Enrique Avogadro lleva más de un año como ministro de Cultura porteño. Tiene la ventaja de suceder al negacionista Darío Lopérfido y al inoperante Angel Mahler. De perfil bajo, es conocido en el medio por su tarea en Industrias Creativas del Ministerio de Desarrollo Económico local, . Con pocas controversias –la reorientación del Centro Cultural Recoleta causó revuelo, funcionarios renunciantes en danza criticaron el rumbo de la gestión y el juicio del exdirector del Museo del Humor–, Avogrado dice que logró “el aumento del 45 por ciento en el presupuesto” a su cargo.
“Apunto a que más personas sean parte de la cultura en la ciudad y a facilitar la creación de cultura en Buenos Aires”, plantea para su gestión. Avogadro destaca que el 10 por ciento del producto porteño está asociado a su área. “Es alto incluso comparado con otras ciudades a nivel internacional, mucha gente trabaja asociada a estos sectores”.
Uno de sus caballitos de batalla es el Pase cultural, para adolescentes y docentes, que acceden a productos del circuito comercial, de los espacios públicos y del sector independiente (la cartera a su cargo le compra 20.000 entradas anuales). “Es innovador porque las áreas de Cultura estimulan la oferta organizando eventos”. También destaca el programa Arte en barrios, que apunta a los sectores vulnerables.
–¿Cómo cambió la relación del ministerio con la cultura independiente?
–Fue pensar la cultura independiente como indispensable. Son casi 500 espacios entre salas de teatro, de música, centros culturales y galerías. Trabajamos con las instituciones que los representan y presentamos la Ley de Espacios Culturales Independientes, que se aprobó.
–Que aún no está reglamentada.
–Se reglamenta en un par de semanas. Lo interesante es que reconoce la figura del Espacio Cultural Independiente, garantiza sus actividades y promueve que aparezcan nuevos espacios. Nuestro trabajo no es sólo tener una oferta cultura pública potente, sino garantizar que cualquiera que quiera hacer cultura en Buenos Aires pueda. También le damos mucha difusión en la comunicación del Ministerio. Y el foco que les estamos dando a algunos eventos está vinculado a lo independiente. La Maratón Abasto fue muy masiva. Otro eje es el espacio público, que es el lugar donde nos encontramos, donde construimos ciudadanía. Por eso el énfasis en que el espacio público pueda activarse culturalmente, desde artistas callejeros hasta los grandes festivales
–Su presupuesto aumentó, pero la inflación ya empezó a erosionarlo.
–Sí, pero hay una decisión muy clara de invertir en cultura pública. Estoy satisfecho con el presupuesto, y cuando uno mira dentro, ve saltos muy importantes. Por ejemplo, el prespuesto en subsidios. También mucha inversión en infraestructura. El año pasado duplicamos el Museo de Arte Moderno. Se renovó el Centro Cultural Recoleta. Ni hablar del Teatro San Martín. Me parece que ahí la ciudad es muy coherente.
–Los espectadores no tienen plata para salir. ¿Cómo se lidia con esto?
–Somos conscientes de, por ahí, los desafíos que estamos atravesando. Por eso hay que estar más presentes que nunca acompañando los espacios culturales. De ahí el aumento del presupuesto de transferencia. También tuvo un aumento muy fuerte el Fondo Metropolitano.
–Se reestructuró el reparto de subsidios.
–No toqué el organigrama del ministerio. No hay ningún cambio estructural. Hicimos son cambios que no son visibles hacia afuera, porque estaban en oficinas separadas, mal iluminadas, incómodos. Entonces generamos mejoras edilicias, pudimos ampliar el horario de atención y hoy todos los regímenes corren por internet. No cambió la normativa que los regula. Sí estamos muy orgullosos porque acortamos mucho los plazos. Mecenazgo tardaba un año y medio en resolver las convocatorias, y hoy todo el proceso tarda cuatro meses.
–Para muchos, el Fondo Metropolitano es sólo un parche y lo ideal sería asignar ese presupuesto a los organismos de fomento.
–En realidad, da cuenta de un cambio en la creación cultural que son los cruces de disciplinas. Es muy difícil agarrar un proyecto y decir “esto es...”. Por ejemplo, es difícil saber qué es el Matienzo. Es central en la cultura independiente de la ciudad, pero es una sala de música, de teatro, de artes visuales, un lugar de formación, una radio, un bar. Todo junto. Por eso, la nueva ley está pensada para que no se limiten a un lenguaje. Sin desconocer que hay problemáticas específicas, había que fortalecer una herramienta más amplia, pero que también los incluye.
–Antes mencionó el Recoleta. Históricamente, fue el centro cultural de vanguardia. Hoy la novedad es su “sala de relax”. ¿Cuál es el proyecto?
–La vanguardia, por definición, es difícil de entender. Hoy está dedicado a la cultura más joven. Tiene un festival que se llama “Clave 13-17”, que programan chicos de 13 a 17 años. Lo que se busca es que sea un espacio dedicado a las nuevas expresiones artísticas, donde los más jóvenes sean los protagonistas. Para mí, conecta directamente con su raíz de vanguardia y de cultura emergente. Sí pasa que los más grandes nos quedamos fuera porque son expresiones que no necesariamente compartimos. Pero hoy el Recoleta es un punto focal para los jóvenes de toda la ciudad. La cultura del freestyle, el hip hop, tienen una presencia muy fuerte. Eso hace que chicos que por ahí no encuentran en lugares más tradicionales un espacio al que asistir o formarse, lo encuentren ahí.
–La danza fue uno de los sectores con más tensión en tu gestión de 2018. Hubo renuncias, su festival se subsumió al FIBA.
–Los cambios en los equipos son naturales. Todos los proyectos tienen rotación en función de los intereses de las...
–Pero las declaraciones de los renunciantes expresaban preocupación.
–... por supuesto que cualquiera tiene derecho a opinar. Si uno toma las distintas herramientas, la danza tuvo una serie de líneas que fueron en su conjunto muy interesantes para la promoción del sector. Recuperamos Ciudanza y de ninguna manera está subsumido en el FIBA. Potenciamos desde la sinergia con el FIBA el cruce de públicos. Funcionó muy bien. Por otro lado, si uno toma la programación del San Martín, del Recoleta, del 25 de Mayo, del Cultural San Martín, hay una programación vinculada a la danza muy, pero muy activa; la verdad, es contundente el apoyo que da la Ciudad al sector.
–Menciona al Complejo Teatral. ¿Cómo va la reconstrucción del Alvear?
–Es un año excepcional para el Complejo. El año pasado tuvimos un récord de público, con localidades agotadas durante muchas funciones. No sólo en la nave nodriza, el Teatro San Martín, sino en el Regio, que fue un fenómeno súper interesante. Un enemigo del pueblo, Madre coraje, hicieron funciones llenas. La buena noticia del año pasado es que muy pronto terminará la primera etapa del Teatro Alvear. Ya aparece la fachada. En poco tiempo vamos a inaugurarla, y se usará la planta baja y primer piso con actividades escénicas. Después seguiremos con el resto.