En enero se reprodujo la dinámica anti-industrial que dominó en 2016. Mientras las ventas de indumentaria en los comercios minoristas bajaron 2,2 por ciento frente al mismo mes del año pasado (CAME), las importaciones de ropa crecieron, en kilos, un 70,7 por ciento. El alza más fuerte se verificó en suéteres, trajes, bufandas y ropa para bebé. Al mismo tiempo, el precio promedio por kilo se redujo un 23,6 por ciento en dólares, lo que supone un daño todavía mayor para el empleo local. Sin embargo, los precios de los textiles subieron en los comercios un 37,3 por ciento en 2016, según el índice de precios de la ciudad de Buenos Aires. En el caso del calzado, el consumo también cayó 2,2 por ciento y las importaciones avanzaron 22,8 por ciento en enero de manera interanual. A pesar de las mayores importaciones, el año pasado el precio del calzado subió 29,3 por ciento.
Según estimaciones del CEPA, el año pasado se registraron 3345 despidos y 11.720 suspensiones en el rubro textil. Desde la Fundación ProTejer aseguran que el empleo se redujo en 15 mil puestos entre formales e informales en toda la cadena textil. Se vieron afectados trabajadores de empresas como Alpargatas, Coteminas, Guilford, GGM, Textil Neuquén, Pampero, TN&Platex, Broderie Suizo-Argentina, Felsom y Unisol, entre muchas otras.
Según datos calculados por el economista Mariano Kestelboim, coordinador del Departamento de Industria del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda (Undav), en enero las importaciones de indumentaria subieron un 70,7 por ciento interanual, de 935 mil kilos a 1,6 millón. El capítulo de suéteres, pullovers y chalecos subió de 88 mil a 283 mil kilos (218 por ciento) y abrigos avanzó de 219 mil kilos a 258 mil kilos (17,8 por ciento). La posición arancelaria que abarca a los trajes, chaquetas, pantalones largos, vestidos, faldas y pantalones cortos creció de 89 mil kilos a 189 mil (112 por ciento).
La importación de guantes subió de 40 mil kilos a 55 mil en enero de forma interanual (37,5 por ciento); las camisas para hombre, de 32 mil a 50 mil kilos (53 por ciento) y las camisas y blusas para mujer, de 9 mil a 45 mil kilos (374 por ciento). Chales, pañuelos de cuello y bufandas aumentaron de 51 mil kilos a 115 mil kilos (125 por ciento) y ropa interior en tejido de punto, de 6,9 mil kilos a 18,9 mil kilos (172 por ciento). En cambio, cayó el ingreso de camisas de punto para hombres, conjuntos de abrigo para entrenamiento o deporte, corpiños de tejido plano y pañuelos de bolsillo.
“Estos números habría que interpretarlos como pérdida de empleo directo de parte de la industria nacional, que ya soporta trabajar con una capacidad instalada que no llega al 50 por ciento. Esto demuestra la avidez de los canales comerciales por abastecerse de productos importados”, dijo a este diario Jorge Sorabilla, presidente de ProTejer. Detalló que el año pasado las importaciones de toda la cadena textil subieron 7 por ciento. Muy por encima de ese promedio quedó el ingreso de prendas de vestir que compiten directamente con la industria local, con una suba interanual del 50 por ciento. El Gobierno publicó en diciembre la resolución 404 de administración comercial de los textiles, que generó una reacción de queja en los importadores. Pero esa norma todavía no se implementó.
En el calzado, el mes pasado ingresaron 22,8 por ciento más de pares que en el mismo período de 2016. Fueron 5,5 millones de pares contra 4,4 millones. El calzado textil avanzó de 426 mil a 930 mil pares (118 por ciento); calzado de caucho o plástico, de 605 mil a 754 mil pares (24,8 por ciento) y calzado de cuero natural, de 273 mil pares a 404 mil pares (47,8 por ciento). El Gobierno prometió a los empresarios del calzado que este año las importaciones se reducirían un 10 por ciento frente a 2016, pero las primeras señales que emite son opuestas a ese compromiso.
“En un escenario internacional con sobreproducción, bajo dinamismo del consumo y políticas de las grandes potencias en favor de la protección de sus mercados internos, la presión importadora en nuestro país es mucho más potente. La combinación del fuerte aumento de los volúmenes importados, precios en dólares más bajos que los del año anterior y la caída del consumo es un cóctel letal para industrias donde predominan pequeñas empresas de capitales nacionales”, analizó Kestelboim.