“El tema del aborto es clave porque plantea la pregunta de quien tiene el poder sobre los cuerpos”, afirmó la filósofa norteamericana postestructuralista Judith Butler, en un encuentro con periodistas en la Universidad Nacional de Tres de Febrero, durante una nueva visita al país. Butler hizo importantes aportes a la teoría queer y al campo de los feminismos. Es autora de los libros “El género en disputa”, “Feminismo y la subversión de la identidad” y “Cuerpos que importan”, entre otras publicaciones.
La entrevista colectiva fue el único contacto que Butler mantuvo con la prensa, un rato antes de la conversación pública con algunas integrantes del Colectivo Ni Una Menos, convocadas bajo el título de “Activismo y Pensamiento”. En la puerta, centenares de personas hicieron cola desde la mañana para ingresar al microestadio de la Untref donde se llevó adelante el encuentro, en el que se puso el eje en un deseo también colectivo de teoría feminista que acompañe las acciones callejeras masivas que son marea, sobre todo en Argentina. Cuatro ejes se tocaron en la conversación con Ni Una Menos: la potencia transnacional de la herramienta de la huelga feminista; la composición del movimiento feminista y su posibilidad de narrar conflictos que atraviesan identidades, territorios y lenguas; la contraofensiva de los fundamentalismos religiosos en su alianza con el capitalismo, y la avanzada conservadora que también surge dentro de los movimientos feministas con los grupos biologicistas y el punitivismo. En la charla con un grupo reducido de periodistas, el aborto, las denuncias sobre violencia sexual, y el punitivismo también fueron temas fundamentales.
La jornada de ayer fue la previa del II coloquio internacional “Los mil pequeños sexos”, que comienza hoy y se extiende hasta mañana, en el que se abordarán los debates que le dan forma al campo de los Estudios de Género y las Sexualidades y se estudiarán críticamente las políticas que despliegan las instituciones y los activismos.
“Contenta de estar acá, no es todo lo mismo América latina; todo el resto del mundo está observando qué están haciendo. En San Pablo, era la bruja pero también era trans”, saludó Butler.
–¿Qué preferís? –fue la primera pregunta.
–No soy binaria –respondió.
Otro disparador para Butler:
–Vos dijiste que el futuro no son las mujeres sino el feminismo...
–Controvertido, ¿querés que hable del feminismo sin las mujeres? Hay trans que vienen y me dicen, ‘mujer es una ficción’, y yo les digo que no es verdad. Es verdad en la medida en que vos lo creas, es tu derecho también ser así. Podés llamarte mujer, es una categoría histórica, que cambió con el tiempo. Hay muchas maneras de ser una mujer. Pero también dije que el feminismo no puede ser separatista, las mujeres necesitan estar entre ellas sobre todo cuando hablan de violencia o planes específicos de su vida íntima. Cuando te preguntás qué es ser una mujer, hay un gran debate, porque aun cuando haya sido asignada como mujer (al nacer) no quiere decir que seas una mujer.
–En Argentina un hombre puede cambiar de sexo y el Estado lo paga, pero una mujer no puede abortar porque está criminalizado...
–Apuntás en tu pregunta qué es lo que el Estado permite y financia. Nos hacemos la misma pregunta con todas las técnicas de reproducción asistida: ¿para todas las personas o para las casadas? Creo que hay formas patriarcales de poder para entender por qué el aborto está criminalizado. Es porque el cuerpo de las mujeres es del Estado, de la Iglesia o de la Iglesia dentro del Estado, porque son amigos muy cercanos. En general, se financian (las técnicas de reproducción humana asistida) a personas en pareja heterosexual o casadas. La prohibición del aborto es una penalización a la sexualidad libre de las mujeres.
Butler siguió refiriéndose al problema de la penalización del aborto. “El tema del aborto es clave porque plantea la pregunta de a quién pertenece el cuerpo de la mujer, quién tiene poder sobre los cuerpos”. Y agregó: “Esto también lleva a pensar cómo el Estado metió dentro de sus leyes una moralidad cristiana. Una mujer que decide ignorar la ley y decide con su propia autonomía termina siendo criminalizada. ¿De quién es el poder del que obliga a una mujer a tener un hijo cuando no lo tiene? Es el Estado y la Iglesia que fuerza a la mujer a un acto reproductivo. Entonces, esa ley es una violación, es un delito”, concluyó.
Una periodista planteó también cómo pensar el reciente suicidio de un músico mexicano luego de ser denunciado por abuso sexual en el marco del movimiento MeToo en ese país. Para Butler es un tema “muy complicado”. Y continuó: “El #MeToo fue muy importante en mostrarnos cuanto la violencia, el abuso, y la discriminación tenían lugar en diferentes lugares, trabajo, casa, calle, estaban generalizados. Se necesitaba saber, mostrarlo, esa es una contribución”, dijo la filósofa. Pero agregó que las feministas deben pensar qué buscan con las denuncias. “¿Vamos a hacer justicia? Porque la justicia formal protege a los poderosos, (en los casos de abuso o acoso sexual) no hay testigos, porque los hechos suceden en una habitación cerrada donde hay dos personas, y los juicios no tienen evidencias. ¿Se busca denunciar el acto o arruinar la vida de otra persona? Eso hay que preguntarse”.
Y luego sostuvo que este tipo de movimientos deberían contribuir con sus denuncias al cambio cultural. “Las negras tienen una idea de justicia restauradora, que no tienen que ver con la cárcel porque es más opresión para los hombres negros”, en cambio, una justicia restauradora “se refiere a un trabajo de la comunidad entera reconociendo el daño, en orden de reparar”.
–¿Qué tienen que hacer los hombres en las luchas feministas? –se le preguntó.
–La violencia contra las mujeres y trans es porque entre ellos se cubren, no objetan cuando la novia es asesinada, tienen esa hermandades, pero deberían salir a las calles, gritar a los cuatro vientos y decir no podemos violar ni matar a las mujeres. Esa es una gran cosa para que hagan.
Butler volvió sobre el problema de la criminalización del aborto y subrayó que “tiene que haber recursos para todas las personas, tengan acceso (a la interrupción voluntaria de un embarazo) no importa cuan rica seas”. Pero “el compromiso es con la salud de las mujeres”, debe haber “centros de salud que sean accesibles financiados por fondos públicos, tiene que haber inversión para poder ejercer los derechos. Y esa es la diferencia entre derechos personales y el derecho social que implica que todas las personas accedan”.
Hacia el final de la entrevista colectiva, Butler diferenció el impacto del movimiento Ni Una Menos del Me Too: “Acá es un movimiento, es colectivo, que se funda para hacer un cambio cultural, para decir a viva voz ‘esto ya no es aceptable’. Pero es distinto a apuntar a la eliminación de un individuo porque nos estaríamos convirtiendo en jueces y verdugos de una persona y no estaríamos condenando el acto. Los actos son parte de una práctica que está arraigada en la sociedad, y es lo que queremos cambiar”.