Abril es un mes prolífico como fuente inspiradora de músicas. A eso remiten varias de las más lindas en el acervo popular del Río de la Plata: “Era en abril”, de Fandermole; “Quince abriles”, de Jaime Roos; “Bello abril”, de Páez o, por extensión, la extremadamente hermosa y desbordante “Otoño porteño”, de Astor Piazzolla. En línea con ello, el mes y sus reminiscencias han invocado artistas de ambas orillas para iluminar el gris de la estación, a través de un encuentro que lleva por título el que tiene que llevar: “Canciones de Otoño”. “El otoño es una etapa maravillosa, muy inspiradora, sí. Sus colores y el clima tienen algo que no tiene otra estación, porque da la sensación que vamos dejando afuera nuestras pieles muertas y vamos adentrándonos en el frío invierno”, señala Melani Luraschi, joven cantora, escritora y compositora uruguaya que será parte del encuentro junto a otro oriental (Sebastián Casafúa) y dos argento(a)s de similares improntas: Tomás Aristimuño y Luvi Torres. “¡Dios santo, qué bello abril!”, acentúa el rionegrino. “El otoño me genera calidez, siento que es una época donde nos abrimos y aceptamos que comienza el año”, se pliega Luvi, ante la proximidad de la primera edición del festival, en Buenos Aires.
La cita será en el Xirgu Espacio Untref (Chacabuco 875), donde este viernes estos cuatro jóvenes cantautore(a)s rioplatenses tejerán redes sonoras en torno al río, y a la previa del invierno. “Hay algo en el otoño que nos vuelve a los rioplatenses muy inspiradores. Y ese paisaje como puerto nos une”, insiste Luraschi que, con apenas 24 añitos, ya ha publicado un libro de poesías (Día para pescar un sueño), dos discos solistas (Canto ancestral y Lumbral), además de girar por Chile, Argentina, Peruì, Ecuador, EspanÞa, Francia y Polonia. “Obviamente, lo que nos une a los cuatro son las canciones. Es como un pulso que tenemos y una motivación que nos hace partícipes del festival. Las canciones como habitantes de nuestra vida particular, que también nos une a otres”, señala Luraschi, cuyo repertorio girará en torno a Lumbral, trabajo que intenta encontrarle la pata moderna a la música de raíz folklórica.
Aristimuño, en tanto, prevé mostrar material de Home run –disco de folk rock pronto a publicarse– a dúo con la multiinstrumentista Carola Zelaschi. “En este momento de la música, el hecho de poder movernos con lo que hacemos nos une irremediablemente. Estar presentando canciones propias y apostar a autogestionarlas crea un vínculo tácito que muchas veces se transforma en amistad, en trueque y en más música”, dice el patagónico, acerca de un vínculo que el psicodélico y cambiante Casafúa –ex Kirilian y Psimio– descubre en la diferencia. “Siento que nos une la diferencia, porque somos cuatro artistas distintos que provenimos de géneros diversos, de generaciones distintas y elegimos sonoridades diferentes para llegar a las canciones, que es donde todos terminamos juntos. Eso hace muy valioso este festival, la posibilidad de apreciar canciones con códigos genéticos distintos, pero que conviven”.
Casafuá cruza el charco con su segundo disco (Caudillo) recién publicado, y la imparable Luvi lo recibe con un enigma: “Puedo nombrar muchas cosas que voy a hacer, pero esto se expresa mejor con la música”, se ríe ella de quien, empero, se pueden olfatear cuelgues musicales relacionados con CELC (su último disco a la fecha) y Artemisa, cuya canción epónima nació casualmente en esta estación. “No siento que el otoño sea gris. En realidad, es colorido: ocres, marrones, rojos y otros verdes me inspiran una paleta complementaria de sonidos que pudieron traer canciones como “Artemisa” a mis días otoñales, cruzando la odisea de mi vida, del campo a la ciudad”, cierra la cantante, actualmente sumergida en proyectos como el Metabombo, de Camilo Carabajal, o los dúos que comparte con el mendocino Choiq´e, y el inglés Drew Walker. Todo un signo de época.