La comunidad internacional intensificó sus llamamientos al diálogo al mariscal Jalifa Hafter, el hombre fuerte de Libia, quien respondió redoblando su ofensiva en el este y el sur de la capital. A primera hora de ayer unidades del Ejército Nacional Libio (LNA), la milicia bajo el liderazgo del mariscal, penetraron varias decenas de kilómetros por el eje sur y asumieron el control del antiguo aeropuerto internacional de Trípoli, en desuso desde hace años. En su avance, las fuerzas de Hafter también conquistaron decenas de posiciones estratégicas en la localidad de Tarhouna, puerta esencial de acceso al sur capitalino, y en los barrios de Qasr bin Ghashir, Wadi Al Rabi y Suq al Khamis.
Pasada la tarde, el contraataque de las milicias todavía leales al gobierno impuesto por la ONU en Trípoli logró frenar el avance gracias a una serie de ataques aéreos e incluso expulsar a las unidades del aeródromo, según afirmó el ministro de Interior, Fathi Basagha. Sin embargo, al final del día la situación era de incertidumbre en el área del aeropuerto, con los dos contendientes insistiendo en reclamar su control.
En este ambiente bélico, tanto el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas como el G7 multiplicaron sus llamamientos a Hafter para que detenga una ofensiva que inició el jueves pese a la presencia en la capital del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en un claro mensaje a la comunidad internacional sobre sus intenciones. Un mensaje que hoy volvió a repetir el portavoz del LNA, el coronel Ahmad al Mismari, quien subrayó que “la operación Torrente de Dignidad no cesará hasta lograr todos sus objetivos militares”, es decir, la conquista de Trípoli. “Responderemos a todo ataque que se produzca contra nuestras posiciones”, recalcó en una rueda de prensa ofrecida en la ciudad de Bengasi, capital del este de Libia, la segunda ciudad en importancia del país y cuartel general del LNA.
Reunidos en Francia, los ministros de Asuntos Exteriores del G7 instaron a ambas partes contendientes a detener los combates “de forma inmediata” e insistieron en la necesidad de recuperar la mesa de diálogo para hallar una solución negociada al conflicto.
En la misma línea se pronunció en la madrugada de ayer el Consejo de Seguridad de la ONU, reunido a instancias del Reino Unido y Alemania, que exigió a Hafter a interrumpir su avance hacia la capital y evitar así un posible baño de sangre. También ayer el jefe de la misión especial de la ONU para libia (UNSMIL), Ghassam Saleme, insistió en que Naciones Unidas continúa con los preparativos para celebrar el próximo 14 de abril la Conferencia Nacional de Reconciliación, a la que se opone Hafter. “Hemos trabajado durante un año para llevar a cabo esta conferencia nacional y no vamos a abandonar este trabajo político tan pronto”, afirmó Saleme, quien admitió que el vienes Hafter ya advirtió al propio Guterres en Bengasi de que no frenaría bajo ningún concepto.
La citada conferencia nacional es la piedra angular de un plan para la reunificación del país que presentó el propio Saleme en septiembre de 2017 y que incluye la convocatoria de elecciones antes de final de año. Desde entonces, Hafter –contrario desde el principio al plan– ha utilizado la superioridad bélica que le proporcionan Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita para acumular poder y crecer territorialmente. A finales de 2017, acabó con la resistencia islamista en Bengasi y se hizo con el control del golfo de Sidrá, núcleo de la rica industria petrolera libia. En 2018, logró expulsar a las milicias de la ciudad oriental de Derna –bastión del jihadismo en Libia– y en febrero de este año se aseguró un amplio control de Sebha, capital del sur, y de otras importantes localidades meridionales. Asimismo asumió el dominio de los yacimientos petroleros de Al Sharara y Al Fil, en el oeste del país, esenciales para la supervivencia económica y energética de Trípoli y del gobierno allí instalado por la ONU en 2016, al que no reconoce.
De lograr el control de la capital, Hafter, miembro de la cúpula militar que en 1969 aupó al poder a Muamar Khadafi, reclutado años después por la CIA y convertido en su principal opositor en el exilio, se erigiría como el hombre mas poderoso del país. Solo estaría contestado por la ciudad-estado de Misurata, el principal puerto comercial de Libia, que ha enviado sus poderosas tropas en auxilio de la capital.