Luego de diez meses de subordinar la política económica a los designios del Fondo Monetario, las proyecciones para la Argentina del propio organismo son de caída de la actividad, una inflación entre las más altas del mundo y más aumento del desempleo. El Panorama Económico Mundial –World Economic Outlook (WEO)– que publicó ayer el FMI prevé para el país un aumento de precios minoristas del 30,5 por ciento a diciembre, lo que deja un promedio para este año en torno al 43,7 por ciento, siendo la sexta economía con más inflación del planeta. Si bien mejoró levemente la perspectiva de desempeño de la economía, la cual caerá 1,2 por ciento este año –en octubre último había estimado una contracción económica del 1,6 por ciento–, y recién para 2020 habría crecimiento (2,2 por ciento). El mal desempeño de la economía argentina, las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China y la inestabilidad turca son señaladas por el FMI como las causas de la desaceleración de la economía mundial en 2019.
Con respecto a la economía argentina, apunta además que el empleo se seguirá deteriorando. Para este año la tasa de desocupación se estima en 9,9 por ciento. “Se proyecta una mayor contracción en el primer semestre de 2019, a medida que la demanda interna se ralentiza con políticas más estrictas (ajuste) para reducir desequilibrios, volviendo a crecer en el segundo”, señala el reporte global del Fondo, que apuesta, al igual que lo hace el gobierno nacional, a que “la producción agrícola se recupere después de la sequía del año pasado”.
Al corregir a la baja las proyecciones de crecimiento económico global, el organismo incluye a “el estrés macroeconómico en la Argentina y Turquía” como una de las causas de ese mal pronóstico. El FMI advirtió sobre una desaceleración de la economía global en 2019 y para el conjunto de las economías proyectó un crecimiento de 3,3 por ciento, cuando hace seis meses el alza estimada era de 3,5.
Un nuevo informe del organismo, con cifras similares a las presentadas por el staff del Fondo que monitorea in situ la economía argentina en el marco del acuerdo stand by, da cuenta del efecto de las políticas que impone hace casi un año. El reporte se conoce antes del inicio de la reunión de primavera del Fondo y el Banco Mundial, que tendrá lugar esta semana en Washington, de la que participarán ministros, secretarios de Hacienda y Finanzas y banqueros centrales de los países miembros. El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y el titular del BCRA, Guido Sandleris, encabezan la comitiva argentina que viajó a esas reuniones.
En junio pasado, en medio de una corrida cambiaria y fuga de capitales que duplicó el valor del dólar, el Gobierno acudió el FMI como prestamista de última instancia. Como condición, el organismo que conduce Christine Lagarde le impuso un recorte más profundo que el programa de austeridad ya aplicado por Cambiemos, con baja de salarios y aumento de tarifas. El objetivo buscado es de un déficit primario fiscal cero, lo que permite un ahorro que asegura el repago de la deuda al Fondo. Además, insiste en medidas de recorte en salarios y jubilaciones, cambios estructurales en materia laboral y pensiones, libre flotación del tipo de cambio y una contracción monetaria para anclar los precios.
Ningún objetivo planteado entonces se cumplió y las expectativas fueron peores que en octubre pasado. “Se espera que las expectativas de inflación generen más presiones inflacionarias persistentes en 2019 que las proyectadas”, reconoce el Fondo en el nuevo documento. Para el cierre de este año anticipa un 30,5 por ciento de inflación en la Argentina y un 21,2 por ciento para 2020, convirtiéndose en el sexto país de mayor inflación estimada por el FMI para este año. El primer caso es Venezuela –casi sin datos– donde calcula “10.000.000” por ciento, seguida por Sudán (56,2 por ciento), Zimbabue (40,1 por ciento), Sudán del Sur (35,9 por ciento) e Irán (31,2 por ciento), de acuerdo con los cuadros estadísticos. La media de precios minoristas en América latina y el Caribe será de 5,6 por ciento.
Si bien anticipa para la Argentina una menor caída de la actividad, en su diagnóstico alerta sobre “un cambio en las preferencias de los inversores que se alejen de los activos en pesos y eso genere presión sobre la moneda y la cuenta capital”. Obviamente, insiste en la necesidad de que se consolide el resultado fiscal “objetivo de cero en 2019 y 1 por ciento del PIB en 2020” y “reanudar el programa de reforma fiscal”. “Es esencial para reducir las necesidades de financiación y evitar reactivación de las presiones de liquidez”, señala el organismo, aunque el resultado hasta el momento fue una caída fenomenal de la recaudación tributaria.
Con las mejoras esperadas en la segunda mitad de 2019 para la economía internacional, el FMI proyecta que el crecimiento global en 2020 sea del 3,6 por ciento. “Este retorno se basa en una rebote en Argentina y Turquía y alguna mejora en un conjunto de otros mercados emergentes estresados y economías en desarrollo y, por lo tanto, sometidas a incertidumbre”, señala el World Economic Outlook.
En el análisis de las condiciones financieras de los países miembros del Fondo, argumenta que la diferenciación responde a “factores políticos”. En su informe compara los distintos niveles de tasas de interés y riesgo país que aplicaron los países, para lo cual debió dedicarle una escala aparte para el cotejo con los exorbitantes rendimientos que ofrece Argentina y Turquía (ver aparte). “Después de los ajustes en curso para frenar los desequilibrios financieros en Argentina y Turquía, éstos han disminuido un poco pero siguen siendo elevados. En línea con la mejora de perspectiva de riesgo este año”, asegura el informe. Sin embargo, el riesgo país argentino esta semana superó los 800 puntos. El informe subraya la fuerte devaluación del peso y la lira turca. Y dice que para recuperar el crecimiento habrá que ajustar y esperar.