Cerca de un millar de hondureños partieron entre la noche del martes y el alba de ayer hacia Estados Unidos tras haber sido convocados por redes sociales para integrar una nueva “Caravana del migrante” desde San Pedro Sula.

Alexis Pérez, de 27 años, integra la caravana y se queja: “Estamos fregados (mal) con este gobierno, no hay empleo”. Desde el 13 de octubre, cuando salió la primera caravana con unas 2.000 personas, han partido al menos otras tres con personas que huyen del desempleo, la falta de oportunidades y del terror que siembran las pandillas y los narcotraficantes en los barrios.

La avalancha humana a la que se sumaron salvadoreños, guatemaltecos y mexicanos ha irritado al presidente estadounidense Donald Trump (foto), quien incluso desplazó efectivos militares para bloquearles el paso en la frontera sur con México.

El nuevo movimiento migratorio, que incluye varias familias con niños, se produce en momentos en los que Trump busca endurecer la política migratoria, con el número de detenciones de migrantes indocumentados en fuerte alza en la frontera con México.

El pasado fin de semana, la secretaria de Seguridad Nacional (DHS) de Estados Unidos, Kirstjen Nielsen, encargada del tema fronterizo, renunció en medio de las tensiones con el mandatario. Trump viajó el viernes con Nielsen a la frontera con México, donde busca que se construya un muro que se extienda por los 3.000 kilómetros limítrofes. Allí aseguró que Estados Unidos “está lleno” y no puede recibir a los migrantes.

El presidente norteamericano se queja habitualmente de la liberalidad de las leyes de su país en materia de inmigración y batalla en el Congreso para financiar la construcción del muro, una de sus principales promesas de campaña en 2016.

Ni los militares ni las cercas de alambre de púas disuadieron a los hondureños de emigrar, a razón de unos 300 por día por la frontera con Guatemala, además de otros grupos minoritarios que van en micros, según expertos. “Todos las noches salen hasta seis micros llenos (de migrantes) hacia la frontera. Van de 30 a 50 pasajeros” en cada uno, dijo Franklin Paz, de 28 años, despachador de la empresa de transporte Congolón, que vendía los boletos.