La convocatoria a un paro general para el 30 de abril que realizó el plenario de regionales de la CGT organizado por el Frente Sindical para el Modelo Nacional abre un escenario de tensión con la conducción de la central sindical. Pero también conlleva en su interior una oportunidad que se puede traducir con la frase “unidad en la acción”. Claro, para eso los protagonistas de uno y otro lado deben tener la grandeza de despojarse de las diferencias, que existen desde hace tiempo, para trabajar en un objetivo superior que, en el caso del mundo sindical, es la defensa de los derechos de los trabajadores, empleados y desempleados. Una unidad que tiene un segundo objetivo, al menos según los discursos de todos los actores, que es derrotar a Mauricio Macri en las próximas elecciones. En este contexto hay algunos puentes que se están tendiendo entre el FSMN y la conducción de la central obrera con la intensión de unificar posiciones y marchar juntos a la quinta medida de fuerza nacional.
Es cierto que una de las lecturas posibles en esto de que la CGT, entiéndase el secretariado general, se suba a la organización del paro del 30 sea la de resignación o, en un lenguaje más llano, “ir al pie” de lo resuelto por el plenario de regionales de la CGT del pasado jueves. Pero también cabe la posibilidad de que la adhesión represente una devolución de favores en cuanto al acompañamiento y participación del Frente Sindical a la movilización que realizó la central obrera el pasado 4 de abril. Una especie de hoy por ti, mañana por mi en tono sindical porque además, de salir bien la huelga, las regalías serán cobradas por todos.
El punto es que todos entiendan que el adversario no está en el edificio de Azopardo 802 o en la sede del Smata, que es el lugar donde se reunieron el FSMN y las regionales.
Al día de hoy ese 30 de abril tendría que mostrar un paro de camioneros, bancarios, mecánicos, curtidores, metalúrgicos (porque la UOM va a adherir fruto de una fuerte presión de las bases y de un amplio sector de dirigentes), todos los gremios aeronáuticos, los gráficos, los docentes privados pero también los maestros y empleados del sector público porque participan las dos CTA más las organizaciones sociales. A este universo hay que agregarle los señaleros, indispensables para que corran los trenes, las seccionales que conduce Rubén “Pollo” Sobrero, el SOMU, los capitanes de barcos, que junto al resto irán inmovilizando la actividad de ese día y, como tal, en los días previos genere un efecto contagio entre los diferentes sindicatos ante la presión de las bases que hablan de la necesidad de la realización de un paro contra el modelo económico del gobierno de Macri. Allí reside la convicción de los organizadores sobre el éxito de la medida donde los más memoriosos recuerdan paros que hizo la entonces CGT disidente que dirigía Hugo Moyano contra el segundo gobierno de Cristina Kirchner. Advierten que es otro contexto político, económico y social pero consideran que como ejemplo es más que válido.
De todas maneras hay conversaciones con los otros sectores del mundo sindical. La Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT) es uno de ellos. Esta organización satélite de la CGT y que dirige el ex triunviro Juan Carlos Schmid tiene previsto realizar un “quite de colaboración” para el 1 de mayo. La medida, que tiene sus razones de peso, ha sido centro de críticas y chicanas por parte del oficialismo pero sobre todo resulta incomprensible para el resto de los trabajadores porque al fin y al cabo de todos los motivos que lleva a este grupo o, mejor dicho, a un sector de la CATT a tomar esta decisión, el que más trascendió es la pelea contra el impuesto a las ganancias. Un impuesto que en el contexto de inflación, recesión y desempleo termina siento entendido como la queja de un grupo de gremios que se pueden definir como “privilegiados”. La propuesta de los organizadores del paro Frente Sindical es que la CATT deje de lado esa protesta y se sume a la huelga del 30.
Entre los organizadores del paro hay quienes repiten que en la política todo se puede con negociaciones. En ese sentido se abrió el diálogo con la conducción de la CGT. La intención es sumar a estos dirigentes y sus gremios y para evitar que no queden que “van por detrás” existe la disposición de los negociadores a aceptar incluso la postergación de la fecha con tal de que estén todos unidos.
Varios de los participantes del plenario en Smata coinciden que la decisión de parar no implica el quiebre de la CGT. Ninguno considera que ese sea el objetivo porque más que sumar significaría restar o falsear el discurso de “unidad hasta que duela”. Es más, indican que el debate por la conducción de la central quedó relegado definitivamente para el 2020, año en que el actual secretariado finaliza su mandato.
Por otra parte, tanto los protagonistas de uno y otro sector participan en la mesa de acción política del Partido Justicialista donde se suelen encontrar, por ejemplo, Moyano padre con Héctor Daer y hasta el líder de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky. Y además está la Oficina Sindical del peronismo que hace unos días se inauguró en la sede del PJ porteño. Son espacios compartidos que pueden servir para limar las diferencias con respecto a las regionales.
Fueron 70 las representaciones zonales o provinciales de la CGT que participaron del plenario, un dato no menor. Que sus representantes hayan reclamado un plan de lucha y el paro no debería ser descuidado por la conducción de la CGT ya que en esas regionales sus propios gremios participan y como tal le están haciendo llegar el reclamo por otras vías contempladas por el estatuto de la Confederación General del Trabajo.