El ajuste que lleva adelante el Gobierno incuba en su lógica la génesis de su propio fracaso. La caída de la actividad económica derivada de la contracción monetaria y fiscal acordada con el FMI está derramando en una menor recaudación tributaria, lo que hace cada vez más complicado el objetivo de un “déficit cero”. No obstante, la respuesta oficial sigue siendo profundizar el ajuste. “La dinámica recesiva determina más tarde o más temprano, ya con tres trimestres de recesión, un ajuste en la evolución de los ingresos que perjudica a la propia lógica del déficit cero”, señaló a PáginaI12 Julia Strada, una de las fundadoras del Centro de Economía Política Argentina (CEPA). La relación entre recaudación e ingresos es directa. “La recaudación camina pari passu con la actividad. Cuando hay un proceso estable de crecimiento, la recaudación crece más que la actividad. Viceversa, cuando hay caída de actividad, la recaudación se resiente todavía más. Esa relación puede ser de hasta dos veces respecto de la actividad”, explicó a este diario Arnaldo Bocco, director del Observatorio de la Deuda Externa de la UMET.
La AFIP informó el lunes que los recursos tributarios aumentaron en marzo 37,3 por ciento respecto de igual mes del año pasado, una cifra que se ubicó unos 16 puntos por debajo de la inflación para esos doce meses, en torno al 53 por ciento. El dato preciso de la inflación de marzo se conocerá en dos semanas. Los principales retrocesos en términos reales -descontado el efecto inflacionario- fueron en IVA, por el derrumbe en el consumo (subió 42,2 por ciento nominal), y en seguridad social, por la caída del empleo y la pérdida de poder adquisitivo de los salarios con paritarias por debajo de la inflación.
“En el conjunto de productos que tributan IVA, la caída arrastra también a los sectores de consumo medio alto, en artículos de lujo. Por ejemplo, se dejan de consumir celulares, que tienen IVA diferencial –dos alícuotas distintas– y el impacto llega a ser 1,5 veces más que cuando cae la demanda de otros productos de primera necesidad”, precisó Bocco. El otro impacto es por la caída de toda la actividad económica, a través de menor consumo e inversión. “La situación depresiva en el nivel de actividad interno explica que haya más contribuyentes afectados por la crisis, que dejan de pagar sus impuestos”, agregó el ex director del Banco Central. “Acá aparece un tercer fenómeno: la política monetaria y financiera de altas tasas de interés profundiza el atraso del pago de impuestos”, señaló. Porque la pyme se ve obligada a elegir entre pagar una penalización de 2,5 por ciento por atrasos tributarios o 70 por ciento de financiación bancaria. Entonces el Estado es quien termina financiando, sin quererlo, a la pyme. “El tema es que el acuerdo con el Fondo te obliga a estas políticas. Pero con esa caída de la recaudación y el parate de la obra pública, sólo queda negociar un déficit más alto y recuperar el consumo”, concluyó Bocco.
Strada coincidió en que el ajuste del consumo, el empleo y monetario conllevan indefectiblemente a un menor nivel de recaudación. “En el caso de la seguridad social, que exhibió un aumento de 27,3 por ciento contra una inflación del 53, lo que deja en evidencia es la pérdida de poder adquisitivo de los salarios y de puestos de trabajo. El problema es que ante el diagnóstico, la respuesta oficial es profundizar el ajuste y subir más la tasa de interés”, analizó. Esta semana el Banco Central confirmó que mantendrá el corredor de tasas por encima del 62,5 por ciento a lo largo de abril y buscará que se traslade a los rendimientos de los plazos fijos. “Lo que están diciendo es que esperan más inflación. Y la respuesta no es más precios cuidados, más paritarias para recuperar el consumo. Es más tasa de interés y congelar la actividad”, criticó la directora del CEPA. “El problema es que el sistema financiero ya le tomó el pulso y ante cualquier corrimiento del dólar, lo primero que hace es pedirle más tasa al Central”, concluyó Strada.