Orfeo y Euridice otra vez. El mito regresa al teatro musical para actualizar su destino circular en busca de nuevos sentidos. El relato y sus tradiciones se recomponen con nuevas preguntas, para interpelar al presente. Hoy, a las 20, el Centro de Experimentación del Teatro Colón inaugurará su temporada 2019 con la puesta en escena de Begehren (Deseo), del compositor suizo Beat Furrer. Se trata de una apuesta importante, producida por el CETC en colaboración con Pro Helvetia. La puesta en escena es de Emilio Basaldúa y Julián Ezquerra, con la iluminación y realización de videos de Carolina Rabenstein. Iván García y Sabrina Pedreira serán los protagonistas, junto a una orquesta de músicos argentinos y el coro austríaco Cantando Admont, dirigido por Cordula Bürgi. Furrer será el director musical el estreno de esta noche, mientras las funciones de mañana a las 19 y 22 estarán a cargo de Juan Martín Miceli.
Deseo, como se tradujo el título original para esta puesta argentina, es una obra escénica compuesta entre 1999 y 2000 y estrenada en 2003. Como en un palimpsesto, Furrer sobrepone textos de Ovidio, Virgilio, Hermann Broch, Cesare Pavese y Günter Eich en torno al encuentro/desencuentro de los personajes míticos, que abstraerá en “El” y “Ella”. “Tenía interés en buscar otra perspectiva del mito. No necesariamente recrearlo, sino evocarlo a partir del diálogo entre voces diversas, en torno a esta historia y su actualidad”, dice Furrer en conversación con PáginaI12. “Quise indagar qué tiene para decirnos el mito de Orfeo hoy, qué significa en esta realidad. Pero el que está en escena no es Orfeo, más bien imaginé un hombre común, que como cada uno de nosotros de alguna manera guarda una memoria de Orfeo”, agrega el compositor.
Deseo es la representación de un drama y su reverso. Pone en música una especie de dialéctica de la incomunicación, en un espacio que no tiene nombre y en un tiempo imperceptible, comentado por las intervenciones del coro. “El se mueve de la palabra pronunciada hacia el canto, Ella va en sentido contrario. Hay un punto en el que se encuentran, es en la sétima escena. Allí entablan un diálogo, que no es verbal sino de onomatopeyas, después de lo cual Ella le dice que pudo hablar con él como nunca antes pudo hacerlo”, puntualiza Furrer. Hay un punto central sobre el que gira Deseo. Es el momento en el que Orfeo se da vuelta para mirar a Euridice y entonces ella desaparece. “Es el instante de la perdida, que vuelve de distintas maneras a lo largo de la obra. Ya en la primera escena aparece dos veces la frase ‘Y se dio vuelta’ y en el final él dice ‘me escuchás, puedo hablarte como si estuvieras acá’, o más adelante se escucha ‘No vuelves más’. Son las variantes de los distintos textos sobre ese momento, que Eich, por ejemplo, describe de manera terrible: Euridice, junto a Hermes, sigue a Orfeo, y cuando este se da vueltas para mirarla, Ella le dice ‘¿Quién sos?’”, cuenta Furrer.
En el fondo de los mitos a menudo subyace una cuestión moral, que sin embargo no preocupa al compositor. Furrer indaga en lo material de la historia. “Me interesó el mito como forma, no como moral. El mito me permite desplegar una historia compleja, un relato articulado en distintas capas, que tiene innumerables connotaciones y que se transforma continuamente”, explica. “Orfeo tiene algo de sobrenatural, pero también mucho de humano. ‘Canto para mí’, dice en un punto, entonces pareciera que más que a Euridice lo que busca es la propia redención. La verdadera víctima es Ella, que muere dos veces. Pero, lejos de dar un juicio moral, yo quería romper el ciclo de la muerte y la restitución”, agrega Furrer.
Para Juan Martín Miceli, que trabajó junto a Furrer para esta puesta, la música de Deseo es particularmente rica de colores y movimientos, y en su dificultad técnica no renuncia a la belleza. “Furrer sabe establecer una relación muy estrecha con la palabra. Cada gesto verbal tiene su correlato, inclusive muy sutil, en la orquesta”, explica el director. “Hay un ida y vuelta entre la voz y la orquesta que resulta muy sugestivo, por la gran cantidad de matices que logra, con de capas de sonido que se agregan y se retiran. La música de Deseo está hecha de contrastes violentos, que sacuden al espectador”, agrega Miceli.
Nacido en Suiza en 1954, Furrer vive en Viena, donde en 1985 fundó el ensamble Klangforum. Entre su abundante producción se destacan las obras dedicadas al teatro musical, género al que ha dado títulos entre los más interesantes de las últimas décadas. Die blinden (1989), sobre textos de Maurice Maeterlinck, Platon, Friedrich Hölderlin y Arthur Rimbaud; Narcissus (1994), basado en las Metamorfosis de Ovidio; Fama (2005), sobre textos Carlo Emilio Gadda, Lukrez y Arthur Schnitzler; La bianca notte (2013) a partir de trabajos de Dina Campana y Sibilla Aleramo y las más reciente Violetter Schnee, estrenada en enero en Berlín, con un Libretto de Händl Klaus, constituyen junto a Deseo pruebas minuciosas sobre las relaciones entre la música en la palabra. “En algunas obras trabajé con un libreto homogéneo y en Deseo elegí hacer una especia de collage con varios textos. Esta decisión que me permitió una dramaturgia más abierta, atravesada por varios idiomas y sus sonidos, a partir de los cuales cada lengua definió un tipo de característica vocal que se amplifica en la orquesta. Es que el idioma es una decisión musical”, concluye Furrer.