La canciller alemana, Angela Merkel, y el expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, mantuvieron ayer una reunión en Berlín de carácter privado, pero envuelta en un notable revuelo mediático por ser el reencuentro entre dos reconocidos aliados políticos.
La imagen de la líder alemana saliendo a saludar a su invitado ante la sede de la Cancillería recordó anteriores citas entre ambos, mientras Obama estuvo en la Casa Blanca o ya como expresidente, unos meses después de la victoria electoral de Donald Trump. Desde el Gobierno federal se había insistido en que se trataba de un encuentro privado, del que no se detallaron contenidos.
Las tensiones entre Washington y Berlín están marcadas por los disensos latentes desde que Trump llegó a la Casa Blanca. En esta ocasión, la visita de Obama coincidía con los últimos reproches desde Washington a Alemania, país al que el vicepresidente Mike Pence –como suele hacer Trump– acusó esta semana de no cumplir con los compromisos adquiridos con la OTAN de aumentar el gasto en Defensa. Los reproches no son nuevos –con Obama en la Casa Blanca ya se planteó esa exigencia, aunque en tono más diplomático– y, de hecho, la relación entre Merkel y el antecesor de Trump se vio además enturbiada por el llamado “espionaje entre amigos”, incluidas las escuchas telefónicas a la canciller.
Pero ambos políticos superaron sus diferencias hasta convertirse en sólidos aliados, como se demostró en el multitudinario acto ante la Puerta de Brandeburgo con Merkel y Obama, ya fuera de la Casa Blanca, en mayo de 2017. Esta vez no hubo un acto pero el jueves en Colonia ante 15.000 personas Obama habló de cambio climático y multilateralismo y marcó así las distancias frente a la línea de Trump, aunque sin citarlo.