Los empresarios del calzado le pidieron al Gobierno que administre las importaciones de modo que ingrese un 10 por ciento menos de pares que el año pasado. De lo contrario “se fundirá la industria”, plantearon. Las autoridades de la Secretaría de Comercio se mostraron receptivas e incluso ya comentaron a los importadores que el ingreso de productos será menor al de 2016, cuando se violó el cupo acordado. El calzado fue uno de los sectores afectados por la política económica oficial de desincentivo al consumo e ingreso de importados, lo que motivó despidos y el cierre de fábricas. Sin embargo, más allá de las promesas, las primeras señales del año por parte de la administración nacional son favorables a los importadores y en contra de la industria: en enero el ingreso de ropa de tejido de punto aumentó 91 por ciento interanual y la ropa de tejido plano, un 60 por ciento, mientras que los productos de marroquinería importados avanzaron un 16 por ciento.
Según los números de la Unión de Trabajadores de la Industria del Calzado, el año pasado se perdieron 3500 empleos en el sector a raíz de la caída en las ventas del orden del 25 por ciento y el aumento de las importaciones. La Cámara del Calzado, que agrupa a las empresas del rubro, registró el ingreso de 27 millones de pares en 2016, a pesar de que el compromiso oficial era que esa cifra se ubicara en 24 millones de pares. En 2015 habían entrado 21,6 millones de pares.
“Todos los días cierra un taller pequeño”, dicen desde el gremio. La noticia más resonante provino de Alpargatas, que anunció el cierre de su fábrica de zapatillas en Villa Mercedes, San Luis, y también de su línea de calzado en la planta ubicada la localidad bonaerense de Florencio Varela. La empresa de capitales brasileños que comercializa la marca Topper, entre otras, despidió a 150 trabajadores sobre una plantilla de 3600 empleados. También cerró la empresa Herzo, de San Luis, que fabricaba para la marca Puma, con lo cual echó a 194 trabajadores. La contracara de ese proceso quedó en evidencia días atrás a través de un informe de la entidad patronal brasileña Abicalçados, que explicó que el sector logró zafar de la crisis en ese país gracias a las mayores compras desde Argentina. Los envíos hacia el mercado nacional en 2016 llegaron a los 9,48 millones de pares, un incremento del 65 por ciento frente a 2015.
“Tenemos que recuperar el 10 por ciento del mercado”, dijo Alberto Sellaro, presidente de la Cámara, a Martín Etchegoyen, secretario de Industria, en una reunión realizada días atrás. Alertado por la delicada situación laboral, el Gobierno se comprometió a reducir las importaciones en ese porcentaje frente a 2016. Pero fuera de las promesas, los primeros indicios de 2017 no son alentadores para los industriales.
Hoy se reunirá la cúpula de la Fundación Protejer, que agrupa a empresas de todo el complejo textil, para analizar los siguientes números: en enero el ingreso de ropa de punto (tejido flexible, como remeras, joggins y medias) alcanzó las 612 toneladas, un aumento interanual del 91 por ciento frente a las 320,4 toneladas de enero de 2016. En tejido plano (telas rígidas, como pantalones, camisas o sacos) el aumento fue de 615,1 a 984 toneladas, un 60 por ciento. En total, la importación de ropa aumentó un 70,7 por ciento en enero frente al mismo mes de 2016. Una de las explicaciones consiste en que luego de un primer semestre de 2016 de muy fuertes importaciones, el Gobierno cerró en cierta medida el grifo en el segundo semestre, con lo que se acumularon pedidos de importadores.
En marroquinería, las importaciones subieron un 16 por ciento en cantidades frente al mismo mes del año pasado y quedaron un 40 por ciento arriba de enero de 2015. “La situación es todavía más preocupante porque el Gobierno parece dispuesto a negociar el ingreso de bienes industriales a cambio de facilitar exportaciones de productos primarios”, indicó el dirigente de la Cgera, Ariel Aguilar.