PáginaI12 en España
Desde Madrid
“A partir del lunes, cojo el coche y salgo a recorrer todos los rincones de España para escuchar a todos aquellos que no han sido escuchados”, dijo Pedro Sánchez en octubre de 2016 cuando renunció a su banca de diputado para ser candidato a la secretaría general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). El dirigente dejaba el Congreso nacional en desacuerdo con su fuerza, que se había abstenido para permitir el gobierno de Mariano Rajoy.
Parece mentira que tres años después, el mismo Pedro Sánchez esté a menos de dos semanas de alzarse con la victoria en los próximos comicios generales, y que lleve las mayores chances de ser el próximo presidente del Gobierno. Sin embargo, es real. Es el mismo Pedro Sánchez que logró imponerse a Susana Díaz en las elecciones internas del PSOE en el 2017, y que un año después llegó a La Moncloa tras una moción de censura contra el Gobierno de Rajoy, apoyado por Unidos Podemos, y partidos independentistas catalanes.
En estos nueve meses de gestión interina a cargo del Gobierno, el líder socialista no gozó de una luna de miel. Desde el primer día fue blanco de la oposición por sostenerse con el apoyo de las fuerzas soberanistas de cataluña. Puede pactar con el diablo para mantenerse en La Moncloa, le acusaban en referencia a los intentos de establecer un diálogo con el govern catalán. “Hace todo por el poder”, decía Albert Rivera, líder de Ciudadanos.
Pedro Sánchez desoyó las críticas, se ajustó a medida el traje de mandatario e intentó negociar apoyos para aprobar unos nuevos Presupuestos Generales que le permitieran dejar atrás unas cuentas hechas por el Partido Popular. Así, podría impulsar su agenda social, y utilizarla como vidriera para unos comicios generales que, en principio, debían realizarse en el 2019, o en el 2020, cuando finalizara la legislatura que había empezado Rajoy en julio de 2016.
Finalmente no lo logró. Los independentistas catalanes exigieron la figura de un mediador en las negociaciones, que el PSOE no logró digerir, y que, para la oposición, significaba el fin de España. Pablo Casado, el joven líder del PP que reemplazó a Rajoy con la promesa de desinfectar la fuerza sentenciada por corrupción, llamó a Sánchez “traidor” y “felón”. Rivera dijo que la figura del relator (mediador) era una “humillación intolerable para España”. Santiago Abascal, líder de Vox, el ultranacionalismo antifeminista, acordó con Rivera y Casado protestar en la Plaza Colón de Madrid, y aupados por 50 mil personas, exigieron elecciones.
Dentro de las filas del PSOE, no eran pocos los que también le caían a Sánchez por plantear un diálogo con los soberanistas catalanes. Felipe González volvió a marcarle la cancha al líder díscolo. Dijo al diario El Mundo que las negociaciones con Quim Torra, presidente de la Generalitat, “degradaban las instituciones”.
Con viento y marea en contra, Sánchez se vio forzado a llamar a elecciones. Sin embargo, cuentan que en la cúpula del Gobierno no lo tomaron como una mala noticia, al contrario. La lectura que hacía el círculo íntimo del mandatario era que podrían plantearle a la sociedad una elección constituyente entre el “trifachito” de la Plaza Colón, y el PSOE, un partido “moderado” con un proyecto de España en el que “caben todos”. Además, Unidos Podemos, que en las últimas elecciones había quedado cerca de consumar el “sorpasso” y superar al socialismo, se encontraba en caída y con su líder, Pablo Iglesias, de baja por paternidad.
Las encuestas no lo contradijeron. La macroconsulta del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) publicada días atrás, coloca al PSOE como la primera fuerza en intención de voto, con casi 50 escaños más que el PP, y superando en más de 40 bancas la marca del PSOE en las elecciones de junio de 2016. Ni el más optimista de los sanchistas se imaginaba este panorama un año atrás, antes de que se produjera la moción de censura contra Rajoy.
La carrera reciente de Pedro Sánchez parece inspirarse en el guión de alguna historia de superación personal de esas que ofrece el catálogo semanal de Netflix. Una historia que el propio líder socialista convalidó tras el llamado a elecciones con la publicación de Manual de resistencia, una breve biografía sobre su caída y recuperación en el PSOE, la moción de censura, y su reciente experiencia de gobierno.
El 28 de abril, el líder socialista confirmará si su manual de resistencia ha sido un verdadero éxito. En cualquier caso, nadie espera una victoria que le permita gobernar sin el apoyo de otras fuerzas políticas. Entonces, Sánchez volverá a encontrarse frente a decisiones trascendentales. Girar a la derecha y acordar con Ciudadanos, o girar a la izquierda, y gobernar con Unidas Podemos, y partidos independentistas. Por desgracia, ese capítulo no está aún en Netflix.