Desde Comodoro Rivadavia
José Luis Tuñón es artista y psicólogo, nació en Río Gallegos y ahora vive en Comodoro Rivadavia. En un breve reportaje de PáginaI12, analizó los hechos de violencia que terminaron con el linchamiento de un vecino del barrio Fracción 14.
–¿Existe un discurso habilitante desde los medios masivos de comunicación para “hacer justicia por mano propia”?
–No lo pondría como en términos de causa y consecuencia sino como manifestaciones de un mismo fenómeno: la caída de las referencias que sostenían lo subjetivo. Al orden que provee el mercado se entra bajo el anonimato de los objetos de consumo o como fuerza de trabajo. Y también hay que mencionar el recrudecimiento de las políticas de ajuste que terminó de dañar lo que quedaba, como el deterioro de la relación comunitaria. En ese panorama es difícil sostener la creencia en un orden inclusivo y las exigencias que se derivan de él se viven como una impostura. (Baby) Etchecopar, (Eduardo) Feinmann, y tantos otros, producen contenidos que alimentan ese clima emocional indignado, que impulsa a muchas personas a leer los acontecimientos como si estuvieran dirigidos a ellos y se posicionan como víctimas morales de un orden corrupto. Pero no creo que esa actitud genere por sí misma los acontecimientos que nos ocupan, que son de otra escala.
–¿Qué rol juegan las redes sociales, en este caso la circulación de un rumor a través de WhatsApp?
–El intercambio de mensajes por WhatsApp simula una relación subjetiva. Un párrafo en una pantalla vale como una respuesta afectiva de una persona, pero no lo es, es sólo un párrafo en una pantalla. La verdad, que era un límite, se adelgaza hasta desaparecer. Las personas se encuentran imposibilitadas de distinguir a qué se le está llamando realidad. El efecto erosivo sobre los subjetivo es tremendo porque las personas no saben a qué atenerse. Y si se dejan llevar se encuentran con una lógica muy alejada de lo subjetivo. Y en este contexto, es muy difícil ver qué es verdad y qué no, por eso digo que se vive como en una realidad paralela donde todo puede terminar en una tragedia.
–Una de las vecinas sostuvo que “nadie tuvo el instinto” para frenar el linchamiento. ¿Cree que podría haberse evitado?
–Darse cuenta implica una pausa, una distancia, que permita atender los datos sensibles que indican la anomalía. De ese juicio íntimo podría surgir la barrera que impidiera dejarse llevar por la descarga de la frustración, la indignación y el anonimato. Pero todo está hecho para influir en ese juicio íntimo, última barrera de lo subjetivo.