Quien se aventure una tarde, hoy o cualquier día de un fin de semana (incluidos los viernes y los feriados), por la franja de 4 antiguos galpones portuarios que se extiende al norte del Centro de Expresiones Contemporáneas bordeando el río Paraná desde Sargento Cabral hasta el Monumento a la Bandera, creerá por momentos haberse deslizado por la Plataforma 9¾ hasta el universo de Harry Potter. Y no sólo por la arquitectura victoriana que resiste en las edificaciones, sino porque los renovados galpones 13 y 17 (rebautizados "La Mutualidad" y "Mercado de Frutos Culturales", respectivamente) parecen la reedición criolla de Diagon Alley.
En los 37 puestos de venta que componen el colorido bazar del galpón 17 no se consiguen varitas mágicas pero sí discos de vinilo, carteles de hojalata que imitan el paso de los años, una huerta enlatada, juguetes didácticos e indumentaria de diseño local, y todo tipo de productos alimenticios y decorativos cuyos productores o revendedores aprobaron una convocatoria estatal que exigía ingredientes naturales y confección artesanal; es decir, como el Mercado solidario, pero ahora bajo el control del Estado provincial y municipal.
En el galpón 15, titulado "El Fabuloso Mundo del Cuerpo", puede disfrutarse gratis, hasta hoy inclusive, repetido de 18 a 20, un fragmento de 15 minutos del espectáculo "Vangart", creado por directores del Cirque de Soleil. El viernes en la inauguración, junto a la Orquesta Sarrasani, se paseaban por alrededor unos danzarines de cuento fantástico en babuchas doradas y patines: eran artistas de la Escuela Municipal de Artes Urbanas, que sigue funcionando allí. El galpón 13 lleva el sello del estilo de la ministra provincial de Innovación y Cultura María de los Ángeles González, quien estuvo presente anteayer en la inauguración junto con el gobernador Miguel Lifschitz, la intendenta Mónica Fein, el secretario de Cultura y Educación municipal, Guillermo Ríos, el presidente de la Cámara de Diputados, Antonio Bonfatti, y la concejala Verónica Irizar. Desde un "Almacén de tiempo" que vende, eh, tiempo, se ingresa a una nostálgica utopía retro de ingeniería social comunitaria y recuperación sensorial del ocio, decorada con assemblages de juguetes de hace cincuenta años y cuyas pizarras anuncian los intercambios y los reciclajes más insólitos. El viernes, familias enteras se divertían sacándose fotos en el "piano público", probándose disfraces o comiendo tortas fritas junto a las viejas bicicletas de reparto que harán las delicias de ancianos, niños y fantasmas ribereños. En el futurista galpón 11 ("El Muelle. Culturas Urbanas") coexistieron, el viernes, bandas de hip hop, retratos del taller de Lucrecia Sepúlveda en el Distrito oeste, un VJ, artistas dibujando en vivo y las imágenes surrealistas de cantantes columpiándose en una instalación de Martín Churba, con Flor Croci como crédito local.