El gran documentalista cubano Santiago Alvarez, figura esencial del cine de la isla, recién fue director de cine a los 40 años, a diferencia de otros grandes fundadores del cine postRevolución como Tomás Gutiérrez Alea y Julio García Espinosa. En su juventud se ganó la vida con diversos oficios: fue aprendiz de linotipista, minero en los yacimientos de carbón de Pensilvania y lavaplatos en Brooklyn, entre otros. Hasta que finalmente estudió Medicina, también Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana y Psicología en la de Columbia (Nueva York). Pero tres meses después del triunfo de la Revolución, se creó el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic) y luego comenzaron a emitirse por las pantallas de los enormes cines de La Habana los históricos Noticieros Icaic, de los cuales Alvarez fue su director. Estos noticieros terminaron por darle un carácter fundamentalmente político a la información que comenzó a difundirse, pero con un tratamiento estético muy personal. Si la Revolución había llegado para la transformación política y social, el cine sería desde entonces una herramienta más para consolidarla. Algunos fragmentos de estos noticieros y otros documentales de Alvarez se proyectaron ayer en la sede de la asociación Directores Argentinos Cinematográficos (DAC), como parte del homenaje al documentalista a 100 años de su nacimiento.
Coordinada por la documentalista Carmen Guarini, hubo una mesa de presentación del material integrada por el presidente del Festival de Cine de La Habana, Iván Giroud; el cineasta Tristán Bauer, y el investigador Mariano Mestman, antes de que se viera el material. Estuvo también el embajador de Cuba, Orestes Pérez Pérez, y una delegación que lo acompañó. Bauer resaltó que Santiago Alvarez “es uno de esos grandes artistas que dan y dejan testimonio del tiempo que les toca vivir y hacen una obra perdurable”. Contó que primero lo conoció a través de una película: cuando Bauer era proyectorista del Grupo Cine Liberación en 1974, pasó el corto El tigre saltó y mató... pero... morirá... morirá, que se vio anteanoche. “Hacía muy poco tiempo había venido Salvador Allende a la Argentina, junto con el presidente cubano Osvaldo Dorticós, para la asunción de Héctor J. Cámpora. Y vino Santiago Alvarez para filmar. Estábamos muy conmovidos por el golpe terrible y sangriento de Pinochet y por la muerte de Salvador Allende, y también por la muerte de ese artista latinoamericano, que siempre tenemos que rendirle homenaje: Víctor Jara. Y a mí me impactó y a todo el público de la Facultad de Agronomía y del auditorio Kraft ese homenaje hecho tan rápido”, relató Bauer, quien en 1983 viajó a La Habana y conoció personalmente a Alvarez. “Era un hombre pequeñito, de una humildad asombrosa y, a la vez, un gigante. Era de esos hombres que uno aprende siempre”, recordó.
El tigre saltó... trata de una denuncia contra la dictadura de Augusto Pinochet en Chile. En paralelo a la emisión de la canción “¿Qué dirá el Santo Padre?”, de Violeta Parra, y de “Te recuerdo Amanda”, “El alma de banderas” y “Plegaria a un labrador”, de Víctor Jara –asesinado por la dictadura de Pinochet–, el documental muestra escenas de los militares quemando afiches y libros en la calle, un acto de la Iglesia con Pinochet y la famosa imagen del camarógrafo argentino Leonardo Henrichsen filmando su propia muerte durante el Tanquetazo, un intento de golpe previo al del 11 de septiembre de 1973. Con el correr de los minutos –en donde se ve a Jara cantando en un estudio de grabación–, el documental se abre al mundo con imágenes de represiones en Colombia, Santo Domingo, Vietnam e Indonesia, entre otras regiones del mapa. Son imágenes que certifican que el cine de Alvarez no se ceñía a la Cuba revolucionaria sino también a las denuncias de lo que estaba sucediendo en los países del Tercer Mundo.
Mestman contó con detalle los dos viajes de Santiago Alvarez a la Argentina. Previamente dijo: “Santiago debería ser valorizado, por un lado, por ser un cineasta y, por otro lado, no serlo; es decir, fue un hombre que a los cuarenta años, cuando la Revolución impulsó rápidamente el Icaic, agarró el Noticiero sin experiencia cinematográfica previa, con una gran experiencia en sonido –como se ve– y con recursos mínimos, viendo cómo animar fotografía, como se ve en Now, con trucajes, con esa audacia para el montaje visual-sonoro”, contó el investigador del Conicet. El corto que mencionó Mestman, Now, que se proyectó ayer, es un documental de 1965 que dura seis minutos y en el que, a través de la musicalización de Lena Horne de la canción israelí “Hava Nagila”, se van sucediendo imágenes de represiones contra personas negras. Y Now se convirtió en un sintético y potente alegato audiovisual contra el racismo, que ya desde su título planteaba una postura: “ahora” era el momento de terminar con el racismo.
Finalmente, Giroud contó que en el cierre del Festival de Cine de La Habana del año pasado, cuando anunció que en 2019 el Icaic iba a cumplir sesenta años y que se iba a celebrar también el centenario del nacimiento de Santiago Alvarez, Tristán Bauer le dijo: “Hay que hacer algo en Buenos Aires con el tema de Santiago Alvarez”. Y así fue. Giroud expresó que “la obra de Santiago es inmensa: hizo alrededor de 600 noticieros y 99 films; entre ellos, hay una película de ficción y un dibujo animado; estamos hablando de 97 documentales cortos, medios y largos”. Por eso, tratar de organizar un programa con la obra de Alvarez y que se sienta representado “es complejo, pero yo partí de la premisa de que el cine de Santiago es imposible imaginarlo, pensarlo y concebirlo sin la Revolución”, planteó Giroud sobre el material que finalmente seleccionó. Es que el cine del gran documentalista rompió con la lógica prerrevolucionaria que entendía el cine como entretenimiento y, desde entonces, pasó a convertirse en una herramienta de transformación política que acompañó el proceso revolucionario.