Mauricio Macri tenía una costumbre: cuando hablaba con funcionarios del gobierno estadounidense, les pedía que hicieran algo con Néstor Kirchner. Hablando en criollo, que le pararan el carro. Macri no lo dijo una vez sino en cinco ocasiones distintas, delante de diferentes funcionarios estadounidenses, según una serie de cables filtrados por WikiLeaks.
De los despachos se desprende que las tres primeras veces que Macri dijo que los Estados Unidos tenían una responsabilidad por el mal comportamiento de Néstor Kirchner, los funcionarios estadounidenses que lo escuchaban prefirieron callarse o cambiar de tema. Pero la cuarta vez que lo dijo, la embajadora Vilma Socorro Martínez le contestó sin medias tintas. Martínez le dijo a Macri que el gobierno de los Estados Unidos no tenía ninguna intención de pelearse con el gobierno argentino y que no tenía por qué hacer el trabajo que les corresponde a los políticos de la oposición. Cuando Macri volvió a insistir, por quinta vez, en que debían endurecer su postura ante el gobierno, la diplomática contestó que la embajada haría todo lo contrario.
La serie empieza con un cable del 27 de junio de 2008 relatando una reunión entre Macri y el gobernador de Carolina del Sur, Mark Sanford, que había tenido lugar el día 12 de ese mes, con la presencia del entonces embajador Earl Anthony Wayne y un grupo de asesores del jefe de Gobierno. En esa ocasión, Macri remarcó que Néstor Kirchner estaba completamente loco.
“Macri no fue tímido al expresar su desprecio por la pareja presidencial, especialmente por el ex presidente Néstor Kirchner. ‘(Néstor) Kirchner está completamente loco’, dijo el jefe de Gobierno. ‘Como todas las circunstancias externas estuvieron a favor de la Argentina en los últimos años, nublaron la vista de la gente, pero ahora está claro. Simplemente, está loco.’ Citando al presidente Bush, al primer ministro Zapatero, al canciller Schroeder, y a una multitud de otros líderes internacionales que habrían experimentado personalmente la descortesía del ex presidente argentino, Macri se quejó de que ningún líder extranjero se hubiera enfrentado a Kirchner para hacerle pagar por su mala educación y su actitud desafiante. Esto animó a Kirchner a creer que su actitud confrontativa no tenía costos políticos. ‘Ahora estamos pagando el precio’ en la Argentina, dijo Macri, con la falta de acceso del país a los mercados internacionales de capitales.”
Haciendo gala de una humildad que lo puso al filo de la falta de patriotismo, Macri le dijo al gobernador Sanford que la Argentina no tenía nada que enseñarles a los Estados Unidos.
“Tomando nota de los desafíos que aún enfrenta el Estado, el gobernador Sanford le consultó a Macri si tenía algún consejo para ayudarlo a avanzar con reformas. Macri contestó que ‘los Estados Unidos no tienen nada que aprender de la Argentina. Nosotros tenemos que aprender de ustedes.’ Le dijo al gobernador que, hace un siglo, el PBI de la Argentina era aproximadamente un 80 por ciento del de los Estados Unidos, a pesar de que era un país mucho más pequeño. Ahora, el PBI de la Argentina era cincuenta veces más chico que el PBI de los Estados Unidos. Con las políticas correctas, continuó, la Argentina podría revertir este ‘desarrollo inverso’ en un lapso de cuarenta años.
El 6 de agosto de 2008, Macri volvió quejarse por la supuesta permisividad de los Estados Unidos ante los presuntos desplantes de Néstor Kirchner. Esta vez, lo hizo ante el funcionario del Comité de Relaciones Exteriores del Congreso estadounidense, Carl Meacham, en un encuentro en el que también estuvo presente el Encargado de Negocios de la embajada, Tom Kelly. La reunión quedó registrada en un cable del 14 de agosto de 2008 firmado por Kelly.
“Refiriéndose al rampante antiamericanismo de la Argentina, Macri dijo que es alentado por una presidencia que no tiene límites en sus críticas a los Estados Unidos. A esto se suma, según él, el hecho de que la participación de los Estados Unidos en la Argentina ha sido demasiado ‘pasiva’ y poco dispuesta a desafiar directamente las provocaciones de los Kirchner, lo que en última instancia resulta en la percepción de que los Estados Unidos ‘nunca están’, señaló. A los argentinos, en general, les gusta jugar a ser ‘antiestadounidenses’, dijo, pero en realidad son muy sensibles a las críticas de los Estados Unidos o a su falta de atención. Reconoció que el presidente Bush tiene la atención puesta en tantos lugares del mundo que no le permite una interacción activa con los Kirchner, de quienes dijo que, de todos modos, se la pasan faltando el respeto y demonizando a los líderes del mundo.
La tercera vez que Macri se quejó de que los Estados Unidos no hacían nada con Néstor Kirchner fue durante una reunión con el entonces subsecretario de Estado para América latina Tom Shannon. La reunión, cuya fecha se desconoce, es mencionada por la nueva embajadora Vilma Socorro Martínez en un cable del 12 de noviembre de 2009. Ese despacho se refiere a un encuentro previo entre Macri y la embajadora, ocho días antes. En esa ocasión Macri pidió otra vez que los Estados Unidos se hicieran cargo de su responsabilidad de escarmentar a Néstor Kirchner.
“(Macri) repitió una conversación anterior con el entonces Secretario Adjunto para el Hemisferio Occidental, Shannon, sobre la necesidad de fijar límites a la mala conducta de los Kirchner y la supuesta ‘suavidad’ con que el gobierno de los Estados Unidos trata a los Kirchner. Sostuvo que el ‘silencio’ del gobierno de los Estados Unidos sobre el abuso y los malos tratos que sufrieron a manos de los Kirchner (por ejemplo, en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata, 2005) los había animado a hacer más de lo mismo.”
Macri se quejó de que los Estados Unidos ignoraban a la Argentina por la conducta de los Kirchner, pero la embajadora le contestó que estaba equivocado.
“Macri dijo que los Kirchner habían logrado alienar a Washington hasta el punto que a Washington no le importaba lo que la Argentina (a diferencia de Brasil o Chile) tenía para decir sobre cualquier cosa. La embajadora intentó desalentar esa idea de Macri, argumentando que Washington sigue plenamente comprometido a profundizar y fortalecer las relaciones con la Argentina. Señaló que Washington estaba muy consciente de la posición de la Argentina en el mundo como una potencia agrícola y de la cooperación argentina, actual y potencial.”
Quizá percibiendo cierta incomodidad por parte de la embajadora, Macri cambió de tema y le ofreció “proveer un terreno” en Barracas para mover la sede diplomática estadounidense. Con elegancia, la embajadora declinó la invitación.
Macri también preguntó sobre planes del gobierno de los Estados Unidos para trasladar la embajada y se refirió a una oferta anterior de proveer un terreno para un nuevo edificio de oficinas. (El sitio está ubicado en el centro de Buenos Aires, a menos de dos millas de la Casa Rosada, en una antigua zona industrial que la ciudad desea convertir en un barrio de lujo, y que incluiría una serie de embajadas.) La embajadora y el Encargado de Negocios explicaron (como lo hicimos a finales de 2008 a instancias de Washington) que el Departamento de Estado se ha comprometido a encontrar un sitio que se ajuste a los nuevos requisitos de seguridad, pero que el tamaño del proyecto y las demandas más urgentes en otros destinos hacen que el proyecto vaya a tardar varios años en ponerse en marcha.
En su comentario final, la embajadora no ocultó el desagrado que le había causado el hoy presidente argentino. Dijo que él se quejaba de Kirchner, pero que Macri, siendo más ingenuo (“poco realista”) era igual de rudo y arrogante.
“La reunión fue otro recordatorio de la franqueza y la visión maniquea del mundo que tiene Macri, y su incomodidad con las sutilezas de la comunicación interpersonal (cortó la reunión abruptamente después de aproximadamente veinte minutos). Éstas son todas cualidades que comparte con Néstor Kirchner, su gran rival político. La insistencia de Macri para que el gobierno de los Estados Unidos reprochara públicamente a los Kirchner sus varias transgresiones sugiere un deseo poco realista de que Washington haga el trabajo de la oposición.”
Más allá de las diferencias, el 28 de enero de 2010, Martínez agasajó a Macri y a un grupo de sus asesores con un almuerzo en la residencia de la embajadora. Un cable del 5 de febrero de 2010 registró lo que conversó durante ese almuerzo, incluyendo una nueva “presión” de Macri para que los Estados Unidos se pusieran firmes con los Kirchner. La embajadora volvió a decirle que no lo harían. El tono seco del despacho firmado por Martínez sugiere que el almuerzo no había mejorado su opinión del jefe de Gobierno.
“Como lo ha hecho en el pasado, Macri presionó sobre el trato que los Estados Unidos dispensan a los Kirchner, instando a una crítica más abierta de las medidas que consideramos poco prudentes. La embajadora respondió que la embajada seguirá buscando una relación de trabajo positiva con el gobierno de la Argentina, así aumentamos de una manera constructiva nuestras áreas de mutuo interés.”