De visita en Buenos Aires, para dejar inaugurado el ciclo lectivo 2019 de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), la vicepresidenta del Uruguay, Lucía Topolansky, recalcó que “la educación y el conocimiento, son armas para vencer la marginalidad”, pero advirtió que debe ser una lucha permanente porque “la desigualdad es un flagelo que incluso sigue vigente en algunos países desarrollados como Alemania”. Al hablar en el acto de apertura, en el teatro de la UMET, sostuvo que por esas razones “la vieja lucha por la igualdad sigue vigente” y recordó, en ese sentido, “aquel manifiesto de la Revolución Francesa, el Manifiesto de los Iguales, que señalaba que hay que ser ‘iguales aun bajo el techo de nuestros hogares’”. Antes de la ceremonia inaugural, la vicepresidenta uruguaya participó de una reunión con un numeroso grupo de mujeres agrupadas en el Espacio Intersindical de Investigación con Perspectiva de Género, que la designó “miembro honoraria”.
En la apertura habló el rector de la UMET, Nicolás Trotta, quien destacó la creación, este año, de la Licenciatura en Relaciones del Trabajo, que servirá para “la formación de los cuadros sindicales jóvenes, en su mayoría alumnos que son delegados de distintas asociaciones gremiales”. También se refirió a la Licenciatura en Farmacia, que se logró armar “con mucho trabajo, a pesar de la oposición y las presiones que ejercieron los laboratorios farmacéuticos”. Trotta aseguró que la UMET atraviesa “un momento muy importante, para analizar el camino recorrido y proyectar el futuro para mejorar la situación de nuestra sociedad”.
Topolansky, una figura emblemática de la lucha por la libertad y la democracia en su país, dijo al comenzar su intervención que cuando recibió la invitación a participar en este acto tuvo “dudas sobre si estoy a la altura de iniciar el ciclo lectivo en una universidad”, pero a pesar de sus reparos “decidí tirarme al agua (cruzar el Río de la Plata) y aquí estoy”. Habló luego de “los destinos comunes” de los países del continente y en forma particular de “la familiaridad” que existe entre Argentina y Uruguay
“porque hay verdaderas familias rioplatenses”, por los muchos argentinos que viven allá y los muchos uruguayos que viven acá.
Consideró que la “enorme responsabilidad” de dejar inaugurado el ciclo académico de la UMET “lo es por varias razones”. Dijo que “todo lo que sea parte del proceso educativo es decisivo para cualquier persona, porque la posibilidad de la educación vence la marginalidad”. Agregó que la posibilidad “de la educación, del conocimiento, del razonamiento, da libertad y tener libertad en la vida es crucial”.
La vicepresidenta del Uruguay admitió que le gustaría tener en su país “un establecimiento creado por sindicalistas, como es la UMET”. Sostuvo que “la mejor herencia que le pueden dejar una madre, un padre, a sus hijos, es la educación, una educación que pase por el conocimiento y los valores, para acortar la brecha de la desigualdad, que es el peor flagelo del siglo en el que vivimos y vencerla no es sencillo”.
Comentó que días atrás vio una noticia difundida por la televisión alemana “en la que se informaba, con sólidos argumentos, el tema de la desigualdad en ese país, una de las principales economías del mundo”. Esto demuestra que “la desigualdad existe aun en esos países desarrollados, por eso la vieja lucha por la igualdad sigue vigente”.
Subrayó que es “válido y valiente, seguir luchando contra la desigualdad, y una de las herramientas, no la única, es ayudar a los hijos de los trabajadores a acceder al conocimiento, a la formación, a la academia”. Resaltó la existencia de la educación pública, tanto en Uruguay como en Argentina, con especial mención a la “emblemática” Universidad Nacional de Córdoba “cuyo manifiesto de 1918 tanto incidió en Latinoamérica y en el Uruguay”. De todos modos, no descartó la alternativa de “crear redes sociales para sostener ese sistema, porque no basta con las universidades públicas para lograr que el acceso a la academia sea general a irrestricto para todos”.
Afirmó que para lograr esos objetivos “es necesario tener firme la convicción de la necesidad del conocimiento para ser más libres en nuestras elecciones de vida, en todos los planos, porque siendo más libres, seremos más felices”. En la reunión previa con el grupo de mujeres sindicalistas de las centrales obreras argentinas, Topolansky habló de los avances que se han logrado, tanto en su país, como en Argentina y en América Latina, en lo que hace a la lucha por la igualdad con los varones, pero insistió en que “todavía hay mucho camino por recorrer”. Relató algunos hechos anecdóticos que confirman su análisis, como el encuentro que tuvo con un hacendado uruguayo que, muy suelto de boca, le dijo que si él tiene “un peón y una cocinera, paga un sueldo y medio”.