La inmigración sirio libanesa en la Argentina es una de las más antiguas del país. Arribados en distintas corrientes, pero principalmente desde 1890 hasta 1920, se fueron distribuyendo en distintos puntos del país, sobre todo en la pre cordillera hasta el norte de Salta. La tierra empezaba a arder: Último regreso a Siria de la escritora, curadora y dramaturga Cynthia Edul, segunda generación de sirios en la Argentina, no se ocupa de narrar el proceso de hibridación entre la cultura migrante y el país receptor; sino que su voz habla del regreso al país de origen. El cierre siempre hipotético y doloroso de la diáspora sirio argentina. Egresada de la Carrera de Letras (UBA) y de la Escuela de Dramaturgia (EMAG), además de docente y curadora Cynthia Edul es escritora y directora de artes escénicas. Su novela anterior se llamó La Sucesión y dirigió obras como Miami, Familia Bonsai y Los Corazones Rotos.
El núcleo de su libro orbita alrededor de un problema legal. El hermano de la madre de la narradora vive en Siria. Cuando la madre de ambos vivía, su hijo la declaró senil y, mediante este recurso, puso a su nombre un edificio con departamentos. Las hermanas deciden reclamar esos departamentos ante un juez. Una de las hijas de la madre vive en Buenos Aires, y viaja con su hija hasta Damasco, quien decide, a su vez, narrar la historia de ese reclamo. El relato, sin embargo, se vuelve más complejo y sutil. No se trata solo de contar los vericuetos legales del reclamo familiar, o resaltar los aspectos exóticos de una cultura tan diferente a la occidental, y por extensión, a la argentina. La narradora quiere entender. Vuelve a la tierra de sus antepasados para entender. La pregunta es, ¿qué es lo que busca entender?
“La Siria que vos conociste ya no existe más” dice la tía de la narradora. Entonces, ¿qué busca entender? ¿Una Siria narrada por sus familiares en Argentina? ¿Un relato de fantasmas traspasado de generación en generación? ¿Busca entender su historia, la Historia? ¿Entender las relaciones entre Estado y religión de las sociedades islámicas? ¿El rol de la mujer en Siria? ¿Las relaciones intrafamiliares? Edul construye su relato echando mano a diversos géneros para mixturarlo en un híbrido que se arma como un puzzle. Con ritmo y aire de crónica narrativa (aunque escrito en pasado), hay bellos pasajes narrados con un vuelo de monólogo teatral. Mezcla el ensayo con la reflexión cultural y el relato íntimo, como en un cuento de realismo carveriano desarrollado en las calles de Damasco. Expone a sus personajes al fuego cruzado de la Historia previo al estallido de la Primavera Arabe y a la feroz represión del régimen Sirio (la autora viajó en el año 2010). De a poco, el relato se centra en la relación entre la narradora, su madre y su tía, para reflexionar acerca del lugar que tienen las mujeres en las sociedades árabes en la actualidad. Desde el problema de la occidentalización en la educación y los consumos culturales hasta el uso de la ropa tradicional islámica como un modo de afianzar su condición de género.
El relato de Edul está a tono con los rasgos de época; el choque de su generación con las anteriores no está dado por la argentinización de la cultura islámica sino por el espacio y el rol que ocupa ella como mujer dentro de la familia. Su mirada siempre se desvía hacia las mujeres; desde la forma que tienen las familias de arreglar matrimonio para obtener un buen partido económico, hasta las vestimentas occidentales que las mujeres independientes usan debajo de la vestimenta del Islam. En un momento de su libro, Edul cita al sociólogo francés argelino Sami Naïr para dar cuenta de esta problemática de género. Señala que las caídas de los regímenes dictatoriales de Libia, Egipto y Túnez, luego de la denominada Primavera Árabe, no supuso un triunfo cultural para la mujer dentro de la sociedad civil. El grado de emancipación de una sociedad se mide por el grado de inclusión que las mujeres tienen en la participación política y civil. “Uno de los puntos más críticos es el que mantiene a la mujer en una situación de inferioridad en materia de herencia” dice Edul. Los vericuetos y las apuestas que hacen su madre y su tía para reclamar las propiedades que su tío puso a su nombre mediante una operación fraudulenta, dan cuenta del lugar que ocupan actualmente las mujeres en las sociedades islámicas.
Ante un posible argumento sacado del “relativismo cultural”, que cualquier occidental podría tener estando de este lado del mapa, Cynthia Edul lo refuta con su experiencia; viaja para contarlo consciente de que toda experiencia no es más que un recorte. Su mirada está teñida de cierta nostalgia familiar por una tierra que se alza suspendida en un “entre”; entre la Siria imaginada y la Argentina perdida, entre un Oriente tan próximo como lejano y un Occidente tan puro como periférico. Mientras camina por las calles de Damasco, conversa con sus primos y primas, y asiste a un conflicto entre hermanos para volver a Buenos Aires con más preguntas a cuestas. La tierra empezaba a arder no ofrece –ni se propone tal cosa– una respuesta a una zona acorralada por el conflicto latente y los diversos intereses geopolíticos disputados por la grandes naciones del mundo; es más bien un ensayo autobiográfico personal. De ese modo, Edul comienza narrando un conflicto familiar para enfrentar con su relato la disolución y fragmentación de un país, las huellas que quedan de un cultura arrasada por el fuego de la Historia, aquellos fantasmas que comienzan a alzarse cuando se quema la arquitectura cultural que durante años, hombres y mujeres, se empecinaron en levantar en el medio del desierto.