El triunfo electoral de la Alianza Cambiemos inauguró una nueva etapa en la Argentina. Según sus palabras, el macrismo pretende transformar una sociedad “subsidiada” en “competitiva”. El oficialismo batalla contra la “cultura populista” contraponiéndola con valores como la meritocracia y el emprendurismo. Lo cierto es que el discurso meritocrático enmascara la pretensión de terminar con las mejores tradiciones igualitarias. En esa línea, el Papa Francisco afirmó que se utiliza “una palabra bella, el mérito, como una legitimación ética de la desigualdad”.
Las piezas publicitarias suelen acompañar, a su modo, los cambios de época. Un ejemplo fue la propaganda del lanzamiento del Chevrolet Cruce en 2016. El corto publicitario invitaba a imaginar un mundo donde “cada persona tiene lo que se merece, donde el que llegó, llegó por su cuenta, sin que nadie le regale nada... un verdadero meritócrata es aquel que sabe que tiene que hacer y lo hace, sin chamuyos porque sabe que cuánto más trabaja, más suerte tiene. El meritócrata pertenece a una minoría que no para de avanzar y que nunca fue reconocida. Hasta ahora”.
El colectivo de meritócratas quedo muy dañado con la devaluación de 2018. El patentamiento de autos cero kilómetro comenzó a derrumbarse a partir del segundo semestre. La tendencia negativa continuó en el primer trimestre de 2019: -49,5 por ciento interanual.
Los datos duros revelan una crisis sectorial impensada cuando, hace dos años, el gobierno nacional lanzó el Programa “Un millón de vehículos”. Los resultados proyectados por ese Programa eran alcanzar una producción de 750.000 vehículos en 2019 y 1.000.000 en 2023. “Hoy es un día muy especial e histórico para la industria. El plan gira sobre dos ejes fundamentales: producir un millón de automóviles y cuidar a la familia de trabajadores de esta industria”, manifestaba un entusiasmado Mauricio Macri. El Presidente sostuvo que se crearían 30 mil nuevos puestos de trabajo directos como consecuencia de mayores inversiones, nuevas tecnologías y facilidades para la compra de vehículos. Los funcionarios nacionales agregaban que era una de las iniciativas industriales más ambiciosas de las últimas décadas.
El escenario actual está muy lejos de las promesas oficiales. La caída de ventas provocó una inédita acumulación de stock en terminales y concesionarias. El complejo automotor sufre parálisis de producción, suspensiones de personal, adelantos de vacaciones y/o recorte de turnos. En el informe “El complejo automotriz en los 3 años de gestión de Cambiemos”, los investigadores del CEPA explican que “al analizar los datos laborales, se puede ver una fuerte y pronunciada caída de los niveles agregados del complejo automotriz entre finales del año 2015 y el último registro disponible (segundo trimestre de 2018). Entre el segundo trimestre de 2015 y 2018 la pérdida de puestos laborales ascendió a 3920, es decir una reducción del 4,8 por ciento en la plantilla de personal. Al analizar las ramas, el sector más perjudicado con una merma de 2083 puestos de trabajo es fabricación de partes, piezas y accesorios, este último, constituido en una amplia mayoría por empresas PyMEs. Resulta interesante resaltar que el rubro fabricación de vehículos redujo su plantilla en 2040 trabajadores. Tanto las empresas más pequeñas como las grandes compañías son las que evidenciaron la destrucción de puestos laborales”.
@diegorubinzal