hijas de Roque Enroll.
Hitoshi se jacta con merecido orgullo de haber podido incluir al menos un músico de cada grupo. Y en algunos casos a todos. Un dato no menor, ya que el paso de los años fue añadiendo obstáculos adicionales al rastreo, como por ejemplo las mudanzas o el autoexilio en el exterior de varios de los músicos, o la negativa de varios a participar, como el escapista serial Federico Pertusi. A todos los localizó gracias a la insistencia suya y de un equipo de trabajo integrado “no por gente de aquella época, sino de ésta”, destacada el director.
Según Díaz, la perla del documental la constituye “todo aquel material que no se vio o escuchó en su momento”. Como los temas que se grabaron para el disco editado por el sello Radio Trípoli pero que finalmente fueron descartados, o bien letras manuscritas de las canciones que fueron incluidas. “Y la gran bomba es el mencionado VHS sobre el show presentación en Cemento: qué pasó y qué no pasó con él”, agrega Hitoshi.
“Me encantaría decir que después de este documental ya no queda nada más por contar sobre Invasión 88”, anhela Díaz. “Aunque seguramente va a aparecer alguien que diga ‘Yo tenía este material’ o alguno que rezongue porque no fue entrevistado.” ¿Qué contar de nuevo sobre algo que ya cumplió treinta años? “Es el relato de un grupo de pibes de entre 20 y 24 años que sacaron un disco justo cuando no había vinilos para fabricar, en el contexto de una democracia tambaleante y justo antes del menemismo, cuando el país estaba por enrarecerse”, defiende Díaz. “Varias de aquellas letras hablan de cosas que hoy se escuchan en el trap. Pasaron treinta años pero Invasión 88 sigue siendo un disco joven.”